@SilviaCoLatino
La Peregrinación de La Luz cumplió con su cometido de honrar de manera categórica la Memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y dar testimonio de la vigencia de su palabra.
Un “Mártir por Odio a la Fe”, como lo designó el Vaticano, el 23 de mayo de 2015, se transformó el pasado 25 de marzo en el Santo por Justicia Social y la Verdad de su pueblo y para el mundo.
En un oficio religioso realizado en la Plaza Salvador del Mundo, la noche del sábado, miles de jóvenes, provenientes de diversos colegios católicos, organizaciones y Vicarías de la Iglesia Católica, rindieron un homenaje a la memoria y palabra del Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en su Aniversario Trigésimo Séptimo de su muerte martirial.
El Padre Juan Vicente Chopin, quien tuvo a cargo la Homilía, apuntó que no obstante, la crisis social, la confrontación política, que muchas veces es falsa, y la corrupción, no sean lo suficientemente fuertes, para distraer de los verdaderos temas que deben estar en el debate como la Ley General de Agua y la Ley de Prohibición de la Minería Metálica.
“Entre el 9 al 12 de mayo los Obipos de toda Latinoamérica y el Caribe han decidido hacer su reunión ordinaria en el país; para honrar la memoria de nuestro Pastor Oscar Arnulfo Romero. Esto me parece una cosa formidable, y me pregunto, por qué los medios de comunicación, así como difunden noticias tristes y de muerte, no se ocupan también de difundir estas noticias que nos ponen de manera positiva en el primer plano mundial”, expresó el sacerdote.
El padre Chopin recordó que la figura de Monseñor Romero pone en alto el nombre de El Salvador, por lo que pidió a la feligresía y a los jóvenes que asistieron a la Eucaristía, a trabajar para retomar “el signo de los tiempos” con empeño, y así transformar la sociedad desde sus bases.
“Como Jesús, Monseñor Romero vivió su calvario, y como Jesús resucitó de la muerte donde ni los contubernios de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos pudieron evitar que los discípulos de Jesús proclamaran sus resurrección. Y aquí, tampoco la alianza perversa de la oligarquía recalcitrante, escuadrones de la muerte y eclesiásticos que los secundaron, no pudieron contener que Monseñor Romero resucitara en su pueblo. Y de la resurrección de Monseñor Romero da fe esta concentración y en muchas otras, en que he estado”, declaró.
Sobre la figura de Monseñor Romero agregó que era el “testigo fiel”, que se describe en el Apocalipsis, que lo llevó a ser el “Ángel” de la Iglesia salvadoreña porque Dios conoció de su pobreza, de sus tribulaciones y de las calumnias a las que fue sometido, aún de los que se hacían llamar cristianos. “En nuestros mártires se cumple la Santa Escritura de mantenerse fiel hasta la muerte. Los que asesinaron a Monseñor Romero y a Rutilio Grande creyeron que iban a ser olvidados pero no, hasta la fecha de la boca de estos dos profetas sale fuego de su pensamiento y palabra. La memoria de los mártires está por encima de la memoria de sus verdugos, la bestia -entiéndase- Roberto D´Abuisson y sus corifeos, mancillaron su humanidad, les hizo la guerra, los mató y dejó sus cadáveres tendidos en las ciudades de San Salvador y El Paisnal, y quisieron sepultarlos, pero nosotros no dejamos y los tenemos visibles para mantener su memoria”, nanifestó.
En el sermón también abordó el tema de las “idolatrías”, que en la actualidad siguen reproduciéndose y que citando la Cuarta Carta Pastoral de Monseñor Romero, donde abordó el papel de la Iglesia Católica en la crisis que se vivía en 1979, hizo una comparación de la vigencia de su mensaje y las situaciones que le preocupaban como el atropello de los derechos humanos de la población que generaron venganza, violencia y muerte. Del documento de Monseñor Romero retomó las tres absolutizaciones: la riqueza y propiedad privada; la seguridad nacional, y la organización popular. De la primera enfatizó el Padre Chopin que para mantener los privilegios del poder económico, político y social, la clase dominante sobrepasó el respeto a la dignidad humana y afincaron las raíces de la violencia social.
“La clase alta de este país sigue adorando el becerro de oro, este es el Capitalismo que solo lo puede defender el egoísmo, la ignorancia o el servilismo, ¿Qué quiso decirnos Monseñor Romero?, ¿A qué grupo pertenecemos?, será que le seguimos la plana a estos periódicos que forman parte del aparato mediático perverso de este país, o somos los que nos posicionamos a él críticamente. Y el pensamiento de Romero tiene sintonía con el Magisterio del Papa Francisco cuando afirma, los cuatro No contra el Capitalismo Salvaje: No a una economía de la exclusión; No a la idolatría del dinero; No a un dinero que gobierna en lugar de servir y No a la inequidad que genera violencia”, enunció.
En cuanto a la “absolutización de la seguridad nacional”, el presbítero habló del término “Golpes de Estado Suaves”, que suponen la sistematización del aparato mediático y otros actores sociales en función de atacar y desprestigiar a representantes o gobiernos que trabajan con las mayorías desprotegidas.
“En nuestro país, adquiere la figura de una dictadura judicial. Donde la Magistrados de la Sala de lo Constitucional aparecen en este caso, no como legisladores al servicio de las mayorías populares; sino al servicio de las élites de la oligarquía salvadoreña y partidos políticos que históricamente se han servido de la buena voluntad del pueblo salvadoreño y nunca los sacaron de la pobreza”, observó.
Sobre la tercera “absolutización de las organizaciones populares”, explicó, que Monseñor Romero las consideraba buenas porque surgían del pueblo mismo, aunque, criticó siempre que elevaran la “dimensión política” más que otros aspectos en la vida de la población; así como de subordinar a sus objetivos las demandas de otros sectores sociales, porque dejaban de ser una fuerza del pueblo, para convertirse en un obstáculo para transformaciones sociales profundas. El acto religioso culminó con un acto cultural donde diversos grupos musicales y coros juveniles avivaron la vigilia que se realizó para honrar la memoria del Beato Mártir, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en el Trigésimo Séptimo Aniversario Luctuoso.
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