@zorayaurbina
El beato Monseñor Óscar Arnulfo Romero fue víctima de persecución, click “lapidado” y calumniado, sick incluso, recipe por la iglesia Católica, declaró hoy el Papa Francisco, en El Vaticano.
“El martirio de Mons. Romero no fue puntual en el momento de su muerte, fue un martirio-testimonio, sufrimiento anterior, persecución anterior, hasta su muerte. Pero también posterior, porque una vez muerto –yo era sacerdote joven y fui testigo de eso– fue difamado, calumniado, ensuciado, o sea, que su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”, afirmó el jerarca.
Aseguró que él fue testigo cercano de las calumnias hacia el mártir salvadoreño, quien, aún después de su asesinato en 1980, sufrió la incomprensión de la iglesia. “No hablo de oídas, he escuchado esas cosas, o sea, que es lindo verlo también así, un hombre que sigue siendo mártir, bueno, ahora ya creo que casi ninguno se atreva, pero que después de haber dado su vida siguió dándola, dejándose azotar por todas esas incomprensiones y calumnias. Eso da fuerza, solo Dios sabe, solo Dios sabe las historias de las personas y cuántas veces las personas que ya han dado su vida o han muerto se les sigue lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, según reportó el sitio www.news.va
Romero mismo relató en su diario personal las vicisitudes que enfrentó durante su labor, por las trabas que los obispos salvadoreños le ponían y que tal como lo manifiesta, le causaban pesar.
En una visita a Roma, en 1979, y en el marco de asesinatos de sacerdotes bajo la campaña “Haga patria, mate un cura”, el mártir logró una audiencia privada con Juan Pablo II, quien no escuchó argumentos del salvadoreño, sino le recomendó que intentara una buena relación con el Gobierno, que en ese momento era encabezado por el militar Carlos Humberto Romero.
Previo a la canonización, este año, el postulador de la causa para la beatificación de Romero, monseñor
Vicenzo Paglia, confirmó que el proceso fue complicado pues habían prejuicios en torno a la vida del pastor salvadoreño, no sólo de parte de la curia y el episcopado salvadoreño, sino en el seno de la iglesia, y en Roma su beatificación fue bloqueada.
Fue hasta la llegada del Papa argentino que la causa para la canonización prosperó y Romero fue beatificado bajo un decreto que reconocía su martirio, por “odio a la fe”.
Peregrinos en Roma
Francisco ofreció las anteriores declaraciones a participantes de una peregrinación de salvadoreños a Roma, entre los que participa el actual arzobispo José Luis Escobar Alas, entre otros, que llegaron al Vaticano para agradecer por la beatificación de Romero, el 23 de mayo de este año.
“Los trae a Roma la alegría por el reconocimiento como beato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Pastor bueno, lleno de amor de Dios y cercano a sus hermanos que, viviendo el dinamismo de las bienaventuranzas, llegó hasta la entrega de su vida de manera violenta, mientras celebraba la Eucaristía, Sacrificio del amor supremo, sellando con su propia sangre el Evangelio que anunciaba”, expresó Escobar Alas.
En su intervención, también recordó a Rutilio Grande, de quien expresó: “en la historia reciente de ese querido país, al testimonio de Mons. Romero, se ha sumado el de otros hermanos y hermanas, como el padre Rutilio Grande, que, no temiendo perder su vida, la han ganado, y han sido constituidos intercesores de su pueblo ante el Viviente”.
Pide por el país
Igualmente, el Pontífice tuvo palabras para el pueblo salvadoreño: “el santo pueblo de Dios que peregrina en el Salvador tiene aún por delante una serie de difíciles tareas, sigue necesitando, como el resto del mundo, del anuncio evangelizador que le permita testimoniar, en la comunión de la única Iglesia de Cristo, la auténtica vida cristiana, que le ayude a favorecer la promoción y el desarrollo de una nación en busca de la verdadera justicia, la auténtica paz y la
reconciliación de los corazones”.
El Papa recordó cómo el beato soñó con un mejor país, sentimiento al que también él se unía. “En esta ocasión, con tanto afecto por cada uno de ustedes aquí presentes y por todos los salvadoreños, hago míos los sentimientos del beato Monseñor Romero, que con fundada esperanza ansiaba ver la llegada del feliz momento en el que desapareciera de El Salvador la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia”, manifestó.
Asimismo, manifestó su deseo de que en El Salvador se superen los problemas y se alcance la paz. “Que el Señor, con una lluvia de misericordia y bondad, con un torrente de gracias, convierta todos los corazones y la bella patria que les ha dado, y que lleva el nombre del Divino Salvador, se convierta en un país donde todos se sientan redimidos y hermanos, sin diferencias, porque todos somos una sola cosa en Cristo nuestro Señor”, recalcó.