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En el cortejo fúnebre de Berta Cáceres se pidió “justicia”. Foto Diario Co Latino/Guillermo Martinez

“Berta Cáceres no murió, se multiplicó”

@JoakinSalazar

Bajo el cielo nublado, capsule pequeñas gotas de lluvia apenas humedecían el suelo, sin mitigar el calor intenso que afectaba a miles de personas. “Pareciera que la madre tierra llora por Berta”, dijo una de las asistentes a la multitudinaria despedida de la líder indígena y ambientalista Berta Cáceres, asesinada vilmente el pasado tres de marzo.

“La ciudad del Monte Blanco”, como es reconocido el municipio de La Esperanza, en el departamento de Intibucá, Honduras, fue el punto de reunión para que miles de personas dijeran adiós a una mujer que demostró que las ideas y las acciones pueden hacer cambios para las personas vulnerables.

Desde todas partes de Honduras, Guatemala, Nicaragua y varias comitivas de El Salvador participaron en las exequias, que iniciaron en la Gruta, un lugar simbólico para el pueblo de La Esperanza, ubicado al final de la Avenida Morazán.

El ritmo de los tambores, de la música espiritual Gufina (grupo étnico de Honduras) el féretro de Berta Cáceres inició su recorrido, entre lágrimas y consignas que lejos de callar o ahogarse en el viento tomaban fuerza entre los asistentes que exigían justicia para la líder indígena.

“Berta no murió, se multiplicó”, gritaban a una voz los miles de personas que acompañan las ideas de la líder ambientalista, que además, reafirmaban el compromiso de continuar la lucha pese a no tener la presencia de Berta entre ellos.

Flores y mensajes de apoyo acompañaban la música espiritual, entre ellos, un par de imágenes de Monseñor Oscar Romero, donde salvadoreños recordaron también el asesinato del Arzobispo Mártir, ocurrido el 24 marzo de 1980, por las mismas causas de Cáceres, en cuanto a la defensa de los derechos de los pobres.

Cáceres fue una mujer indígena hondureña, nacida el cuatro de marzo de 1973, proveniente del pueblo Lenca. Tenía como tradición que las mujeres eran protectoras de las aguas, ríos y lagos, por lo que fue su principal lucha durante su vida.

Cáceres fue galardonada en 2015 con el premio medioambiental Goldman, un reconocimiento a la lucha que emprendió durante sus 43 años de vida,  fue una líder Lenca en el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).

El tres de marzo pasado, sujetos desconocidos irrumpieron en su casa de habitación, en La Ciudad La Esperanza,  donde la asesinaron con arma de fuego. Las autoridades policiales del vecino país argumentaron que el asesinato fue un crimen pasional o un intento de robo.

Dichas versiones han sido desvirtuadas por familiares y líderes políticos de oposición, que afirman, tal como Cáceres denunciaba, había sido amenazada por sectores empresariales, por su obra al frente del movimiento ambientalista y la defensa delos mantos acuíferos de la zona.

Bartolo Antonio Fuentes, diputado por el Partido Libertad y Refundación al Congreso Nacional de la República, culpó al Estado de Honduras por el asesinato de Berta Cáceres, debido a que desde años atrás había sido perseguida, por militares, Jueces, fiscales. “La han querido meter presa, la han acusado de delitos que nunca cometió, porque su único delito fue organizar a las comunidades para que defiendan sus territorios”, dijo.

Asimismo, “Berta recibió amenazas de frente, – te vamos a matar, te vamos a violar – recibió mensajes en su celular, y hubo hasta declaraciones de alcaldes deseando que ella desapareciera”, relató. El diputado de LIBRE rechazó las declaraciones del Estado,  sobre los hechos, y pidió a la comunidad internacional que no deje de pedir castigo para los autores materiales e intelectuales.

El féretro de Berta Cáceres continúo su camino, a lo lejos es escuchaba un canto representativo para los revolucionarios y aquellos que quieren justicia, “el pueblo unido jamás será vencido”.

Sobre la Avenida Morazán se encuentra las instalaciones principales de la Policía Nacional de Honduras, la cual no se salvó de la exigencia y consignas de los miles de asistentes: “asesinos, asesinos” vociferaban a una voz, ante la mirada de más de una treintena de agentes policiales.

Entre los asistentes jóvenes, con el rostro cubierto, escribían en las paredes de la Avenida, justicia para Berta, pero principalmente “JOH renuncia”, haciendo alusión al Presidente de Honduras Juan Orlando Hernández.

Manuel Zelaya, ex Presidente de Honduras, culpó al Estado y al sistema neoliberal que impera en Honduras del asesinato de Berta Cáceres, por imponer políticas que impulsen a empresas privadas que expropian los bienes de los pobres en el vecino país.

“Este modelo genera violencia y ahora los jóvenes que no encuentran educación los mandan a asesinar, y quien protesta contra el modelo es asesinado”, dijo Zelaya. “Los fines del Estado se han desfigurado, por sostener el comercio, la industria, y un montón de ideas para el desarrollo económico, que afecta a los más vulnerables”, añadió.

Pese a ello, el ex mandatario reafirmó que Berta Cáceres vive y vivirá en el corazón y la esperanza de este pueblo que defenderá las ideas de su lucha.

La peregrinación de miles de personas siguió, un desvío a una calle polvosa indicaba la cercanía del campo santo, lugar donde reposan ya los restos mortales de Berta Cáceres.

Entre los que caminaban, un anciano, no mayor de 80 años, tras su cuerpo cansado, su voz no callaba, y seguía con las consignas. Procedente del departamento de La Paz en la zona fronteriza con El Salvador, don Alfonso llegó con flores para la “heroína de los indígenas”.

La peregrinación llegó a su fin, en el Cementerio municipal de La Esperanza, el que fue abarrotado por los miles de participantes que acompañaron a la familia de Cáceres.

Berta Flores, madre de la líder ambientalista asesinada, agradeció a todos los asistentes por el acompañamiento y por dar continuidad a la lucha de su hija,  que a su juicio los ideales seguirán vivos entre el pueblo hondureño.

“Quisieron callarla, quisieron callar su voz, pero yo les digo no nos van a detener, seguiremos defendiendo los derechos, seguiremos defendiendo nuestras tierras y ríos”, dijo la madre de Berta, con toda fortaleza.

Lejos de ser un funeral, familiares, amigos y ciudadanos identificados con la lucha de Cáceres entregaron el cuerpo a la tierra e indicaron que ella sigue vigente entre todos, por lo que la lucha y la defensa de los derechos ambientales y de pueblos originarios de Honduras no se detendrá.

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