Alberto Romero de Urbiztondo
@aromero0568
Ala llegada de españoles y portugueses a Abya Yala, que ahora conocemos como América, la encontraron habitada por pueblos con idiomas, organización social, cosmovisiones y creencias diversas y desconocidas para los invasores. Por su visión eurocéntrica del mundo, los consideraron pueblos atrasados a los que expropiar su riqueza, ocupar y controlar su territorio y convertirlos a lo que consideraban la religión verdadera, la católica, apostólica romana, con cuyos representantes vaticanos las monarquías invasoras tenían fuertes alianzas.
En 1772, el territorio que hoy conforma El Salvador estaba habitado por los pueblos náhuatl-pipil, Lencas, Chilanga, Matagalpa, Chortí y Pocomán, representando el 60.30% de la población. El proceso de conquista, así como las masacres y etnocidios ante el levantamiento indígena del líder nonualco Anastasio Aquino en 1833 y el etnocidio indígena de 1932, disminuyeron la población indígena en nuestro país.
Estos pueblos tenían sus propias lenguas, aunque solo pervive el náhuatl, del pueblo náhuatl-pipi. Existía también el idioma Poton del pueblo Lenka, y el Pisbi del pueblo Kakawira o cacaopera. La monarquía española, para lograr su control y sumisión, además del control militar, promovió borrar su identidad cultural, mediante la persecución de su lengua, ritos y creencias, destruyendo los factores que los cohesionaban como pueblo. Parte de esta estrategia fue la política plurilingüe española que reconoció en 1570 el náhuatl como única lengua de evangelización para toda la Nueva España.
La lengua de cada pueblo es la forma específica en la que se comunican sus integrantes, quitársela empobrece su capacidad de comunicación, de transmitir ideas, información o emociones. Pero su importancia es más trascendente, puesto que la lengua refleja la cosmovisión y las prioridades de cada pueblo. No hay una equivalencia automática para una palabra en todos los idiomas. En náhuatl existen palabras para designar partes del cuerpo que otras lenguas carecen, como para nombrar los pelos de cuello (cocotzontli), la cabeza comprendiendo la cara (tzontecomatl) y sin ella (cuaitl), entre otras muchas. Al perder la propia lengua se diluye la propia cosmovisión, cultura e identidad como pueblo. Todo ello hacia más fácil la dominación y el control por los colonizadores.