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Bicentésimo décimo primero aniversario del 5 de noviembre de 1811

César Ramírez

@caralvasalvador

La vigencia de la historia es nuestra Patria, la cual permanece es los siglos, a pesar de las dictaduras, guerras, golpes de estado, estado de sitio (régimen de excepción), fraudes electorales, rupturas constitucionales, etc. Las siguientes breves observaciones las pueden consultar en http://hdl.handle.net/11298/998 del Repositorio MINDS@UTEC, con su enunciado: “Nace con ese nombre por la filosofía de colocar las producción académica de la Universidad Tecnológica de El Salvador a disposición pública (Mis Investigaciones a Disposición de la Sociedad)”, el link anotado los guía al libro El Salvador insurgente 1811-1821 Centroamérica seleccionado y publicado del Certamen sobre estudio histórico del 05 de noviembre de 1811, convocado a nivel nacional y centroamericano.

Existen divergentes factores entre los sectores de poder en 1811, uno de ellos es el doble carácter de la Iglesia, actúa en un primer plano como insurgente y en otro como contrainsurgente; en el seno de la Iglesia reside ese debate original similar al estado colonial y conquista de España entre Bartolomé de Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, cuestión de derechos e intereses entre fuerzas realistas y fuerzas populares salvadoreñas, extrañamente los sectores en un primer momento firmes insurgentes, en el segundo momento son leales a la Corona; leemos al movimiento popular con sus combates resplandecientes y otros espontáneos anónimos.

De los acontecimientos generales destaca el 4 de enero de 1811 los presbíteros Aguilares en constante rebeldía no quisieron publicar el edicto del Señor Gobernador del Arzobispado contra los insurgentes, ni el del Ilustrisimo y Reverendisimo Señor Arzobispo del mismo año. Tampoco cantaban en las misas la colecta de Famulos Tous Sra. con el fin, de no reconocer como tal, el día dos de mayo no quisieron celebrar por los Mártires de la Patria, ni predicar sin embargo las Órdenes del Gobierno. El mes de agosto de ese año el Brigadier Bustamante y Guerra retira las armas de la provincia (San Salvador), para impedir cualquier estímulo insurreccional, “di orden de trasladar las armas”, existen en esos meses diversas observaciones históricas como la siguiente: “Fray Juan Torres demandante de la Casa Santa de Jerusalén, se encontraba en el pueblo de mexicanos, meses antes de la primera revolución (1811), le dijo el Presbítero don Nicolás, que el Sor. Presidente era Emisario de Napoleón, que por eso estaba llevándose el dinero y las armas de esta Provincia, para que la cogieran los enemigos y que estaba esperando un correo, que esto le constó al Pe. Fr. José Gil y a D. Gerónimo Ajuria también”… para septiembre de ese año circulan pasquines escandalosos contra los europeos y naturales adictos a la justa causa.

Se debe destacar que existen graves diferencias entre españoles europeos y los americanos (criollos); en ese contexto el Intendente Gutiérrez y Ulloa es advertido de la próxima insurrección pero desatiende esos llamados.

El detonante de la insurrección fue el 31 de octubre fue el mal procedimiento del Arzobispo Fr. Ramón Casaus y Torres como lo refiere el Fiscal de Indias: el cual por sí solo tomó conocimiento de un delito de traición, que siguió la causa y la sentenció o cortó precipitadamente en el mismo tiempo de alborotarse San Salvador, manifestando al público que la detención y llamamiento de los Aguilares no había tenido otro objeto que la averiguación de más noticias, que ya no era las providencias.

Si esto fue así, como se infiere, si las providencias para el arresto de estos curas, en causa de traición, dimanaron de una autoridad incompetente cuando acababa de publicarse el decreto de las Cortes restituyendo a las Audiencias el fuero privativo de tales delitos que andaba desordenado; si el arresto se hizo sin tomar las precauciones necesarias con unos curas estimados del vecindario de San Salvador”… como puede observarse la Iglesia monárquica actúa por sí misma, la captura es la del presbítero Manuel Aguilar.

Aquella noticia conmociona a San Salvador el 1 de noviembre, además las noticias aseguran que algunos desean asesinar a José Matías Delgado.

1 de noviembre

La noticia del arresto de Manuel Aguilar en Guatemala, irradia San Salvador, el Alcalde Bernardo Torres citó a los de su Barrio, comunicando que llegaran a custodiar a José Matías Delgado, pero no existía certeza aún de tal evento. Día 4 de noviembre, el Alcalde Bernardo Torres citó de nuevo a la gente de su Barrio y comenzaron las novedades, tomando prisionero a Bernardo Molina a quién se atribuyó parte de la conspiración para asesinar a José Matías Delgado, además de intentar capturar a otros sacerdotes convocando a sus partidarios en el Barrio de Candelaria, con lo cual precipitaron los acontecimientos.

Nicolás Aguilar conduce la multitud que prende preso a Molina y la noche del día cinco de noviembre en el Convento de Santo Domingo conversa sobre una amplia conspiración que pretende liberar a su hermano en Guatemala.

La participación popular es manifiesta, es el pueblo llano el que se insurrecciona, destacando la primera línea de autodefensa de mulatos para Matías Delgado para evitar que le asesinaran. Mariano Fagoaga logra contener a la multitud que pretende entrar a la casa de Gobierno. Es el pueblo el generador de la insurrección, mientras los criollos defienden a los europeos, la multitud se dirige a la casa del Intendente Gutiérrez con Bernardo Arce y Manuel José Arce al frente, quienes posteriormente se fueron a dormir a casa de José Matías Delgado y el Alcalde para protegerle. En la residencia quienes formaban la primera línea de la defensa fueron los mulatos, bajo la latente amenaza atribuida a Rentería. Aquella noche se convocan a los barrios de San Salvador y “por cordillera” les comunican a la Plaza Mayor el día 5 de noviembre. Por coincidencia ese día es fecha de Cabildo, donde se reúnen las autoridades.

5 de noviembre, Mariano Fagoaga observa que las placeras y gente del mercado se agrupan en la plazuela de Santo Domingo, Fagoaga comunica las novedades al Intendente Gutiérrez, interrogando: “¿Le parece bien citar a los prelados de los Conventos, a los españoles y demás gente blanca y honrada para tomar y acordar el partido que se debía?

– Acordado (respondió Gutiérrez)”; a las 06.00 A.M El Corregidor emite un decreto de prisión a todos los europeos, por orden del pueblo. Miguel Delgado procede al desarme de los europeos por “orden del Gobierno” que residía en Manuel Morales alcalde Primero.

Para algunos militares españoles los motivos de la insurrección eran claros: independencia y desarme de los chapetones.

07:A.M.Manuel José Arce, con veinte y un años de edad, lleva un sable desenvainado en la mano derecha y el capote terciado en la izquierda. Dirige a los grupos insurrectos por la ciudad ordena sacar de su tienda al español-europeo Felipe Cereso para llevarlo a casa del Cabildo. También llevan a Braulio Palacios y Gregorio Castriciones que se acogió a un Presbítero de Santo Domingo. Pero Felipe Cereso se escapó antes de llegar al Cabildo y se refugió en su tienda hasta las 3 de la tarde. Matero Fontela se refugia en casa de los Arce, mientras los grupos insurgentes entran y salen de esa casa, ahí Manuel José Arce previene a los insurrectos, para no cometer tropelías, al vocear desde una ventana:

– “que se contuviesen, y que… que se diría de S. Salvador.”

El pueblo ha hecho gala de su poder de convocatoria y su acción de movilización, se enfila contra las autoridades. Los criollos intentan mediar y conducir estos elementos, convirtiendo las acciones de rechazo popular en acciones políticas, pero aquella situación está fuera de control. 08:00 A.M Residencia de José Matías Delgado reguarda su seguridad con cuatro trabucos de fuego. En aquella época la autodefensa no era extraña, más aún con el clima de europeos colonialistas e imperiales, su mentalidad era supremacista, así que las armas eran una respuesta aceptable.

En la ciudad de San Salvador se encuentra Juan Miguel Bustamante abogado y asesor de la Intendencia de León Nicaragua, quien en compañía del Contador José Mariano Batres, recién se enteran de los acontecimientos sociales. Deciden dirigirse a la residencia de José Matías Delgado para investigar a fondo estos eventos.

En casa a poco tiempo de llegar ¿“…entró su hermano Dn. Manuel vestido de uniforme sable, y una pistola, con el finado Lorenzana; y otros en calidad de Ministros, y refirió a su hermano, que. el Sr. Gutiérrez se resistía a ir preso al Cabildo”.

El pueblo convocado por los dirigentes de sus barrios a la Plaza Mayor, coincide con la acción política y un tercer factor detonará la movilización popular: la campana del cabildo. Bustamante refiere: “y sorprendido con una tal novedad, le pregunte que quien ordenó su prisión y me contestó que el Pueblo; le replique dónde estaba reunido y me dijo que en casa del Corregidor Morales añadiéndome que el decreto de prisión se extendía a todos los europeos”. Los españoles son trasladados al Convento de Santo Domingo y luego a Quezaltepeque y Santa Ana.

10:00 A.M. Entre tres cientos o cuatrocientos hombres se agolpan a la puerta de la casa del Intendente. Manuel José Arce acude a la misma para con el objeto de sacar a la multitud de ese sitio, lo cual logró sin lamentar mayores daños, excepto romper un farol y la puerta del traspatio.

Toque de Campana y junta en Cabildo. El sonido de la campana llamó a la multitud. El pueblo reunido en el Cabildo arma una gran vocería, mientras Manuel José Arce proclama subido en una silla proclama: “No hay Rey, Alcabalas, Tributos, terrajes y demás justos Derechos.

En aquellas circunstancias el Intendente presidiendo el acto, no podía entender las solicitudes del pueblo que, entre la confusión y trastorno de la vocería de muchos, se hacían habló al Pueblo, para que nombrase uno que metódicamente le expusiese lo que pedía con desorden, así la multitud aclama a Manuel José Arce como diputado del pueblo. En su intervención como Diputado, Arce expresa claramente que el Intendente abandone el mando.

El momento es el siguiente: “…siendo de cabildo ordinario, incautamente se tocó aquella campana, cuyo sonido reunió no más pocas gentes, como la noche anterior, sino todas las personas capaces de sostenerse en pie, ¿qué rara?, los ánimos indispuestos, el tumulto en movimiento, la potestad dudosa, nadie manda, nadie obedece, y solo el desorden reinaba, la confusión se esculpía en los habitantes de San Salvador. Pero reintegrados un tanto los espíritus de los españoles americanos, toman la voz para representar al Pueblo, que el movimiento tumultuario prometía grandes desastres, que hablase y pidiese lo que en justicia quería, y con este objeto, se congregó en las casas y corredores consistoriales”.

Desarrollo del cabildo fue tenso y crispado por llamado a la violencia, el resultado fue un Te Deum a las 12:00 M.

La visión sobre tal evento religioso por el Gobierno Insurgente es condenada por las fuerzas realistas: “hubo en la Iglesia Parroquial de esta ciudad después de la execrable y escandalosa Junta que se tuvo en el Cabildo por los mismos facciosos en Acción de Gracia de que se iban realizando sus delincuentes proyectos dirigidos todos contra el Estado, contra el público, contra los vecinos Europeos y demás que no eran de su partido, contra su patria y contra su nación”; Después de las 12:00 Ocurre otro agolpamiento del pueblo en la casa del Intendente. Con el motivo que el funcionario dejase el mando. En aquella tarde

Los Arce restablecieron la quietud por la tarde y días posteriores – afirmó el Intendente Antonio Gutiérrez – “al igual que defender y auxiliar la autoridad del Intendente, su casa y familia “en los términos públicos y notorios” La conducción popular hasta el momento irregular, ha aceptado el orden colonial como vigente, pero exige más, los Arce son mediadores-líderes de los acontecimientos, por sus núcleos organizados previo a los eventos, no obstante, la espontaneidad de los mismos exhibe el repudio a todas las estructuras que representan las autoridades. Continúan las demandas hasta tal grado que los criollos se vuelven “sospechosos” del movimiento popular, así se explica que los arces nombraran una defensa para los españoles-europeos. Los representantes del pueblo amenazan al arce.

Después del cabildo Bernardo de Arce que andaba bastón en mano, fue a la casa del Intendente con otros paisanos, a quienes nombró para defender la casa. Bernardo Arce ejercía su nueva investidura “Regidor a Don Bernardo Arce Alcalde de Primer Voto”. Ahí residió desde el martes 5 hasta el sábado 9, que hubo relevo del Barrio Candelaria. Manuel José Arce por esta actitud se vuelve sospechoso, para los insurgentes, a tal grado que Domingo Zuleta le amenazó con un “verduguillo”, mientras Faustino García y José Tomás Meléndez el albardero de San Jacinto, eran los más obstinados en querer entrar, seguidos de mucha gente hasta que salió Pe. Prior de Santo Domingo a contenerlos y lo consiguió.

En dicha casa se quedaron a dormir un presbítero de la Merced y Manuel Delgado para defender a los SS en cualquier ocurrencia.

15:00 P.M Miembros de las fuerzas reales abandonan sus puestos, entre ellos el Sargento Millan Bustos. 16:00 Cartas al pueblo llamando a la insurrección

El escribiente, Francisco Lozano

“ que es cierto que el día cinco de noviembre de ochocientos once llamaron al declarante por medio de Manuel Juárez a casa de D. Bernardo Arce y que aunque se excusó, al fin fue con permiso de su Jefe el Mntro Contador: que habiendo llegado le pusieron a copiar a las cuatro de la tarde D. Manuel José Arce y D. Juan Manuel Rodríguez la convocatoria que se hacía a los Ayuntamientos de la Prova (provincias) para que auxiliasen al de esta ciudad en la conmoción popular.

6 de noviembre Se formalizan las peticiones del anterior cabildo, el pueblo jura lealtad y ciego obedecimiento. Lealtad a Fernando Séptimo. Oponer la fuerza a la fuerza (principio de defensa y autodeterminación), además se nombra a Mariano Batres Intendente del Gobierno Insurgente. “Se convocaron los Alcaldes. Prales, y Padres de Familia de sus respectivos Barrios. Y se constituyeron a la casa de su representante en donde después de sancionar sus pensamientos: acordaron, que el mando gubernativo y político, se reasumiese en Don Leandro Fagoaga, nombrado Alcalde de primer Voto. Por. renuncia que hizo el Sr. Don. Bernardo de Arce: Que el Alce. Segdo. Fue Dn. José María Villa Señor. Que los ocho regimientos los ocupasen los S.S: Dn Bernardo de Arce. Dn. Domingo Duran, Don Juan Delgado, Dn. Fernando Silva, Don Manuel Morales, Don Miguel Rivera, Don Francisco Valleso y Don Tomas Carrillo; y que hiciese de Secreto Don Juan Manuel Rodríguez, cuyo nombramiento hizo presente el Diputado Don. Manuel José de Arce a la Junta que, al efecto, se convocó compuesta de los SS Cura de esta ciudad y de los de algunos Pueblos adyacentes. De los Reverendísimos Padres Prelados, regulares, de la Oficialía, y todos los vecinos Españoles y Mulatos honrados que. quisieron tener parte. Allí nuevamente requerido el Pueblo, de si era aquella su voluntad variante dijo: que si y para afianzar más su obligación juró solemnemente un ciego obedecimiento. A este cuerpo instalado baxo la religión cristiana, baxo las leyes municipales, baxo la superioridad de las Cortes en todo lo justo y baxo el nombre de ntro. Amado Fernando Séptimo. Oponiendo la fuerza a la fuerza qe. quiera contrastar esta determinación. Entonces la nueva autoridad procedió a hacer nombramiento de Yntendente qe. recayó en el Sr. Mtro. Contador Dn. José Mariano Batres; de Comandte. De las Armas en el Sr. Capitán más antiguo Don José Aguilar; y de Ayudante, en Don Fernando Palomo: Concluyéndose este acto Solemne, y misterioso por todos sus respectos, y dejando abiertas las discusiones, para las sucesivas Juntas. Que serán ya con representación. De los Cabildos restantes de la Provincia a quienes se convocan”.

Bibliografía

El Salvador Insurgente 1811-1821 Centroamérica http://hdl.handle.net/11298/998

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