Por Kelly MacNamara/Hla-Hla Htay
Sittwe/AFP
Birmania llevó a cabo el viernes su primer rescate de un barco de migrantes, señal de un cambio de política muy esperado aunque, según la ONU, miles de personas siguen en peligro en el golfo de Bengala.
Según las autoridades birmanas, más de 200 personas estaban a bordo de la embarcación, que navegaba bajo bandera tailandesa. Fue remolcada antes del amanecer de este viernes cerca de la ciudad de Mungdaw, punto de partida de numerosos barcos abarrotados de migrantes que huyen de Birmania.
«Un navío de la marina encontró dos barcos el 21 de mayo durante una patrulla», explicó Tin Muang Swe, un funcionario birmano, precisando que uno de ellos estaba vacío.
«Se proporcionaron primeros auxilios y alimentación en un campo temporal en Maungdaw» a los 208 migrantes, agregó Tin Maung Swe.
El Alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) confirmó esta información.
«Esperamos que a esta evolución positiva reciente le sigan otros desembarcos en Birmania y en la región, antes de la llegada del monzón», declaró a la AFP Vivian Tan, portavoz del ACNUR en Bangkok.
En estos barcos viajan tanto bangladesíes que escapan de la pobreza como miembros de la minoría rohingya, una comunidad de musulmanes pobres y perseguidos que viven principalmente en Birmania.
Este éxodo se produce desde hace años en el sureste asiático, aunque adquirió un cariz catastrófico desde que a principios de mayo los traficantes de personas vieran entorpecida su labor por la nueva política represiva de Tailandia.
En sólo unos días, 3.000 migrantes han arribado a las costas de Tailandia, Indonesia y Malasia. Numerosos barcos fueron también remolcados por estos países fuera de sus territorios, lo que despertó las críticas de Naciones Unidas.
‘Darles la ciudadanía’
Desde el miércoles, la presión internacional y las terribles imágenes de los naufragados difundidas por medios de todo el mundo llevaron a varios países a cambiar su política migratoria.
Malasia e Indonesia dejaron de expulsar barcos de migrantes, atendiendo a la petición de las organizaciones internacionales. Kuala Lumpur también anunció el jueves que había lanzado operaciones de salvamento marítimo pero de momento no ha encontrado ningún barco.
El jueves, los ministros de Relaciones Exteriores de Malasia e Indonesia, a cuyos países acuden los rohingyas, se entrevistaron con responsables birmanos.
Por su parte, un equipo dirigido por el secretario de Estado adjunto estadounidense Antony Blinken se reunió con el presidente de Birmania, Thein Sein.
Durante una rueda de prensa en Rangún, Antony Blinken instó el viernes a Birmania a darle la «ciudadanía» a los rohingyas, de los que se calcula que hay 1,3 millones en el país, con el fin de poner fin a su éxodo por mar.
Los rohingyas «deberían poder acceder a la ciudadanía», «porque la incertidumbre de no tener estatuto forma parte de las cosas que llevan a esta gente a marcharse», insistió, utilizando el término «rohingya», tabú en Birmania.
Birmania, inmersa en un año electoral crucial tras décadas de régimen militar, ha experimentado un ascenso del nacionalismo budista, y ningún político se atreve a poner en riesgo sus posibilidades de éxito tratando el problema de los rohingyas.
Ni siquiera Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz y percibida como abanderada de la democracia en el país, se ha pronunciado sobre este tema, por miedo a las críticas.
No obstante, el portavoz de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (LND), se refirió esta semana a este tema e hizo un llamado por el respeto de «los derechos» de los rohingyas, pero sin pronunciar su nombre.