BISIESTO FATÍDICO (DOS MIL VEINTE)
Por Henry Mendoza
Si fueras una canción
Si tan solo fueras una canción
te cantaría al son del último trago de una borrachera
con el rostro retorcido de trecientos sesenta y seis días de insomnio
y resaca esperando el día en que mueras antes de yacer mi alma
A la brevedad te quiero olvidar
¿pero cómo borraría las heridas de cada uno de tus infortunios
cuando pegado a la visión onírica de la noche
me susurrarías tu anhelo de lentamente matarme
hasta que el reloj marque las cero horas
del siguiente viaje en donde no estaría
cicatrizada aún tu eterna puñalada?
(Y que tu muerte al igual que la mía
solo sea una refracción de la luz que develó la mentira
de horas de verborrea delirante
donde la inocencia se devoró por falta de qué
en un eterno encierro
donde la acusación surgió de la tierra de las apariencias
pero con tu particularidad me acusaste con dos ojos hirientes,
los más inocentes que un alma pueda aparentar,
y que con veneno suficiente matan hasta al más despiadado
ser inerte y carente de emoción
y en donde la tiranía se convirtió en plausibilidad
por falta de opciones razonables al hambre
que perpetuaría la deuda asfixiante
de los más hambrientos de los hambrientos
y de los más ingenuos de los ingenuos)
¿Cuánto más deberé esperar las sorpresas de tus horas inciertas?
¿Deberé realizar nuevamente la cuenta final de tus segundos
que serán los primeros en matarte o serás tú
quien realice la cuenta regresiva de mis últimos segundos de vida
carentes de todo lo que te llevaste?
¿Debo reírme nuevamente por aquellos que te leen dividido
esperando que la próxima cuenta impresione los ojos de las
líquidas generaciones?
¿Debo volver a contar el número de veces en que mi cumpleaños
coincidió con un viernes, con la mentira que ese día
es día de la liberación obrera intelectual y física?
¿Deberé preguntarme nuevamente si el sueño de la noche
solo fue eso, o si mi sueño convertido en pesadilla es la luz
de un nuevo amanecer?
¡Oh días misteriosos y desgraciados
que se esconden en un calendario
que parece 1992, ¿A dónde quedó la reconciliación nacional?!
Si fueras una canción
Si tan solo fueras una canción
la guardaría para escucharla cuantas veces me supure la impudicia
Te dejaría guardada para escucharte en la hora de mi muerte
para ser feliz que no fuiste tú
quien me mató
si no las circunstancias
y quienes no estaban conmigo cuando pasaste
a través de mí.
Mátame, pero muere conmigo.
Y que solo seamos una narración mal redactada
Y que solo seamos como aquel escrito “Suspiro instigador”
Y que solo seamos el reflejo de sueños a base de carne y reflujos de la noche.
Mátame, pero no mates lo único que no pudiste doblegar
Mátame, pero no mates mi amor.