@davidmar2105
“¡Cómo no te voy a querer, nurse cómo no te voy a querer si te llevo dentro de mi corazón!” y el “¡Dale, dale, dale, dale, dale, FAS!”, causaron un terremoto de alta magnitud en el monumental Estadio Cuscatlán, donde la afición de Alianza y de FAS alentaban sin para a sus jugadores.
Y no era para menos, albos y tigrillos disputaban la final del Torneo Apertura 2015, la quinta en la serie particular entre ambos equipos y que hasta ayer favorecía 3-2 a los blancos.
Conscientes de que la historia los respaldaba, la afición de Alianza comenzó ganando el duelo en las gradas al colmar hasta las banderas el sector asignado y un poco más del que, en un principio, se había delegado a FAS.
Fue así que desde las 5 de la mañana, varios aficionados blancos se hicieron presentes a las taquillas del estadio para ser los primeros en adquirir sus boletos, no ser presa fácil de los revendedores y convertirse en testigos de una nueva consagración de su equipo. Y, a medida transcurrían las horas, el número de albos fue creciendo sin importar el cadente sol y las largas colas para adquirir un boleto.
Por su parte, los aficionados fasistas también salieron temprano de la Ciudad Morena para acompañar al equipo tigrillo en un nuevo intento por conseguir la esquiva corona 18.
Eso sí, a diferencia de otras finales, ayer la presencia de aficionados santanecos fue menor quizá por el alto precio de los boletos o como un mal augurio de que su equipo fallaría de nueva cuenta en su intento por salir campeón.
No obstante, tanto los aficionados albos como los tigrillos tuvieron que armarse de paciencia debido a que las taquillas de los tendidos populares se abrieron con media hora de atraso, lo cual generó el malestar de algunos.
El reloj marcaba las 10:30 a.m. cuando los portones del recinto deportivo fueron abiertos y la invasión de los graderíos por parte de los aficionados fue inmediata.
Tras varias horas de “aguante”, se llegó la hora del partido y en las primeras de cambio el duelo en la gradas fue ganado por la barra paquiderma que, al son del “¡da le albo, dale albo!” y el tradicional “¡cómo no te voy a querer¡” opacaron a la afición tigrilla que trataba de prevalecer con su grito de guerra “¡FAS, FAS, FAS!”.
Y el duelo de gargantas, aplausos, silbidos y cantos se mantuvo durante todo el partido, aunque fueron los albos quienes en ningún momento dejaron de alentar a su equipo.
Si de entrada los albos habían salido triunfantes con el duelo en las gradas, este llegaría a su éxtasis y coronación al minuto 55, cuando Juan Carlos Portillo desbordó por la izquierda y mandó centro al corazón del área fasista, donde el cancerbero Luis Contreras rechazó el balón. Sin embargo, en segunda instancia, Ramón Martínez de Paz se jugó el físico y se lanzó de “palomita” para enviar el balón al fondo de la red.
De ahí en adelante, la afición blanca no dejó de corear sus cánticos, pues a medida el cronómetro se devoraba los minutos, veían más cerca la tan anhelada corona 11.
“¡Dale, dale, dale, dale, albo!” o el “¡el quiteño lo vamos a quemar!” bajaban de los graderíos para motivar e impulsar a los jugadores a mantener el resultado hasta el final del partido; mientras que del otro lado de la moneda o, mejor dicho del estadio, la afición de FAS se apagó y por momentos trató de animar a sus jugadores, pero no lo consiguió.
Fue así que cuando el árbitro Jaime Herrera pitó el final del partido, la afición de Alianza no dudó en volver a entonar una y otra vez su himno, casi religioso, de “¡cómo no te voy a querer!”, el cual incluso fue entonado eufóricamente por varios jugadores albos. En tanto, los aficionados tigrillos, al escuchar el silbatazo final, abandonaron el Coloso de Monserrat cual niños de parvularia a recreo y no se volvió a escuchar cántico alguno en el sector sur del recinto donde estuvieron ubicados durante el partido.
Tras el festejo en el Cuscatlán, los aficionados albos se trasladaron a la Plaza Salvador del Mundo acompañados por un enorme árbol de Navidad para festejar la onceava corona que viene a teñir de blanco su Navidad.