Bodegas mentales

 

Por Wilfredo Arriola

Al que está en el infierno ya no le podés amenazar… Le comenté a un amigo al ver a ciertos indigentes caminar por las calles de San Salvador. Eso me resultó un poco abrumador, entender que es lo que puede pasar en la conciencia de este tipo de personas, si habrá algo en particular o cada día será un paso a la muerte, como todos, pero para ellos será un paso a una nueva realidad que, en el mejor de los casos, pintará ser mejor de lo que viven. La muerte para algunos es un alivio, su castigo es esperar lo que no llega.

Sábato afirma: El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria. Ante lo dicho, hay preguntas que giran en torno a lo cuestionado, siempre me permito formulármelas a manera de auto análisis y también para buscar si es posible en esa bodega mental que tenemos, algún espacio lleno del polvo de las cosas que no queremos abordar. ¿Cuántas veces nos ha visitado la miseria? Las veces que hemos estado en algún tipo de infierno ¿Hemos logrado salir con dignidad? ¿Habrá paliativos que simplemente hacen que descansemos de lo que nos acongoja? Para responderse con un poco de sinceridad, es preciso ir por los cuernos, sin más objeto que responderse sin consideraciones. Hipócrates advierte en una de sus máximas: Antes de curar a alguien, pregúntale si está dispuesto a renunciar a las cosas que lo enfermaron… El silencio que le sigue después es fundamental, porque es decisivo y porque en la réplica se pone en evidencia aquello que nos define y no todos estamos preparados para ello.

Muchos creen que hay infiernos cómodos, los vicios, sobre todo y en ese paréntesis cabe todo aquello que cuesta confesar. Todos somos adictos a algo, y si no, es porque simplemente no lo sabemos o no lo queremos saber. Basta no tener otra respiración al lado para decir quién somos y qué elegimos. ¿Un infierno disfrazado de cielo? La anestesia vestida de rutina. Hay quienes se llevan esos misterios a la tumba, otros se lo confían a sus íntimos, en el peor de los casos, carcomen la tranquilidad en noches de guardia buscando la salida a lo que muchas veces, no se camina por encontrarle, aunque estuviera frente a uno. Hipócrates lo sabía…

En todo caso, cada uno ha vivido aquello de lo que genera un crecimiento, a muchos infiernos no es grato regresar ni, aunque fuera la única salida. Se miran con respeto y se avanza con la solvencia de lo vivido, en ocasiones, se visten de manera distinta, pero su desenlace es lo ya transitado. Cambian los personajes, y las escenas, pero el trasfondo sigue siendo ese mismo fuego que contamina la realidad. Llegarlo a entender y alejarse siempre será de sabios. Se entrena la mirada, lo reconocemos

en aquellos que pueden estar en su oscuro tramo, es otra luz, pero creen que les ilumina. Estar en ambos lados, poco a poco…de eso se va tratando la vida… Al que está en el infierno ya no le podés amenazar… lo sé, sin embargo, uno es de vez en cuando todos, porque el dolor y el sufrimiento es universal.

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