Carlos Ernesto García
Poeta, escritor y corresponsal de prensa salvadoreño
Residente en Barcelona desde 1980
Qué duda cabe del enorme prestigio nacional e internacional que precede a la compañía catalana de la Fura del Baus, que, con gran esplendor, en 1992, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos, sorprendía gratamente al mundo entero, vistiendo de gala a la ciudad condal de Barcelona, y que, a lo largo de su dilatada, como brillante trayectoria artística, ha participado, con enorme éxito, en otros muchos eventos, fuera y dentro de Cataluña.
Sin embargo, toca señalar como inaceptable, además de bochornosa, la usurpación, por parte de La Fura del Baus, al haber presentado su macro-espectáculo, dirigido por Pera Tantiñá, el recién pasado 2 de octubre de 2021, en el Jubilee Park, en el marco de la Expo Dubai 2020, en la que dicha compañía se atribuyó, ni más ni menos, que la representatividad de la cultura salvadoreña, papel que, en mi modesta opinión, corresponde única y exclusivamente, a los trabajadores de la cultura de El Salvador, y no a otros, ajenos a ella. La Expo Dubai 2020, que mantiene el año 2020 en su denominación, se abría al público el pasado 1 de octubre, a casi un año de lo previsto debido a la pandemia causada por el COVID-19, y en su edición, preveía contar con más de 25 millones de visitantes, de estos 11 millones de extranjeros.
Estoy convencido de que, a la Generalitat de Cataluña (Gobierno de Cataluña), jamás se le ocurriría permitir que una compañía extranjera, por buena que fuese, representase valores culturales tan arraigados como els Castells (torres humanas); els diables (los demonios); la Sardana (música y baile); els corre focs (correfueegos), entre otras expresiones que configuran el rostro de sus raíces, que son las señas de identidad cultural de este pueblo. Si algo así sucediese, ¿No lo considerarían acaso un desatino, un despropósito, una falta de respeto a los trabajadores de la cultura catalana?
Pero traspasar los límites del respeto a nuestra cultura salvadoreña, no habría sido posible, sin la intervención, y decisión directa del principal actor en este asunto: El actual Gobierno de El Salvador, representado en la figura del Presidente Nayib Bukele, quien en un más que claro desprecio por lo propio, pasa a ignorar las gestiones realizadas, pocos años antes, por una delegación salvadoreña, encabezada por el ex Presidente de la Asamblea Legislativa, y miembro destacado del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación), y actualmente en el exilio, Sigfrido Reyes, que visitó Dubai durante el recién pasado Gobierno del profesor Salvador Sánchez Cerén, en el que jamás, se les pasó por la cabeza enviar a otros que no fueran salvadoreños.
En El Salvador, contamos con reconocidos grupos de teatro, de danza moderna, de música, pintores, poetas, escritores, y, en fin, con todo un atractivo abanico de expresiones culturales y artísticas, en donde la pregunta que subyace es, si existe en El Salvador, una verdadera política cultural, que, entre otras cosas, proteja de este tipo de arbitrariedades, y caprichos, donde cuenta más el envoltorio que el contenido, y lo chic, está por encima del respeto por la identidad cultural de la pequeña nación del área centroamericana.