Brasilia / AFP
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, calificó el jueves a la organización no gubernamental Greenpeace de «basura», y dijo que evaluará la propuesta de un diputado de crear un ministerio extraordinario para la Amazonía.
«¿Quién es Greenpeace? ¿Qué es esa porquería llamada Greenpeace? Sólo basura, es basura», respondió el ultraderechista a periodistas que lo consultaban sobre el recién creado Consejo de la Amazonía, en las afueras de su residencia oficial en Brasilia.
Greenpeace lamentó que Bolsonaro «represente una postura tan incongruente con el cargo que ocupa».
«A lo largo de nuestra historia, nuestra postura crítica contra quienes promueven la destrucción ambiental ya provocó muchas reacciones desequilibradas de los más diversos personajes. Estamos ante una más. En estos casos, la incomodidad de quien destruye el medio ambiente suena como un elogio», agregó la entidad.
Bolsonaro también criticó las posturas del papa Francisco, quien el miércoles divulgó una exhortación apostólica en la que abogó por la preservación ambiental de la región ante los embates de madereros y ganaderos y por el respeto de los derechos de los pueblos originarios.
«Se incendió toda Australia y nadie dice nada (…) El papa Francisco ayer dijo que la Amazonía era de él, de todo el mundo. Por coincidencia estaba aquí el canciller de Argentina [Felipe Solá], [le dije] mira, el papa es argentino, pero Dios es brasileño», afirmó Bolsonaro.
El gobierno brasileño acaba de reactivar un olvidado Consejo de la Amazonía (creado en 1995), transfiriéndolo a la órbita del vicepresidente Hamilton Mourao e integrado por 14 ministerios.
Pero esa estructura no integra a ninguno de los gobernadores de los estados amazónicos, que en varias ocasiones expresaron críticas a las posiciones de Brasilia ante la multiplicación de los incendios y el avance de la deforestación. Integrar a los gobernadores en el Consejo «no resuelve nada», explicó el jueves el mandatario.
A favor de abrir reservas naturales y tierras indígenas a la explotación minera y de recursos naturales, Bolsonaro acostumbra minimizar los impactos de la deforestación ambiental y tratar el tema como una cuestión de soberanía nacional.
La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 85,3% en 2019, primer año del gobierno de Jair Bolsonaro, totalizando 9.166 km2, según datos oficiales.
Esta no es la primera acusación del gobierno brasileño contra Greenpeace. En octubre pasado, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, insinuó que un barco de la oenegé podría estar relacionado con el derrame petrolero que se expandía a lo largo de la costa atlántica del país.
Bolsonaro calificó luego esas manchas, de origen desconocido hasta ahora, de «acto terrorista» y afirmó que Greenpeace «solo obstaculiza» las investigaciones.