Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y poeta
El maravilloso arte del payaso es esencial para la vida. Reír es una gran medicina, capsule dicen. ¿Y quién mejor para hacer reír que un payaso? Conversamos con uno de ellos, uno que además toca el saxofón y escribe: Bombón.
P-¿Qué significa ser payaso?
R-Pues para mí significa la oportunidad de explorar y expresar lo absurdo de mi propia personalidad, de la sociedad en la que vivo, de la manera en que enfrentamos el mundo. Significa la oportunidad de denunciar los abusos del poder en todas sus formas y de llevar un poco de alegría a chicos y grandes. Significa conocerme mejor, ser consciente de mi propia vulnerabilidad y utilizar ese conocimiento para hacer que las personas, al ver sus propias vulnerabilidades retratadas en el payaso, rían de sí mismas, de los problemas que viven a diario y así puedan reír, alegrar el espíritu y tomar fuerzas para enfrentar los retos de cada día. Al menos en mi caso, espero que mi trabajo no sirva nunca para que las personas evadan su realidad, sino que sirva para que las personas tomen fuerzas y emprendamos la lucha de cambiar la realidad que nos rodea.
P-¿Cómo es la vida de un payaso?
R-Pues cada payaso es diferente y encontramos payasos en todos los sectores y estratos de la sociedad. No es lo mismo la vida de un payaso que se gana la vida vendiendo dulces en las calles que la vida de Guy Laliberté, el payaso dueño del Cirque du Soleil. Las divisiones que encontramos en la sociedad y que determinan la vida de cada persona en esta tierra, las encontramos en las diferentes expresiones del arte y en la vida de los artistas. Eso sin hablar de que Así que en general, es imposible definir características comunes en la vida de todos los payasos. Una cosa es cierta: la mayoría de las personas piensan que la vida de los payasos es inherentemente triste y que el acto de hacer reír a los demás es una máscara que oculta nuestras tristezas. No es así, al menos no en todos los casos. De hecho, encontramos personas que son infelices, sea cual sea su trabajo: abogados, sastres, vendedores, etc. Un payaso no es más triste que ellos. De hecho, al momento de maquillarnos, ponernos nuestros trajes coloridos y plantarnos frente a un público, grande o pequeño, yo experimento – y varios colegas me dicen lo mismo – una particular alegría, no importa si antes hay cansancio, tristeza o enojo, la transformación psicológica que se da desde el momento de la preparación, hace olvidar todo lo demás. Y ver la sonrisa del público, recibir luego muestras de cariño y gratitud por ayudar a las personas a sonreír, son un antídoto muy efectivo contra las propias miserias.
P-¿Cual es la anécdota que tiene más presente de ser payaso?
R-Hace algún tiempo, personas de una comunidad del sur de Ahuachapán me pidieron les acompañara para celebrar el Día de la Niñez en el centro escolar del lugar. Fue muy satisfactorio ver a las niñas y los niños divertirse y, al final, me impresionó mucho el que una profesora del centro escolar me contó que algunos de los niños en la celebración, con 10 años de edad, jamás en su vida habían visto un payaso. En las ciudades, algo así nos parecerá increíble, pero en las zonas rurales más alejadas de nuestro país, las oportunidades que tienen niñas y niños de disfrutar del derecho a la recreación son muy escasas.
P-¿Cómo eligió ser payaso?
R-Pues, aparte de la inclinación que desde chico sentía y las primeras experiencias como payaso que tuvimos en la escuela junto a otros compañeros con los que conformamos una especie de compañía de payasos en el tercer grado, toda la vida, de cuando en cuando he sentido la necesidad de expresarme artísticamente. Desde la adolescencia, principalmente lo hice a través de la música, pero hace algunos años esta necesidad coincidió con mi anterior trabajo como responsable de un proyecto ambiental en comunidades rurales de la zona occidental del país y se me ocurrió que podía usar el payaso como un vehículo para llevar mejor el mensaje ambiental a las niñas y los niños de las escuelas. Luego me fui dando cuenta que personalmente disfrutaba mucho lo que hacía como payaso y que a las personas también les gustaba lo que yo hacía, así que poco a poco me interesé por aprender más sobre el payaso y se convirtió en una parte cada vez más importante de mi vida, hasta que me tomó por completo. Renuncié al empleo que tenía y me dediqué por completo a desarrollar a Bombón.
P-¿Existe diferencia entre payaso y clown?
R-Esa es una discusión muy larga y la respuesta depende de la escuela o en la corriente en la que uno se haya formado. Personalmente me parece que en las últimas décadas se conceptualiza como clown a una modalidad más relacionada con el teatro y que se basa en el uso de recursos para explorar y expresar las propias emociones, la vulnerabilidad, nuestros propios fracasos y de allí, surge la risa. Ha habido un trabajo muy fuerte de investigación en ese sentido en escuelas europeas y en Sur América, principalmente. Por ejemplo, uno de los grandes maestros que influenció mucho el concepto de clown en el siglo XX fue Jacques LeCoq. Él decía que al inicio de su trabajo pedagógico comenzó a explorar con sus alumnos los mecanismos de la risa, qué es lo que nos hace reír, pero no le interesaba la tradición de los grandes payasos tradicionales del circo europeo. A partir de su trabajo, desarrolló un concepto de clown y una metodología de desarrollo del mismo que me parece nos ha influenciado a todos los que nos hemos metido en este mundo en los últimos años. Entonces, algunas personas piensan que eso es un clown y que el payaso es el personaje que trabaja en los circos o que anima fiestas infantiles. Me parece que la distinción en ese sentido es un poco artificial. De hecho, en algunos casos parece que hay una cierta necesidad de parte de algunas personas de diferenciar al clown por la carga peyorativa que arrastra la palabra “payaso”. A mí me gusta más el nombre payaso – un poco por razones reivindicativas del concepto – en términos generales y luego, pensar que hay diferencias, eso sí, en términos del área a la que el payaso se dedica. Son diferentes el trabajo y la práctica, las técnicas y el lenguaje de un payaso en el teatro, un payaso en el circo, un payaso dedicado a fiestas infantiles y un largo etcétera. Cada ámbito requiere habilidades, destrezas y aprendizajes diferentes. Desde otra perspectiva podemos diferenciar por ejemplo, entre un clown, que usa como herramienta la ternura y busca, sobre todo, comunicar sus emociones, sentir las emociones del público, y un bufón, el personaje que utiliza la burla, la sátira, la irreverencia, para criticar las costumbres, la cultura y la sociedad en que vivimos.
Por último, desde cualquier punto de vista que clasifiquemos a los payasos, una división rigurosa es inútil. Habrá gente que ejerce su trabajo tanto en un circo como en un teatro, que a veces se manifiesta como clown, otras como bufón y “contamina” un concepto con el otro, mezcla técnicas, lenguajes… Es un fenómeno inherente a la dinámica de la cultura y de la práctica en todos los campos del arte.
P-¿Existen técnicas o estilos de payasos?
R-Sí. Existen infinidad de técnicas, estilos, tipos de payasos. En la cultura occidental, en el proceso de consolidación del payaso como lo conocemos ahora, a partir de la Comedia del Arte europea, tradicionalmente se ha reconocido a dos tipos principales de payaso:
El augusto, que es el tipo torpe, colorido, con vestuario muy grande para su cuerpo – o muy pequeño en algunos casos – y que representa el desafío a la autoridad, juguetón, maravillado por el mundo que le rodea.
El cara blanca, que es el payaso de vestimenta y maquillaje elegantes, magníficos, de gesto adusto casi siempre y es quien representa la autoridad, el poder.
Ahora encontramos una variedad enorme de tipos de payasos – vagabundo, toni, excéntrico, grotesco y muchos más – y, en general, no los encontramos puros. A veces es difícil clasificar un payaso en un solo tipo. Y eso que sólo hablamos de la cultura occidental. En oriente y en África encontramos otra infinidad de tipos de payasos. Cada cultura, cada clase social, cada modo de producción, como sucede con cualquier manifestación artística, produce uno o varios tipos determinados de payasos.
¿Quién es su payaso favorito?
Tengo muchos payasos favoritos, para diferentes momentos y desde diferentes perspectivas, pero si tengo que quedarme con uno, aunque algunos no lo reconozcan como un payaso, sería Dario Fo.
¿Por qué eligió el nombre Bombón?
Pues la primera vez que hice una presentación en público como payaso ya en mi vida adulta, fue el 20 de septiembre de 2008. Había preparado una pequeña rutina interactuando con el facilitador de un taller sobre desechos sólidos para niñas y niños del Centro Escolar San Miguel Ingenio, en Metapán. La noche anterior a la presentación, estuvimos platicando con mi esposa sobre qué nombre podía utilizar como payaso. Comenzamos a barajar diferentes posibilidades y ninguna nos parecía del todo bien. Hasta que uno de los dos – no recuerdo si ella o yo- mencionamos el nombre Bombón, y nos pareció que funcionaría. En ese momento no nos dimos cuenta de las diferentes connotaciones que la palabra “bombón” tiene en la cultura popular, así que después ha sido un poco penoso el que las personas relacionen mi nombre, por ejemplo con una canción llamada “El Bombón Asesino”, pero bueno… para bien o para mal, ahora las personas me identifican como Bombón el Payaso.
P-¿Cómo se lleva usted y su personaje?
R-¡Jajajaja! Lo que pasa es que, al contrario de un actor, no es que al convertirme en payaso represento un personaje. Creo que es más bien como que la parte juguetona, alegre y absurda de mí toma el control del vehículo y se encarga de todo. No son dos entidades diferentes en un cuerpo, sino una personalidad que “entra en modo turbo.”
P-¿Cuál fue la reacción que tuvo al verse por primera vez frente al espejo convertido en payaso?
R-Pues la primera vez habrá sido en la escuela y no la recuerdo, pero es seguro que me gustó porque he seguido haciéndolo durante toda mi vida y cada vez más y más. Lo que podría decir es que, ahora, cada vez que me veo al espejo, transformado en payaso, no importa lo que haya sucedido antes en el día, me siento feliz y, siempre, como la persona que inicia una misión de primera importancia para la vida de las personas con quienes se encontrará de allí en adelante.