Río de Janeiro/dpa
Con un tributo a la diversidad de su música, una fiesta de impronta más nacionalista que en la apertura y un carnaval bajo la lluvia, Brasil dijo adiós a sus “maravillosos” Juegos Olímpicos tras dos semanas en las que Río de Janeiro se convirtió en el centro del deporte mundial.
Los primeros Juegos en Sudamérica tuvieron su cierre oficial en una noche destemplada en el Estadio Maracaná, que pese al frío, el viento y la lluvia vivió una fiesta de despedida llena de música, ritmo y colores antes de dar inicio a la cuenta atrás rumbo a Tokio 2020.
Fueron 16 días que supusieron un enorme desafío para Brasil, un país sumido en una fuerte crisis económica y política y que tiene a su presidenta, Dilma Rousseff, inmersa en un proceso de destitución.
Imperfectos, pero los Juegos lograron sortear las dificultades y llegar a buen puerto para alivio de Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) que hoy siguió la ceremonia en el palco con la sensación del objetivo cumplido.
“Fueron unos Juegos Olímpicos maravillosos en una ciudad maravillosa”, resumió Bach antes de declarar oficialmente clausurados los Juegos.
Fueron, además, los Juegos de las despedidas con gloria de Usain Bolt y Michael Phelps, de la irrupción de la fabulosa gimnasta Simone Biles y del llanto dorado de Neymar, el gran héroe local que dio a Brasil su primer oro en el fútbol.
Dos semanas en las que, por primera vez en 120 años del olimpismo moderno -y quién sabe cuándo se repetirá- Sudamérica tuvo la posibilidad de disfrutar del máximo evento del deporte.
Y en las que el mundo, a su vez, pudo vivir y experimentar la exhuberencia de la “Cidade maravilhosa”, pero también las dificultades y la crudeza de la región más desigual del planeta. Unos Juegos que, a diferencia de la impecable Londres, no fueron “organizados en una burbuja”, como dijo Bach.
A diferencia de la ceremonia de inauguración, la despedida tuvo una impronta más nacional y puso énfasis en la diversidad de la música brasileña. Tras un homenaje a Santos Dumont, el pionero brasileño de la aviación, ingresó a escena Martinho da Vila, que ofreció una combinación de samba y choro y rindió tributo a maestros del género como Pixinguinha, Braguinha y Noel Rosa.
Luego, un grupo de 27 niños entonó el himno nacional mientras los colores de la bandera brasileña abarcaban todo el césped donde el día anterior brilló Neymar.
Salieron entonces los atletas de las 207 delegaciones. Enfundados en impermeables o con paragüas, los deportistas disfrutaron de la música en vivo de Roberta Sá, DJ Dolores & Orchestra Santa Massa y DJ Mika Mutti mientras se protegían como podían del diluvio. Entre otras figuras, desfilaron Biles, la estrella estadounidense de la gimnasia, y la atleta sudafricana Caster Semenya.
En una mezcla de géneros, los deportistas gozaron de la samba, la música popular brasileña (MPB), el frevo, la música electrónica -con el DJ Kygo como destacado- y el pop de Julia Michaels mientras el público bailaba y hacía la ola en las gradas.
Los recitales dieron paso a las danzas del norte de Brasil al ritmo del forró y luego a un video con los mejores momentos de los Juegos, con Neymar y Bolt como los más aclamados.
También tuvo lugar la ceremonia de premiación del maratón, finalizado en la mañana en el Sambódromo, y la presentación de la comisión de atletas del COI. Allí apareció la recientemente retirada estrella Yelena Isinbayeva, quien no pudo participar en Río por la sanción al atletismo ruso.
Fue luego el turno de pasar la posta a Tokio. El alcalde de Río, Eduardo Paes, sonriente pese a los abucheos, entregó la bandera del COI a Bach y éste a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
El momento curioso de la noche estuvo a cargo de Shinzo Abe, el primer ministro japonés, que entró en escena vestido de Super Mario Bros y salió de una tubería montada en el centro del escenario tras una actuación vinculada al popular personaje de videojuegos.
Extinguido el fuego con una final lluvia artificial que cayó sobre el pebetero, la fiesta terminó con las comparsas y un carnaval en medio del escenario al ritmo de “Cidade Maravilhosa”, la icónica canción compuesta por André Filho.