El Mundial que debía ser de ensueño se convirtió en pesadilla, ask y Brasil despertó obligado a encarar una dura realidad: el fútbol que le dio al país cinco títulos y la admiración y respeto de todo el planeta ya no existe.
No sólo se hizo evidente en la goleada de 7-1 recibida ante Alemania en semifinales, check la peor de la centenaria historia de la selección brasileña, sino también en la derrota por 3-0 ante Holanda en el partido por el tercer puesto, que el técnico Luiz Felipe Scolari siguió desde el banquillo desorientado y desanimado.
Cerca del entrenador de 65 años, que en 2002 le dio a Brasil el “pentacampeonato”, el astro Neymar y el lateral Marcelo se levantaban cada tanto para dar indicaciones a sus compañeros e intentar evitar el desastre.
Pero los abucheos de las más de 68.000 personas que concurrieron al Estadio Nacional de Brasilia, incluso con gritos de “olé” a favor de Holanda, confirmaron el divorcio entre la “torcida” y su irreconocible “seleçao”.
Brasil se despidió del sueño del “hexacampeonato” con una de las peores campañas de su historia. Empató dos de sus siete partidos y perdió otros dos. Además, recibió nada menos que 14 goles, el número más elevado registrado por un equipo en Mundiales desde que Bélgica sufrió 15 tantos en México 1986.
Y esto en un equipo cuyo “punto fuerte” era precisamente la defensa, y que en ningún momento logró ni siquiera hacer recordar las mágicas jugadas de ataque armadas en el pasado por sus grandes mediocampistas y delanteros, de Pelé a Ronaldo, de Zico a Romario.
“La historia del fútbol brasileño es muy bonita porque jugábamos así y la gente de fuera quería copiar, pero ahora veo que nosotros tenemos que copiar lo que está pasando fuera”, dijo a dpa el ex delantero Denilson, integrante del plantel que conquistó el “penta” en el Mundial de Corea del Sur y Japón 2002.
En tono aún más duro, el comentarista Rodrigo Mattos, del portal UOL Esporte, sostuvo que en este Mundial Scolari “logró convertir en un chiste al equipo más glorioso de la historia del fútbol, el único en haber conquistado cinco títulos mundiales”.
La única persona que parece no haberse dado cuenta de la enorme dimensión del desastre en 2014 es el propio Scolari, que recurrió a todos los argumentos matemáticos para minimizar el fracaso.
“Yo disputé tres Mundiales -dos por Brasil y uno por Portugal- y en todos llegué entre los cuatro primeros. No llegamos entre los cuatro mejores en 2006 y 2010, y ahora sí”, enfatizó en su última rueda de prensa del Mundial.
El mismo razonamiento hizo en privado. La televisión brasileña difundió una charla de “Felipao” con asesores y representantes de la FIFA en la víspera del partido con Holanda, en la que el técnico reiteró su tesis de que la derrota por goleada ante Alemania fue “una fatalidad” y sostuvo que el marcador no reflejó lo que fue el partido.
“Una fatalidad no puede destruir un trabajo. Ellos (los alemanes) avanzaron siete veces en el primer tiempo y anotaron cinco goles. Nosotros tuvimos cuatro oportunidades de gol en los diez primeros minutos del segundo tiempo. Si las hubiésemos aprovechado, el marcador sería 5-4. Es una cosa de locos cuando lo piensas”, dijo el entrenador ante la mirada perpleja del capitán de su equipo, el zaguero Thiago Silva.
A diferencia de Cesare Prandelli, quien renunció al comando de Italia tras la eliminación de los campeones mundiales del 2006 en la fase de grupos, Scolari no dio muestras de que esté dispuesto a salir por voluntad propia del cargo y dijo que la decisión sobre su futuro le corresponde al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), José Maria Marin.
Lo que decidirá el octagenario dirigente es todavía un misterio. Según informó el columnista político del diario “Folha de Sao Paulo” Fernando Rodrigues, antes del partido con Holanda Marin estaba dispuesto a confirmar a Scolari en el cargo al menos para disputar los amistosos con Colombia y Ecuador en septiembre, y con Argentina y Turquía, en octubre.
No obstante, Rodrigues agregó que después del partido Marin cambió de idea, y ahora se dispone a despedir al entrenador y reemplazarlo provisionalmente por el técnico de la selección juvenil, el ex jugador Alexandre Gallo.
Sería una solución de emergencia para darle tiempo a la CBF, convertida en blanco principal de las demandas por cambios profundos en la estructura del fútbol, a las que se sumó incluso la propia presidenta Dilma Rousseff.
“Tenemos que hacer lo que hizo Alemania después que perdió la Eurocopa (de 2000): una reforma en el fútbol”, dijo la mandataria en entrevista al canal televisivo GloboNews.
Así como sus compatriotas, Rousseff reconoce que Brasil, que durante décadas fue para el mundo el modelo a seguir, ahora necesita buscar en los ejemplos de otros países el camino para recuperar el fútbol perdido.
Sin embargo, no todos están de acuerdo en seguir el mismo camino. Nada menos que Pelé, el máximo astro histórico brasileño, pidió no caer en confusiones.
“Cuanto más cambiemos, peor será la cosa. No hay razón para cambiar porque no fue culpa de nadie, es algo que no tiene explicación. Desastres son cosas que pasan. Tenemos más de la mitad de los jugadores lista para el Mundial de Rusia (2018) y debemos prepararnos”, dijo “O Rei”, añadiendo su voz a un debate que promete ser arduo en el fútbol brasileño.