Carlos Ernesto García*
Desde hace algunos días vengo tomándole el pulso a la situación que vive El Salvador últimamente, y sobre las gestiones de este nuevo Gobierno, encabezado por Nayib Bukele.
En lo personal considero que Bukele esta siendo muy coherente, pues como empresario e hijo de empresario defiende los intereses de la clase social a la que él pertenece, que no es ni la obrera, ni la campesina de nuestro país.
Aquellas personas que dieron su voto a Nayib Bukele, pensando que él iba a solucionar los grandes problemas, que desde hace décadas aquejan a El Salvador, pronto se irán dando cuanta de lo erradas que estaban: tiempo al tiempo. Y si además, lo hicieron para castigar al anterior Gobierno, peor aún, porque ya se sabe que “Roma, no paga traidores”.
Muchos y muchas militantes del FMLN sostienen que su partido no supo compensar su esfuerzo y sacrificio en la construcción del partido, y durante los años del conflicto armado. Eso es tanto como esperar ciertos réditos de la revolución. Y eso no debería de ser así, pues los que dieron su sangre, y su vida en ese proceso, la entregaron en aras de un mayor bienestar para todo el pueblo. Y ese debería de ser el objetivo de todo revolucionario.
Pretender que el FMLN en estos pocos años de gobierno resolviera todos los males, es de verdad injusto. ¿Que cometieron errores?, ¿muchos de ellos del todo reprochables? Estoy convencido de que sí. Y considero que siempre que existan pruebas que así lo certifiquen, es un deber ciudadano y revolucionario, el condenarlo. Pero de eso a darle mi voto a un empresario con maquillaje de progresista, hay un buen trecho.
Temas como el de la exclusión social; el de la violencia de las distintas organizaciones criminales; el de la corrupción de todo tipo; el de la salud, así como el de la educación, la vivienda y el trabajo digno, son parte de los grandes temas, sin dejar de lado el de la violencia de género, el del estímulo a la cultura y el del medio ambiente, que deberían de estar en agenda, no son problemas menores. Son retos para cualquier gobierno, que visto lo visto, no confío, ni mucho menos que Nayib Bukele con todo su aparato de Gobierno, más la ayuda externa, especialmente la ofrecida por la administración de los Estados Unidos sea capaz de resolver. Y entre otras razones porque resulta que esos son problemas que golpean con mayor rigor a las capas económicamente menos favorecidas, y éste, lo siento, por muchas promesas que se hagan, no es el Gobierno del, ni para el pueblo.
*Poeta salvadoreño
Barcelona.
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