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Buen vivir: un camino para descolonizar nuestras comprensiones sobre trabajo y economía

Jonathan Félix de Souza
(Tomado de Agenda Latinoamericana)

La concepción del Buen Vivir, también conocida como Sumak Kausay, se ha presentado como una alternativa para repensar la economía y el trabajo en América Latina. Esta propuesta busca colocar en primer plano la valoración del ser humano y de la naturaleza, en oposición a la lógica de la ganancia y de la explotación sin frenos de los recursos naturales. El Buen Vivir busca construir una sociedad más solidaria, igualitaria y sostenible, en la cual el modo de vida y la diversidad cultural sean apreciados.

Una de las principales premisas del Buen Vivir es la construcción de una economía en base a la cooperación y la solidaridad, en vez de la competición y la busca incesante por la ganancia. Eso implica la adopción de modelos económicos más justos y sostenibles, que prioricen el bienestar colectivo en detrimento del individualismo exacerbado. Esa concepción de economía propone, además, la valorización del trabajo colectivo y de la economía solidaria, que buscan garantizar la autosuficiencia y la dignidad de las comunidades locales.

Vale la pena señalar que la concepción del Buen Vivir propone la superación del modelo de desarrollo adoptado en occidente, este pautado en el crecimiento económico continuo y en la exploración ininterrumpida de los recursos naturales. En alternativa, se propone un modelo de desarrollo más sostenido, con base en la utilización de los recursos naturales de forma responsable y en la garantía de la protección ambiental y de los derechos de las poblaciones tradicionales. Eso exige la construcción de políticas públicas que promuevan la transición hacia una economía de bajo carbono y que alienten la preservación y recuperación de los ecosistemas.

Otra premisa importante del Buen Vivir es la valoración de la diversidad cultural y de los modos de vida tradicionales de las comunidades locales. Eso implica la garantía del reconocimiento y del respeto a los derechos de las poblaciones indígenas, quilombolas y de otras comunidades tradicionales. En ese sentido, se hace necesario construir políticas públicas que promuevan la inclusión social y la valoración de las diferencias, en vez de políticas que buscan homogenizar las culturas locales.

Para que sea posible poner en práctica la concepción del Buen Vivir, es necesaria que sean adoptadas medidas que garanticen la participación activa de la sociedad en la construcción de políticas públicas y en la toma de decisiones importantes. Eso supone la construcción de espacios de diálogo y la adopción de prácticas de democracia participativa, en la que la población pueda ser escuchada y pueda influir sobre las decisiones que afectan sus vidas.

Siendo así, la concepción del Buen Vivir propone una nueva visión para el trabajo y la economía en América Latina, con base en la superación de la lógica de desarrollo a cualquier costo y en la construcción de sociedades más solidarias, sostenibles y justas. Ese concepto es fundamental para reatar la comunión entre humanidad y naturaleza, valorar la diversidad cultural y los modos de vida suprimidos por la homogenización impuesta por occidente, y superar las desigualdades sociales y económicas que azotan a nuestra querida América Latina. Además, el Buen Vivir busca garantizar la soberanía de los pueblos y la justicia social, no sólo a nivel local, sino también en el ámbito internacional, superando la lógica colonialista que domina las relaciones entre las naciones. Es hora de repensar nuestros modelos de trabajo y economía, adoptando un abordaje descolonial y libertador, que pueda llevarnos a un futuro más sostenible y justo para todos.

Para profundizar:

¿Qué experiencias de trabajo y economía sustentables conoces?

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