Bufando y resoplando, la locomotora del tren figurativo de nuestro país avanza pesadamente, gracias a la pericia, habilidad y paciencia del maquinista y los fogoneros, remontando la montaña de obstáculos, peligros, amenazas y ataques que le infieren en tantas formas los enemigos del tren y sus conductores, enemigos que son, por lo mismo, enemigos del pueblo. Ellos se mantienen empeñados en multiplicar e intensificar las acciones terroristas para descarrilar el tren, creyendo infantilmente que por su lado se salvarían de la ruina consecuente.
La mayoría de vagones del ferrocarril van llenos de vituallas, medicamentos, paquetes de útiles, calzado, uniformes escolares, computadoras; asimismo sacos de semillas y fertilizantes, fardos con sobres conteniendo ayuda económica para ancianos….
Adosados a estos vagones van otros de carga con vacas lecheras para nutrir a los mismos escolares; equipos de construcción para abrir nuevos caminos y carreteras, reconstruir escuelas y hospitales, construir puentes que unan ciudades y cantones; también equipos de bombeo para abrir nuevos pozos artesanales y dotar de agua potable a poblados de miles de habitantes, así como máquinas para nuevas instalaciones eléctricas en poblados alejados en el territorio nacional.
Los ferrocarrileros no se olvidan tampoco de embarcar las estanterías del caso para los convivios festivos del “Buen Vivir”, “Joven con Todo”, “Gobernando con la Gente” actividades que llevan a cabo en cercanos y lejanos villorrios de la República, eventos que son presididos por el principal maquinista y algunos de sus ayudantes, inundando de alegría al verdadero pueblo, que reconoce las bondades y legítima preocupación de estos conductores del tren por su bienestar y progreso. Y es de notar que si el pueblo no aprobara el trabajo de ese equipo, que se mezcla con todos, niños, mujeres y hombres, sin vallas de fornidos guardaespaldas, alguien habría atentado ya contra algunos de ellos Pero no, la gente los quiere y protege por su cuenta, pues siente que con ellos todos han y hemos dado un paso adelante en nuestra forma de vida con el gobierno anterior y con el actual –que ha intensificado la labor y los logros.
De esa manera es cómo el tren de la Nación sigue su marcha sorteando los precipicios que sus enemigos cavan a los lados del tendido de rieles para que allí se derrumbe, descarrilado. Y no debe olvidarse que al peligro de que esto suceda ayudan tremendamente aquellos famosos magistrados constitucionalistas, quienes con sus fallos y resoluciones tendenciosos generan desestabilización que entorpece el avance del tren
Por el otro lado, los opositores baten palmas, felices de que el gobierno no pueda ya mantener los niveles de subsidios al agua potable y energía eléctrica que ha venido dando a miles y miles de familias de menguada capacidad económica, atribuyendo el recorte de esa ayuda, a una supuesta e imaginaria incapacidad e insolvencia en los gastos presupuestarios. Dejan en el olvido a propósito que el riesgo de que desaparezcan del todo esos y varios otros programas de beneficios para el pueblo obedece principalmente a los déficit fiscales ocasionados fundamentalmente por los muchos millones de dólares de la gente pudiente que se niega a pagar, pero que encumbran la voz de protesta y condena cuando ven publicados sus nombres en los medios, amenazando incluso a las autoridades hacendarias de demandarlos ante la justicia por “calumnias” y “violación a su derecho de privacidad”.
La gente más sencilla de nuestro pueblo percibe con claridad que con el pago de esas astronómicas sumas adeudas, que se publican, que se estiman en alrededor de 1.500 y 2.000 millones de dólares, los maquinistas del tren no necesitarían andar con el sombrero en la mano mendigando fuertes préstamos para financiar los gastos del buen funcionamiento del ferrocarril.
Y, a este respecto, los conspiradores para descarrilarlo se niegan a aprobar normas legales que hagan coercitivo el cobro de las fortunas adeudas de los grandes contribuyentes –quienes más se alegrarían de que siguiera siendo el pueblo el que financiara el erario, soportando incrementos al IVA, como pretenden presionar a los maquinistas del tren las instituciones financieras internacionales, a las cuales los ferrocarrileros les han respondido con un rotundo NO.
A ratos, otras entidades también internacionales han reconocido y aplaudido el buen desempeño de la economía nacional, con alentadoras perspectivas incluso de significativos aumentos porcentuales.
El tren salvadoreño, pues, avanza triunfalmente, contra viento y marea, bufando en un aire de libertades plenas –algo de tanto valor que no se reconoce para nada ni en ningún momento– que es un elemento esencial para la vigencia de la democracia y para la tranquilidad en la vida de los pueblos.
La violencia y el crimen son sin duda un factor también de freno, pero tómese en cuenta que eso es un mal heredado de administraciones pasadas, cuyos altos funcionarios descuidaron combatirlos con la eficacia y métodos debidos –como lo están haciendo actualmente las autoridades correspondientes–, por estar afanados metiendo las manos en las arcas nacionales, llenando las alforjas, como también los bolsillos con los millonarios donativos de países amigos, donativos que estaban destinados para obras de beneficio para el pueblo salvadoreño.
¡Ah!, pero ya se ha visto que el que la hace y el que la debe, la pagan… si no hoy, seguramente mañana… por lo que es bueno poner las barbas en remojo, señores…