Alberto Romero de Urbiztondo
@aromero0568
En las últimas semanas de septiembre y primeras de octubre, nuestro país ha visto surgir con fuerza, una oposición social a las políticas presidenciales, erráticas, inconsultas y generadoras de un gasto público excesivo y descontrolado. Aunque un alto porcentaje de opinión publica sigue dando su apoyo a la figura del Presidente, es innegable el crecimiento y articulación de fuerzas muy diversas que se manifiestan alarmadas ante la destrucción de la institucionalidad democrática, la separación de poderes, el aumento de la militarización y un discurso confrontativo que divide a la sociedad.
La marcha del 15 de septiembre fue clara expresión de este cambio en el panorama político y social de El Salvador. Indudablemente para el Presidente y su entorno, generó sorpresa e intranquilidad. Dos hechos ocurridos en ese contexto son significativos de la búsqueda por la Presidencia de reforzar sus apoyos y legitimar sus acciones. El día 13 de septiembre un grupo de iglesias evangelicas y católica emitieron un comunicado en el que pedían al Presidente que retirara algunas propuestas de reforma a la Constitución que de forma muy tímida sentaban bases para avanzar en algunos derechos. Asumiendo sus creencias religiosas y normas morales como universales, pedían al Presidente que retirara esas propuestas de reformas constitucionales. El Presidente el día 17, dos días después de la marcha del 15 de septiembre, hizo una comunicación por twitter asumiendo la Agenda de estas iglesias conservadoras y pretendiéndo liderarla. Por otra parte el día 15 de septiembre realizó la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, encerrado encasa Presidencial, rodeado solo por militares y cuerpo diplomático, sin presencia de la ciudadanía. Una persona que se proyecta como “cool”, como un líder joven y moderno, en la practica asume concepciones fuertemente conservadoras, muestra falta información sobre la evolución del conocimiento sobre la sexualidad humana, parece ignorar la estructura familiar de nuestro país, así como que la mayor parte de abusos a niñas y adolescentes se dan en el seno de la familia. Solo parece querer buscar el respaldo de grupos que considera que están organizados y tienen influencia en la sociedad, como las iglesias.