Por David Alfaro
Febrero 1 de 2025
En El Salvador, la justicia no se mide en juicios ni en pruebas, sino en el miedo del pueblo y en las ganancias del régimen. Las cárceles están llenas de inocentes, mientras los verdaderos criminales gobiernan con impunidad.
Si las estadísticas hablaran por sí solas, la imagen de El Salvador en el mundo ya no sería la del país más violento de América, sino la de la prisión a cielo abierto más grande del planeta. Con 1,659 presos por cada 100,000 habitantes, supera con creces a regímenes autoritarios como Cuba (794), Ruanda (637) o Turkmenistán (576). Incluso, la potencia carcelaria por excelencia, Estados Unidos (541), parece moderada en comparación.
Mas de Cien Mil Presos
Pero estos números solo cuentan una parte de la historia. Lo que hay detrás es un sistema de terror institucionalizado donde decenas de miles de personas languidecen en prisión sin juicio, víctimas del régimen de excepción que Bukele impuso en marzo de 2022.
La supuesta «guerra contra las pandillas» se ha convertido en una guerra contra los derechos humanos, con más de 3,000 menores de edad tras las rejas y casi 370 muertes documentadas por tortura y enfermedades en condiciones inhumanas.
El Negocio de Capturar y Encerrar es Redondo
Cada mes, las familias de los presos compran paquetes de alimentos y productos básicos que el sistema penitenciario vende a precios inflados, generando más de 100 millones de dólares al año. Y aunque miles tienen cartas de libertad emitidas por jueces, el director de centros penales, Osiris Luna, las ignora sistemáticamente: un preso libre es un cliente menos.
Los Verdaderos Mareros Engordan en el CECOT
Mientras tanto, en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la supuesta prisión más brutal del hemisferio, los mandos medios y bajos de las pandillas viven sin carencias. No hay registros de muertes en ese lugar. No hay desnutridos. No hay reportes de epidemias o torturas.
No es coincidencia: Bukele liberó a la cúpula de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 en un pacto oscuro que, al ser descubierto, le costó su imagen internacional y lo obligó a capturar indiscriminadamente a decenas de miles de jóvenes, inocentes en su mayoría, para mostrar la imagen de hombre fuerte, el Strong Man de la revista Time.
El Salvador es hoy una Inmensa Cárcel donde el Miedo es la Única Ley.
Una nación gobernada por la extorsión, donde la promesa de «seguridad» se paga con la vida y la dignidad de su gente. Mientras el mundo mira con fascinación el show de Bukele, los muros invisibles que él ha construido siguen creciendo. Y, como en toda prisión, los verdaderos criminales no son los que están dentro, sino los que manejan las llaves del poder.
Fuente: Estadísticas Mundiales
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