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Bukele inaugura practicas propias del fascismo

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

La historia registra que a la llegada de Hitler al poder en Alemania, en 1933, aprobaron la “Berufsbeamtengesetz” (prohibición profesional), por medio la cual mayor parte de la población judía, opositores políticos, artistas y otros grupos sociales tuvieron prohibido  trabajar y ejercer sus profesiones.

Ante la persistencia de esa práctica, aún después de derrotado el fascismo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, al calificar una demanda, señaló que se violaba la libertad de expresión, la libertad de asociación y reunión.

En nuestro país, sin proclamar una ley semejante, el presidente Bukele, ha iniciado su gobierno haciendo derroche de supresión de Secretarías, despidiendo trabajadores y ejerciendo escarnio con empleados, acusándolos de ser parientes de miembros del FMLN o exfuncionarios del gobierno anterior.

Con desprecio a la institucionalidad y las leyes laborales, con irrespeto a sus propios funcionarios recién nombrados, a los que despoja de sus propias facultades, al darles orden por un twitter y les impone obedecer, a pesar de que con ello violenten la legalidad, y deban responder en el futuro; se presenta como el presidente que “si manda”, con lo cual busca el sometimiento de todo el estamento de funcionarios y empleados públicos, así generar una ambiente sicológico de odio y miedo en la sociedad.

A la manera de circo romano en la edad media, demuestra que puede ordenar a quien aplastar, esto es para que todos, por conveniencia o temor, se sometan a la aplicación de sus reales y hasta hoy inconfesos planes, en los que, sin duda, estarán a la orden las privatizaciones, las perdidas de programas sociales y democráticos, como lo evidencian las víctimas del Mozote y otros.

La veracidad de sus aseveraciones no importan, lo que importa es que lo diga y eso basta para que sea cierto. Y el ridículo que de ello se desprende es menos importante, que el hecho de mantener a todo mundo atento de sus mensajes.

Se nota que en su mente tiene como pesada carga, algunos nombres de personas que hemos llevado una vida digna, de lucha y trabajo, con identidad y orgullo de ser quienes somos; es tanto su desvelo que inventa hermanos, pone hijos, cambia nombres y desconoce profesiones o cargos.

Mi suegra fallecida, no le podrá responder que no tiene un hijo que él le atribuye; porque solo así podría ser mi cuñado, pero en el circo cualquier desliz pasa inadvertido, importa más el efecto ya causado.

Su forma de actuar, pasa de ser una simple extravagancia o expresión de dolor, por haber sido expulsado del FMLN; es algo más delicado que merece ser analizado con seriedad, por la destrucción de la institucionalidad, que ha costado construir en nuestro querido El Salvador.

Su discurso del 1 de junio demostró el desprecio a la diversidad política, a la existencia de instituciones que son parte del Estado y de sus propios invitados; el centro fue presentar al país como un niño enfermo, al que él va curar y para lo cual hay que aplastar a quienquiera.

La medicina amarga la empieza a repartir, se lleva de encuentro a sus propios seguidores; pero esa medicina amarga, pasará de ser la falta de empleo para unos, a ser la falta de servicios para muchos, a ser oportunidades para pequeños y medianos empresarios, a ser oportunidades de unos pocos amigos del Presidente. Pasara de ser acceso libre a la información, al atropello de quienes la pidan.

En esta ocasión aclaro, no expreso estas reflexiones como persona señalada de tener un hijo empleado al que ordenan despedir; hijo de quien me siento orgullosa por su capacidad, don de gente, sus méritos y segura de sus derechos; las hago como ciudadana, militante de izquierda, preocupada por el futuro de mi país, de lo peor que puede ser para todos, el hecho de simplemente celebrar cualquier acción descabellada del Presidente y su Gobierno.

Vencimos la dictadura como pueblo y al FMLN le correspondió un rol determinante junto a su pueblo, con conciencia para luchar, ganamos la paz y abrimos espacio a la democracia imperfecta, aún así, vista por otros como algo positivo; pero dejar que el país se deslice hacia practicas dictatoriales y fascistas será grave para las futuras generaciones.

Tenemos leyes e instituciones, es la hora que a quienes les toca ejercer su rol de hacer respetarlas, lo hagan sin el fanatismo de quienes el 1 de junio juraron respaldo a toda acción del Presidente. La historia es maestra y aprendamos de ella.

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