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Bukele y los Estados Unidos: ¿hacia un choque de “trenes”?

Carlos E. Vela
Ingeniero-científico
Salvadoreño-americano

Desde Washington. En una medida sin precedentes, EE. UU. nombró a la exembajadora para El Salvador, Jean Manes, para que desempeñe el cargo de Chargé d’affaires en la República de El Salvador. La embajadora es una diplomática de carrera que fungía como encargada de asuntos civiles para el Comando Sur de las fuerzas armadas de los EE. UU. Un Chargé d’affaires es un diplomático que, en ausencia del embajador, se desempeña como jefe de misión de una embajada. Es un diplomático que actúa como encargado de los asuntos y preocupaciones (traducción literal de Chargé d’affaires) de forma temporal o por tiempo indefinido en casos y lugares donde no existes relaciones agradables entre dos países, tal es el caso de El Salvador o Venezuela.

La atención a Centroamérica en general, y El Salvador en particular por parte de los EE. UU., es evidente. Se ha nombrado una Chargé d’affaires, Jean Manes, con experiencia en relaciones diplomáticas y militares; se han dado visitas de la vicepresidente Kamala Harris, del secretario de Estado, Antony Blinken, del secretario de Seguridad, Alejandro Mayorkas, del encargado para el Triángulo Norte de la Casa Blanca, Ricardo Zúñiga, y de la directora de USAID, Samantha Powers. A lo que hoy se añade la recién llegada de una delegación de alto nivel con representantes del Departamento de Estado, Pentágono y Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, constituida por: Victoria Nuland, subsecretaria Adjunta para Asuntos Políticos del Departamento de Estado; Julie Chung, subsecretaria Adjunta para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado; Dan Erickson, subsecretario Adjunto del Departamento de Defensa;  Megan Oates, directora para Centroamérica del Consejo de seguridad y Rick Uribe, director de Estrategia, Política y Planificación del Comando Sur.  ¿Qué significa todo esto? Pareciera que vamos hacia un choque que los EE. UU. busca evitar, y que, de no ser posible, sienta las bases para amortiguar dicho choque si es que se vuelve inevitable. En buen salvadoreño: “mas claro no canta un gallo”.  La delegación tuvo una larga reunión con el presidente Bukele donde le hicieron saber al presidente que los EE. UU. necesita un aliado democrático, respetuoso de la independencia judicial, garante de instituciones sin corrupción. Por su parte, los EE. UU. haría inversiones para el desarrollo económico del país, entre otros tópicos de importancia mutua. La opción recae en el presidente Bukele.

La llegada de estos personeros de alto nivel y el nombramiento de la embajadora Manes como Chargé d’affaires para El Salvador se da en un momento tirante entre el presidente Bukele y los EE. UU., a raíz de las violaciones al Estado de derecho de Bukele, sus continuas conferencias de prensa que son básicamente arengas provocativas para azuzar al pueblo y provocar a los EE. UU., la incesante campaña a través de troles y youtubers que lo apoyan contra miembros del congreso de EE. UU., de ataques contra el presidente Biden y la vicepresidente Harris (y emisarios como el enviado especial Ricardo Zúñiga). Además, estos mismos troles y youtubers han lanzado campañas de difamación contra ciudadanos estadounidenses de la diáspora salvadoreña en EE. UU., abriéndose a juicios por difamación en las cortes americanas. Pero peor aún son las amenazas a muerte a la congresista Norma Torres de Los Ángeles por fanáticos bukelistas en los EE. UU.

Además, el presidente Bukele, apoyado por sus troles y youtubers, ha tratado de usar sus relaciones con China como cuña contra los EE. UU. (algo que China diplomáticamente ha rechazado), insinuando que estaría abierto a un sometimiento total de El Salvador a los intereses chinos, incluyendo control y manejo del puerto de Cutuco en La Unión y sin descartar el uso de Cutuco por la flota militar china y la apertura de una base en El Salvador, así como la incesante promoción de China y Rusia por los troles y youtubers afines al Presidente, son causas de comprensible preocupación en EE. UU.

La obstinación del presidente salvadoreño en retornar a los tiempos pre-Acuerdos de Paz, cuando el autoritarismo militar prevalecía, apunta a un plan de instalar una autocracia en perpetuidad de al menos 40 años, como manifestó el Dr. Fabio Castillo. Bajo dicho plan hay que imaginarse un control absoluto del Estado, sin pesos y contra pesos, con una Asamblea Nacional que únicamente aprueba sin debates lo que le convenga al mandatario, con una Corte Suprema copada con adeptos al presidente y con una Fiscalía sumisa a sus designios. A este control se añaden otras preocupaciones que deberíamos de tener en cuenta: 1) El blindaje a los ministros por actos de corrupción con la ley Alabí y la eliminación de la CICIES, y 2) Las negociaciones con las pandillas, que de facto siguen controlando territorios y someten a la ciudadanía a un doble impuesto mediante el cobro de rentas y hasta el desalojo de sus casas cuando les conviene, el reclutamiento forzado de jóvenes, y, peor aún, el secuestro de niñas para sus placeres e intereses.

A todo esto, hoy se añade la decisión de convertir el Bitcóin como una “moneda” de curso legal en El Salvador, decisión que se ha hecho sin debate en la Asamblea. Por sus características, el uso del Bitcóin es conveniente para el lavado de dinero y transacciones ilegales, entre otras actividades que pueden escapar al control de instituciones financieras creadas para ello.

Este comportamiento y medidas, promovidas y puestas en marcha por el presidente Bukele, han de haber infundido nuevas preocupaciones al gobierno del presidente Biden. Y es este conjunto de preocupaciones lo que ha llevado al presidente de EEUU a actuar con celeridad al colocar a una persona con experiencia y conocimiento del contexto al frente de las relaciones entre ambas naciones y enviar una serie de delegaciones, de alto nivel, sin precedentes a El Salvador y Centroamérica.

Bajo esta situación, es obvio que EE. UU. ya tiene preparado un abanico de contingencias y alternativas como tratar con Bukele (reafirmo léase Bukele, no El Salvador) de darse un desencadenamiento fuera de control.

El presidente Bukele todavía está a tiempo de evitar un “choque de trenes” con los EE. UU., considerando que el gobierno norteamericano representa un tren real, mientras que Bukele solo es un trencito de juguete. Los votantes salvadoreños no lo eligieron para que destruyera al país y lo enfrentara a los EE. UU., sino para que construyera un mejor El Salvador. Los EE. UU. le está ofreciendo esa oportunidad y hay que aprovecharla. El presidente Bukele aún esta a tiempo y tiene la oportunidad de cambiar una desventura por una ventura.

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