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Bye Bye, Bibi

Isaac Bigio
Politólogo economista e historiador

Según todas las encuestas, si en Israel se dieran elecciones generales ahora, Benjamín «Bibi» Netanyahu sería reemplazado como primer ministro por el general (r) Benny Gantz, quien poco antes fue su ministro de defensa y número dos, pero que ahora lidera su nuevo partido y es ministro sin portafolio del gabinete militar.

El lunes 4 y martes 5 Ganz fue recibido en Washington con la atención de quien fuese un estadista (muy por encima de la que se le ha dado a la actual presidenta peruana) y el miércoles 6 fue a Londres para verse con el primer ministro y su canciller. Netanyahu instruyó a los embajadores israelíes que no le acompañen.
Con su gira, Ganz quiere ser promovido como el siguiente gobernante israelí. Netanyahu es impopular en casa y dentro de sus países socios.
Se agranda la brecha entre el centroderechista presidente demócrata Joe Biden y el gobierno más ultraderechista de la historia israelí. Apenas se dio la incursión del Hamás (7/10/2023), Biden fue a
Israel diciendo que este es el peor ataque a judíos hecho luego del holocausto nazi, pero pidió no actuar precipitadamente como antes lo hizo EEUU en Afganistán. Netanyahu no le hizo caso a ello y a su recomendación de no bombardear indiscriminadamente.
Mientras, EEUU demanda acabar con la ocupación de Gaza y Cisjordania, Netanyahu piensa quedarse 10 años en Gaza y veta cualquier posibilidad de un Estado palestino (pese a que las Naciones Unidas se lo demandan).
En su gabinete hay varios ministros que abiertamente propugnan expulsar a los palestinos para colonizar sus tierras. El ministro de seguridad, Itamar Ben-Gvir, arma a colonos sionistas para enfrentar a los civiles palestinos (más de 400 de ellos han muerto en Cisjordania, sin contar con 38,000 muertos/desaparecidos en Gaza). También propone que los derechos de los israelíes están por encima del de los palestinos, llamando, además, a crear más restricciones y puestos de control en las aldeas de Cisjordania.
Varios ministros piden «transferir» palestinos a otras naciones (Ben-Gvir pide mandarlos a Irlanda). Amihai Eliyahu, el ministro de patrimonio cultural (que debiera estar protegiendo la herencia milenaria de Gaza, que fuese, bajo la égida egipcia, la primera capital de lo que hoy es Israel), postuló dos veces arrasar nuclearmente a dicha franja y ahora llama a «eliminar el llamado mes de Ramadán».
Este es la festividad religiosa más masiva del Viejo Mundo. Entre el 11 de marzo y el 10 de abril, unos 1,600,000 musulmanes ayunarán de día y solo comerán de noche, mientras van a rezar desarrollando la comunidad global islámica. Esto va a generar una serie de desafíos para el conflicto. Hoy una consigna palestina es desencadenar la «nueva tormenta Ramadán», con más protestas y acciones a nivel global.
Occidente quiere que se dé una tregua para entonces, a fin de no exasperar al principal credo de Asia/África y a su mayor minoría etno-religiosa. Ben-Gvir quiere seguir prohibiendo el ingreso de musulmanes a la mezquita de Al-Aqsa (Jerusalén), donde el Islam sostiene que Mahoma fue al cielo. Su colega Eliyahu quiere anular dicha festividad, que es como pretender hacer lo mismo con cualquier otra festividad religiosa cristiana, judía, etc.
Se suponía que para el lunes 4, al cumplirse 150 días de la guerra, se debió haberse iniciado una tegua, pero no se le ha hecho caso al ultimátum que hizo Biden. Se han avanzado posibles acuerdos para intercambiar un rehén israelí por cada 10 presos palestinos, en una pausa de 6 semanas y en el ingreso de camiones con víveres a Gaza. Diferendos hay por la negativa de Netanyahu de sacar a sus tropas de Gaza y acabar la guerra, y del Hamás de no entregar la lista de los cautivos israelíes que no han muerto con los bombardeos.
En Israel se especula que el jefe del Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, no está apurado en un acuerdo. Según el expremier Ehud Olmert, él podría sacar beneficios tras un sangriento ingreso de tropas israelíes a Rafa, donde hay 12,000 palestinos por km². Esto generaría una repulsa global que podría obligar a Occidente a distanciarse de Tel-Aviv o de otros países musulmanes a intervenir en su favor.
Según el diario «Ha-Aretz», Sinwar quiere aprovechar el Ramadán para movilizar a millones de musulmanes del planeta a demandar intervenir en Gaza, algo que él hubiera querido que pase a inicios del conflicto, pero solo ha conseguido un limitado apoyo de Hezbollah y Yemen, mientras que Irán no quiere «pisar el palito» y desencadenar una guerra regional.
Casi la mitad de los 2,300,000 gazatíes padecen enfermedades infecciosas y la gran mayoría de ellos están indigentes y desnutridos. Los críticos a Sinwar aducen que a él no le parecería crucial evitar tantos sufrimientos. Empero, Hamás responde que la verdadera causa del impasse es que se les quiere obligar a negociar con chantajes del hambre. Tras que 110 gazatíes murieron tratando de recibir alimentos (muchos de ellos baleados por soldados hebreos), Jordania, Egipto y EEUU vienen lanzado comidas desde aviones y hay una presión para que Israel deje entrar más víveres.
Washington busca cambiar su rostro destinando S180,000 en ayuda humanitaria, aunque ha dado $14,000,000,000 en armas a Israel. Gracias a ello, Gaza se ha convertido en la franja más bombardeada de la historia mundial. Sobre esta han caído 70,000 toneladas de TNT, casi 5 veces más que en Hiroshima. Lloyd Austin, ministro de defensa norteamericano, afirma que hay más de 25,000 niños y mujeres muertos en la guerra, una cifra mayor a la que otorgan las autoridades de Gaza.
El ir a una conflagración regional es también algo que promueve Ben-Gvir y otros extremistas sionistas, quienes quieren aprovechar de una guerra internacionalizada para despoblar y colonizar todos los territorios ocupados desde 1967 e incluso anexarse Líbano sur.
El otro líder de la ultraderecha hebrea es Bezalel Smotrich, quien no dejó pasar harinas de EEUU para los gazatíes, mientras que sus partidarios quieren impedir el ingreso de camiones con víveres a Gaza. Smotrich, como ministro de finanzas, es corresponsable de que por primera vez en su historia Israel haya sido degradado en el índice financiero Moodys. Según ese ministerio, la guerra puede costar $13,800,000,000. En noviembre 2023 el turismo se redujo al 10% de lo que fue en ese mismo mes del 2022. El gran tráfico de pasajeros a Israel se ha reducido a casi solo el que brinda El-Al (la aerolínea local). El afluente comercio marítimo desde el Mar Rojo se ha casi anulado tras el bloqueo yemenita. Israel avanza hacia una profunda recesión.
A Netanyahu, además, se le ensanchan otros frentes internos. A inicios de marzo renunciaron varios portavoces de las FFAA hebreas, como Faniel Hagar (quien siempre informaba diariamente a la prensa). Cada vez más crecen manifestaciones pidiendo alto al fuego para intercambiar presos palestinos por rehenes israelíes, dos de ellas han durado días marchando desde Tel-Aviv a Jerusalén.
También se presionan a judíos ultra-ortodoxos a dejar de estar exentos del servicio militar, generando nuevas protestas. En Mea-Shearim, un barrio religioso-judío en Jerusalén construido allí antes del inicio de la colonización sionista, ultra-ortodoxos se han enfrentado con policías. Muchos de ellos llevan la bandera palestina, piden una Palestina multiétnica y dicen que Israel es el único país del mundo que les reprime.
Paradógicamente, Yair, el hijo de 32 años de Netanyahu, vive en Miami gastando $5,000 mensuales y protegido por servicios secretos israelíes. Todo un contraste con la situación de todos los israelíes de dicha edad que están obligados a enrolarse, o a la de líderes antisionistas que han perdido familiares en esta guerra (misiles mataron al hijo de Ismail Haniyeh, jefe del Hamás, y al nieto de Hassan Nasrallah, jefe de Hezbollah).
Estamos entrando sin treguas al mes sagrado mahometano y a la fecha internacional de las mujeres. Las palestinas de Gaza andan desnutridas, sin alimentos, toallas menstruales, anestesia para operaciones, salas de parto, servicios de higiene,, posibilidad real de lactar y con la constante amenaza de que en cualquier momento cualquiera de ellas, de sus hijas o sus familias sean bombardeadas.
El periodista israelí Bradley Burston acaba de publicar el libro «El fin de Israel». En este, él traza la estrategia con la cual Netanyahu quiere sobrevivir: «Necesita que el mundo acuse a Israel de Genocidio, Apartheid y Limpieza Étnica». Con ello, Netanyahu va a querer aparecer como el salvador de un pueblo difamado y aislado contra el resto del mundo.

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