Por Ralph M. Lewis, F.R.C. (Pasado Imperator de AMORC, De la Revista El Rosacruz – Septiembre de 1950)
¡La cacería de brujas continúa hoy!
Al principio fueron la ignorancia y el miedo a lo desconocido los que hicieron condenar a personas inocentes a ser quemadas como brujas. Más tarde, fue el prejuicio religioso, las preferencias personales y el odio, los que movieron el dedo acusador contra la víctima inocente e hicieron pronunciar el grito: “¡Bruja! ¡Hay que destruirla!”
La cacería de brujas en la Edad Media, y a principios de la historia americana fue una manera fácil de aniquilar a quienes se atrevían a expresar pensamientos liberales que no estaban de acuerdo con la ortodoxia de entonces.
¡La cacería de brujas continúa hoy! Todavía no han reaparecido los martirios de la Inquisición ni los tormentos de la Edad Media. En su lugar se desatan campañas insidiosas de descrédito y maquinaciones del ridículo contra todos aquellos que piensan de manera diferente.
En estos días, la cacería de brujas se lleva a cabo en las páginas de ciertas publicaciones que alardean de modernismo. De varias maneras tratan de desacreditar a quienes se atreven a tener creencias heterodoxas. No tratan de torturar a las víctimas con hierros candentes ni con picas; a cambio de esto hacen circular dibujos y escritos que no tienen por objeto quebrantar huesos ni cortar carnes, sino colocar los pensamientos e ideales de las víctimas dentro de un marco de ridículo y desprecio.
El mal olor de la carne humana quemada
El olor de la carne humana quemada, del humo y de las llamas, incitaba en un tiempo las revueltas pasiones de la muchedumbre, y se descargaba la furia contra el inocente. Hoy esas publicaciones con sus campañas insidiosas estimulan el desprecio y los prejuicios de los lectores poco informados, contra los individuos o las organizaciones escogidas como víctimas.
¿Quiénes son esos individuos y esas organizaciones?, ¿quiénes son las víctimas de esas “cacerías de brujas” de hoy? Todos aquellos que exponen las doctrinas místicas; los que afirman que el individuo debe atenerse a su propia interpretación de las experiencias de la vida; los que afirman que el hombre debe confiar en su propia conciencia íntima, de lo divino, antes que confiar en un dogma. Entre estos, quedan de relieve como objeto de ataque los Rosacruces.
Si la historia se repite ¿qué esperanza tendremos de alcanzar un mundo que no esté forzado por la tiranía política o religiosa? No toleremos esos golpes. Cancelad vuestras suscripciones a esas publicaciones. Si se leen con cuidado se descubrirá el motivo secreto, la razón (religiosa) de esa agresión contra el pensamiento esclarecido. Señalad a vuestros amigos la verdad de esos motivos y pedidles que cancelen sus suscripciones. Tomad parte en la cruzada por la libertad del pensamiento.