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Caleidoscopio Sala Nacional de Exposiciones

Caralvá

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Suplemento Tres mil

 

Aquél viernes de febrero asistí al conversatorio de pintura denominado: Horror Vacuis, unhealthy la hora indicada: 10:00; para alcanzar ese destino opté por un trayecto muy complicado, tadalafil porque el lugar es el histórico Parque Cuscatlán; mientras el tráfico eleva la temperatura externa e interna del auto, capsule llegué con retraso, afortunadamente el evento no se inició a la hora exacta… extraño suceso, acá somos obsesivos con la puntualidad, de ello doy fe ante cualquier corte constitucional, digo celestial.

El Parque Cuscatlán tiene calles internas sin pavimentar es un territorio singular, por un instante imaginé los antiguos caminos rurales con tierra blanca, mientras en sus bancas de cemento y otras aún metálicas contienen a los eternos enamorados juveniles; a unos metros niños con sus maestras en alegres cantos celebran cumpleaños infantiles, en ese espacio de múltiples mundos urbanos turistas señalan los nombres del Monumento a la Memoria y Verdad con sus rosas rojas, ahí abrazos familiares invocan a los inolvidables, en la distancia me parece escuchar sus plegarias.

Avancé hacia el recinto de exposiciones, mi vista distingue una serie de cuadros sorprendentes, mientras grupos de interesados se concentran de acuerdo a su escuela de arte; algunas son pinturas, dibujos y esculturas creadas entre 1991 y 2015, por: Óscar Soles, Luis Lazo, Dagoberto Nolasco, Negra Álvarez, Romeo Galdámez, Mauricio Mejía y Antonio Bonilla.

La gira-conversatorio alrededor de la Sala fue guiada por: Mayra Barraza, Romeo Galdámez, Luis Lazo y Armando Molina, divulgando detalles conceptuales; Galdámez habló del Arte Correo, una tendencia que fusiona arte y comunicación, además mencionó a Walter Benjamin… por instantes el tiempo parecía congelarse, recordaba mis escuelas mexicanas, las ideas consideradas subversivas y aniquilables del siglo pasado, ahora brillaban con actualidad en el siglo XXI; parecía que escuchaba música con colores al óleo de un artista que sintonizaba la libertad en sus cuadros, imaginé los cursos libres de lejanas naciones hablando de Matisse, Picasso, Miró, Klee en el corazón de mi soleada ciudad de San Salvador.

Luis Lazo habló de su cuadro con  la representación y complejidad de la figura humana, bajo la autobservación en diferentes planos, mientras describía a un hombre con una lupa en sus manos que refleja su rostro en tres planos, similar a una tercera dimensión, mientras arterias de color rojo emergen de la tierra, abrazando sus botas de fatiga, es una figura que parece hecha de clones futuristas conjugados con aspectos medioambientales, aquello era una especie de placer visual que solo otorgan los artistas al mundo, la visión se convierte en gratitud por tomarse el trabajo de beneficiarnos con sus proyecciones concretas.

Cuando hablaron del sacrificio por la obra, años de trabajo, paciencia y más paciencia en busca de la perfección, etc., te identificas exactamente en la acción genuina que incluye a la humanidad en sus cuadros.

Al final del evento, otorgaron un pequeño refresco y un pan, nunca antes me deleité con un alimento tan lleno de color e historia, me eliminó el horror al vacío.

Recordé unas palabras de Guayasamin: “pese a todo, no hemos perdido la fe en el hombre, en su capacidad de alzarse y construir; porque el arte cubre la vida. Es una forma de amar”.

Ver también

Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024