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Isabel Pérez comparte un momento en la cocina de la vivienda de Francisca López, con niños del cantón La Ceiba, en el municipio de Jocotán, departamento de Chiquimula, Guatemala. La familia padece desnutrición crónica por falta de una dieta adecuada. Foto Diario Co Latino/Guillermo Martínez.

Cambio climático versus la seguridad alimentaria

Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino

Isabel Pérez es madre soltera, con siete hijos, comparte como su aldea la descendencia del pueblo Maya-Chortí, que se ha convertido en una población de extrema vulnerabilidad por efectos del cambio climático.

En la aldea, la niñez camina al filo de la navaja de la desnutrición crónica o severa. La falta de alimentos o la carencia de una dieta nutritiva afecta en la población infantil su talla y peso, que impacta sus proyectos de vida, explicó Dina Sagastume, coordinadora del Proyecto “Hambre Cero”, que impulsa la Mancomunidad Trinacional Fronteriza Río Lempa, desde su “Plan de Recuperación Nutricional y Comunitario”.

Este caserío Maya Chortí se encuentra en el cantón La Ceiba, Talquezal, municipio de Jocotán, departamento de Chiquimula, Guatemala, enclavado en un cerro a 1 mil 270 metros sobre el nivel del mar. Este bosque de coníferas, que crece en un suelo arenoso y suelto, que por los vientos de la cima provoca la erosión de los suelos lo que afecta el cultivo de granos básicos.

Isabel Pérez, Gregoria Bonilla Y María Roque participan del proyecto “Hambre Cero”, donde se capacitan a las madres de familia, por 12 días consecutivos, en la preparación de cinco recetas cargadas de nutrientes, de bajo costo y con especies vegetales de la zona en que viven.

“Yo uso puntas de güisquil (retoños), malanga (parecida a la papa), tomates finos (jitomates) cilantro y los mezclo con arroz o con frijoles y a los niños les gusta”, afirmó Isabel Pérez.

María Roque comentó que luego de esta dieta de nutrientes, sus niños han mejorado su salud, “mi niño de dos años no caminaba y desde hace dos semanas, que viene comiendo con esta dieta lo veo más dispuesto y mejor”, señaló. “Hemos trabajado con las autoridades locales sobre las prioridades dentro de las situaciones de esta población y una de ellas, precisamente es la Seguridad Alimentaria. Una de las acciones que atiende esta política, a través de este programa, es la recuperación nutricional que inicia con todas estas personas que están acá, y en función de los resultados y análisis del mes de marzo junto con la municipalidad y ministerio de salud hemos visto una respuesta positiva”, explicó Sagastume.

El Plan de Recuperación Nutricional Comunitario es un proceso que se define en cinco fases: Diagnóstico Situacional de la Comunidad, Presentación de Información Municipal y Declaración de Alerta; Acuerdo Municipal de Declaración de Alerta Alimentaria Nutricional y Solicitud de Apoyo Institucional; Capacitación a Personal Municipal e Institucional y Dotación de Alimentos para implementar el Plan de Recuperación Nutricional y el Programa Trinacional de Recuperación Nutricional Comunitario.

Para Sagastume “esta es una de las respuestas a esta problemática, cuyo objetivo es precisamente atender los problemas de la comunidad a fin de buscar el crecimiento a nivel nutricional, a través de un proceso de enseñanza en la preparación de alimentos y la ayuda de la BolSAN, para fortalecer la seguridad alimentaria.

“La municipalidad recibe dotación de alimentos para las familias de las comunidades atendidas, esta dotación de alimentos que consiste en aceite, arroz, frijoles, azúcar y otros productos, cubre el 32% de los requerimientos nutricionales para una familia de seis miembros en una semana. Y si hablamos del programa paralelo de alfabetización e incorporan el tema Seguridad Alimentaria aprenden cosas nuevas y mejoran sus vidas, que les permite superar esta situación de sequía”, manifestó Sagastume.

Néstor García, asesor técnico de la municipalidad en el tema de la Seguridad Alimentaria y Nutricional, reconoció el trabajo que lideran junto a la Mancomunidad Trinacional, en la Comunidad La Ceiba, donde desarrollan con la población de 125 familias acciones concretas y de manera integral y participativa. “Las capacitaciones sobre Seguridad Alimentaria y Nutricional incluye elementos de higiene y habitabilidad, lactancia materna; así como implementación de huertos familiares con especies nativas como aves de patio o cabras.

Israel Ramírez, presidente del Comité Comunitario de Desarrollo, opinó que ante el Cambio Climático y la roya en el café que los dejó en problemas de seguridad alimentaria y desnutrición aguda, le apuesta al programa que están impulsando.

“Hemos recibido el apoyo del alcalde y otras organizaciones que han venido trabajando junto a la comunidad en niños de menor de 10 años; esto le ha permitido a las madres crear nuevas recetas con alimentos que están  dentro de la misma comunidad. Antes eran solo tortillas, sal y café, ahora preparan atol de mosh,  le ponen malanga a los frijoles y hierbas que dan nutrición a los niños y ellos han respondido en dos semanas. Este programa que vamos a tener por dos meses y  el constante asesoramiento de la alcaldía  y la Mancomunidad Trinacional se refleja en que todos tenemos más confianza y siempre habrá un monitoreo para que no vayan a padecer nunca más de desnutrición severa, que en otros tiempos le llamábamos la peste, y causaba hasta seis muertes de niños al mes”, reflexionó.

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