Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“El Cambio Climático afecta el medio ambiente alrededor del mundo y en el país, mientras se siga destruyendo lo que conocemos como bosque de galería, que por ahora muchos ya no existen, entonces debemos saber que los impactos de fenómenos climatológicos nos van a golpear más fuerte”, explicó, Luis González, del equipo de incidencia de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES).
Los bosques de galería, agregó González, “son formaciones forestales que suelen encontrarse a lo largo de cuerpos de agua y cursos de ríos que suelen protegerlos e influyen en su calidad de agua al mantener su ciclo hidrológico”.
En el marco del foro local “Comunidades de Ahuachapán construyen Alternativas frente a la Crisis Climática y Alimentaria” , presentada por las comunidades que integran la Mesa por la Sustentabilidad del Agua y el Medio Ambiente (MESAMA), junto a la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) y OIKOS Cooperación y Desarrollo, se abordó el impacto que tiene en el territorio nacional la depredación sin control del medio ambiente.
Luis Gonzáldez afirmó ante las comunidades que mientras existan industrias que dañan el ambiente y lo contaminan, elevan la vulnerabilidad de la población en su alimentación y modos de vida.
“En el país se trabaja muy poco para reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI), entonces, entre más aumenta la temperatura impactará más al clima, tendremos sistemas calientes, menos lluvia y vientos que afectarán cultivos y medios de de vida de la población, es por esto que reiteramos y queremos presentar alternativas en la lógica de la justicia climática”, afirmó.
Y que pese a que los países de Centroamérica no son los mayores responsables de los gases de efecto invernadero (GEIS), se ha catalogado a la región como una área más vulnerable a nivel planetario.
“Es importante que las comunidades sean más resistentes a esta crisis climática, y la diversificación agrícola es uno de los elementos para enfrentarla. Así como, generar políticas públicas locales y nacionales para enfrentar esta realidad frente al cambio climático”, reiteró.
“Y pese a que no lo hemos provocado nosotros como países, no podemos seguir permitiendo acciones y actividades que elevan el peligro de vulnerabilidad como continuar deforestando. Y en la medida que El Salvador siga quedándose sin árboles el cambio climático golpeará más fuerte a los cuerpos de agua que no tengan esa cobertura vegetal, que se conocen como bosques de galerías”, reafirmó González.
Pedro Hernández, coordinador para El Salvador de OIKOS Cooperación y Desarrollo, señaló que la población debe prepararse frente a la inseguridad alimentaria y retomar prácticas como la agroecología y priorizar la producción de alimentos para la sustentabilidad a nivel nacional.
“Este año habrá el Fenómeno de El Niño, -todos sabemos- que cada vez que hay Niño y a veces un Niño prolongado, termina con los granos básicos en caída. Y es la evidencia histórica -la que nos dice- que siempre que se da un Fenómeno de El Niño, la producción va a bajar, entonces habrá inseguridad alimentaria y debemos ver cómo se enfrenta”, sostuvo Hernández.
Asimismo, el coordinador de OIKOS llamó a recordar en la historia de la agricultura desarrollada en la década de los años sesenta con la “Revolución Verde”, surgida en Estados Unidos y adoptada mundialmente, consistía en aumentar la cantidad de alimentos y disminuir la malnutrición de los países más pobres.
No obstante, Hernández consideró “Fue un fenómeno a nivel mundial que tuvo un nombre incorrecto, se llamó Revolución Verde, pero no fue así, por el alto uso de fertilizantes y pesticidas, la deforestación de los bosques y el uso de grandes cantidades de agua, entre otras desventajas que vulneró de manera impactante los ecosistemas y medio ambiente de los países que la adoptaron.
En la evidencia histórica demuestra que “no importa quién esté gobernando”, y por el contrario cuando el fenómeno de El Niño, y sobre todo cuando es un “Niño prolongado” (2023 a 2024), las autoridades gubernamentales deberán trabajar de manera acelerada y en conjunto con la población y organizaciones para enfrentar un año y medio de afectaciones mayores.
“Con esta situación hay que prepararse para ese Cambio Climático y en cuanto a la inseguridad alimentaria se debe trabajar de inmediato frente a la alta dependencia de la producción nacional, -pues les digo- el 70% del maíz que consumimos no se cultiva aquí, ahora se depende de las importaciones ya no somos país soberano en la producción de granos básicos”, acotó.
“Y la Canasta Básica, a 2022, fue alta, pero está más duro en el año 2023, con un salario mínimo, que destina un 60% de este salario sólo a los alimentos, y, el otro problema es que no todos cuentan con un salario mínimo de ingreso mensual”, consideró el coordinador de OIKOS.
Igualmente, señaló que han desarrollado varios estudios en el marco de un proyecto que con la Unión Europea (UE) y la UNES, con el fin de documentar y medir el impacto del COVID 19, en la zona (Sur de Ahuachapán) y también para monitorear el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“Estamos complementando también un estudio que trata sobre el análisis de la Soberanía Alimentaria en El Salvador, comenzando desde la década de los 60s (Revolución Verde) a la actualidad. Por un lado, tenemos el impacto del cambio climático y, por el otro, la gestión inadecuada de políticas públicas y el modelo de desarrollo que hay en la zona o en el país”, argumentó.
“Y sumado a esto se tienen algunas políticas que priorizan la producción de alimentos para la exportación y no para el consumo. Otra ironía es que El Salvador consume mucho maíz, pero el 70% de éste es importando, y en el caso del frijol es el 30% el que se importa de otros países”, acotó Hernández.
Mientras, en el escenario de la pandemia del COVID 19, la importación del maíz pasó de un 60% a un 70% de granos a otros países, más que la producción nacional. Lo que analizó Hernández, como un país más vulnerable de lo que era antes de la pandemia.
“Tenemos datos que confirman que la afectación de la crisis climática, no es igual para hombres y mujeres. En las comunidades hemos evidenciado que las condiciones de desnutrición y de inseguridad alimentaria afecta más a las mujeres que los hombres”, señaló.
“Hay datos también de fuentes oficiales de la FAO y otras organismos, que afirman que en Mesoamérica las mujeres sufren inseguridad alimentaria ya sea moderada o crónica 2 o 3 veces más frecuencia que los hombres”, indicó.
¿Por qué se da esto?, cuestionó Hernández, al reiterar que en la investigación de campo y encuestas que han realizado entre las comunidades con las mujeres y familias con las que se encuentran realizando otros proyectos sociales en la zona, de Ahuachapán Sur, han podido constatar este tipo de desigualdad e inseguridad alimentaria.
“Estamos trabajando y seguimos indagando cuántas veces las mujeres dejan de comer porque no tienen los recursos para adquirir los alimentos y quiénes son los que dejan de comer. Y pues, los datos afirman que son las mujeres con un 70% o más, y luego siguen con un 10 o 12% los padres y un 10% las abuelas”, afirmó.
“Y entonces cuando en nuestra investigación sumamos los porcentajes nos damos cuenta que el 70% de las madres más el 10% de las abuelas, casi nos da un 90% de las mujeres que se sacrifican para que otros integrantes de su familia puedan recibir una alimentación, esa es una realidad”, puntualizó Hernández.
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