Comité de Solidaridad con Cuba, troche de Antiguo Cuscatlán
Paco Azanza Telletxiki – baragua.wordpress.com – Cubainformación – Video: Cuba Hoy.- Durante el primer año de la Revolución, viagra el pueblo cubano sufrió la dolorosa pérdida de quien, sovaldi junto al Che, Raúl y Fidel fuera, por méritos propios, una de las personas más queridas e importantes dentro de la misma. Obviamente me estoy refiriendo al comandante guerrillero Camilo Cienfuegos Gorriarán. Conocido también como el “Señor de la Vanguardia”, “Comandante del Pueblo” o el “Héroe de Yaguajay”. Camilo desapareció físicamente el 28 de octubre de 1959, luego de contribuir a abortar una temprana y traidora maniobra contrarrevolucionaria; pero hoy, 56 años después, sigue vivo en la memoria de su pueblo.
El 19 de octubre de 1959, justo el mismo día en que Raúl Castro tomaba posesión como ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias —FAR—, Fidel recibió una carta del comandante Hubert Matos, en la que anunciaba su renuncia a la Jefatura Militar de Camagüey y pedía su licenciamiento.
La carta, que se suponía secreta y privada, no era portadora precisamente de esos dos adjetivos cuando hubo llegado a su destino, ya que su autor, sin esperar disciplinadamente la respuesta del Comandante en Jefe, había impreso numerosas copias de ella y las había ampliamente distribuido. Con la ayuda de sus incondicionales, el contenido anticomunista de la misiva llegó a manos de gente cuya ideología era confusa, si no reaccionaria; llegó también a los oficiales del Regimiento; a las asociaciones de estudiantes y campesinos; a las direcciones provinciales de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC-Revolucionaria) y del Movimiento Revolucionario 26 de Julio…; las manos de los fiscales y otros funcionarios tampoco quedaron vacías. El propósito de Hubert Matos era el de, mediante el engaño, acumular fuerzas para transformar la situación del movimiento político, por supuesto que con él a la cabeza. Y en parte lo consiguió, ya que, inicialmente y producto del mencionado engaño, Matos llegó a conseguir una movilización política y social de solidaridad bastante importante; aunque, afortunadamente, ésta no tardo mucho tiempo en desvanecerse por completo.
El hecho fue sumamente grave. Sólo la rápida e inteligente intervención de Fidel al frente de la vanguardia revolucionaria, entre la que obviamente se encontraba Camilo, así como la valiente actitud del pueblo camagüeyano en apoyo a la Revolución, pudo evitar que la tentativa conspirativa pasara a mayores.
No renunciaba Matos, pues, con la pretensión de retirarse a la vida profesional, como aseguraba en su carta, sino que, disfrazado de víctima y con una imagen de “méritos mayúsculos” por él mismo previamente maquillada y difundida, procuraba asestar un golpe artero contra el naciente proceso revolucionario.
La traición de Hubert Matos, que contó con el apoyo de la burguesía nacional y del gobierno de los Estados Unidos, comenzó a ser abortada la noche del 20 al 21 de octubre de 1959. El mismo día 20 Fidel redactó una carta de respuesta al traidor, y ordenó a Camilo que, al frente de la compañía de seguridad del Estado Mayor del Ejército Rebelde, viajara a Camagüey, adonde llegó en horas de la madrugada del día 21.
Localizado Matos, el Señor de la Vanguardia le entregó la respuesta de Fidel a su carta y, comunicándole que a partir de aquel momento asumía el mando militar de la provincia, el traidor quedó arrestado.
Pocas horas después y sin que nadie lo esperara, Fidel llegó a la ciudad agramontina para dirigirse a pie hacia el local de Radio Legendario y convocar al pueblo. No lo hizo solo, pues una multitud, que a cada paso aumentaba como la espuma, lo siguió durante todo el trayecto. En este lugar Camilo se reunió con Fidel, a quien informó de la gravedad de la situación política en el regimiento que, aunque bajo control, todavía existía debido a la gran confusión reinante. Nuevamente a pie y desarmados, Fidel y Camilo, acompañados por la multitud que les seguían, llegaron al edificio de la jefatura del distrito militar Ignacio Agramonte. Asomados al balcón, los dirigentes revolucionarios informaron al pueblo de Camagüey y a los soldados del Ejército Rebelde sobre la traición que en esos momentos se estaba neutralizando. Denunciando la conspiración reaccionaria, Fidel respondió públicamente a la carta que Matos le había enviado con el perverso propósito de justificar su actitud y desviar la atención de sus verdaderas intenciones.
Siempre confiado en su pueblo, el líder de la Revolución llegó a decir en su discurso: “Había una conjura en un gran cuartel, y ¿qué pasó? Nosotros teníamos soldados numerosos. ¿Qué hicimos? Nos trasladamos a Camagüey y me apeo en mi cuartel, que es la plaza pública; me apeo en mi cuartel, que es la ciudad. Me bajo en el pueblo, porque yo sí creo en el pueblo… Se equivocaron los traidores porque no contaron con el pueblo. Lo creyeron tan ingrato como ellos, y perdieron. Se confunden, creen que el pueblo son ellos, y por eso fracasan y triunfamos nosotros […] Hombres puede haber traidores, pero no pueblos”.
Después, por la tarde, el Comandante en Jefe partió hacia La Habana, y Camilo prolongó su estancia en Camagüey para ocuparse de reestructurar los mandos militares, depurar responsabilidades y seguir esclareciendo los nefastos acontecimientos.
Autor:Paco Azanza Telletxiki
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