Comité de Solidaridad con Cuba, remedy de Antiguo Cuscatlán
Siempre confiado en su pueblo, el líder de la Revolución llegó a decir en su discurso: “Había una conjura en un gran cuartel, y ¿qué pasó? Nosotros teníamos soldados numerosos. ¿Qué hicimos? Nos trasladamos a Camagüey y me apeo en mi cuartel, que es la plaza pública; me apeo en mi cuartel, que es la ciudad. Me bajo en el pueblo, porque yo sí creo en el pueblo… Se equivocaron los traidores porque no contaron con el pueblo. Lo creyeron tan ingrato como ellos, y perdieron. Se confunden, creen que el pueblo son ellos, y por eso fracasan y triunfamos nosotros […] Hombres puede haber traidores, pero no pueblos”.
Después, por la tarde, el Comandante en Jefe partió hacia La Habana, y Camilo prolongó su estancia en Camagüey para ocuparse de reestructurar los mandos militares, depurar responsabilidades y seguir esclareciendo los nefastos acontecimientos.
Ese mismo día y a bordo de un avión B-25, Pedro Luis Díaz Lanz —otro traidor, que había sido jefe de la Fuerza Aérea— lanzó octavillas sobre La Habana con mensajes contrarrevolucionarios, ametralló calles muy concurridas de la ciudad y dejó caer sobre las mismas un número elevado de granadas. El resultado de la agresión fue de dos personas muertas y 47 heridas. Además de criminal, Díaz Lanz demostró ser un tipo poco inteligente, porque si buscaba proporcionar apoyo a la acción sediciosa de Hubert Matos, el efecto causado fue justo el contrario, ya que lo que consiguió fue crear una enorme indignación popular nada favorable para los planes del traidor.
El 22 de octubre, Camilo compareció en el canal 11 de la televisión camagüeyana e informó sobre los hechos conspirativos, explicando que existía un contubernio entre Hubert Matos, Díaz Lanz y el ex presidente provisional Manuel Urrutia Lleó con intenciones de traicionar el desarrollo de la Revolución. También respondió sin tapujos a la pregunta realizada por Matos a Fidel acerca de hasta dónde llegaría la Revolución: “Hasta dónde vamos se nos pregunta, y nosotros decimos que nosotros vamos con esta Revolución hasta el final. Vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que hoy mueven las fuerzas de la contrarrevolución…”
La actividad de Camilo y sus compañeros fue frenética durante varios días, realizando cambios en los mandos militares de la provincia, así como en la dirección del Gobierno territorial y en la del Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
El día 23, Camilo entregó los edificios del distrito militar Ignacio Agramante al Ministerio de Educación; un paso previo para, al igual que al Columbia, al Moncada y a otros cuarteles, convertirlo en ciudad escolar.
De regreso a La Habana, el 25 de octubre participó en una reunión en la que, presidida por Fidel, se acordó convocar una concentración frente al Palacio Presidencial. Se trataba de dar respuesta a las agresiones aéreas desde el exterior —a la anteriormente narrada y a otras— y mostrar al imperio amenazante y a todo el mundo el enorme respaldo popular con que contaba la Revolución.
La concentración se celebró el día 26. En el transcurso de la misma y ante más de un millón de personas, discursaron varios dirigentes revolucionarios; entre ellos, por supuesto, Camilo Cienfuegos. Sería su último discurso, las últimas palabras que pronunció ante el pueblo, que lo ovacionó repetidas veces: […] “hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir si es necesario por no vivir de rodillas. Porque para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar, serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne:
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día,
nuestros muertos alzando los brazos,
¡la sabrán defender todavía!
Dicen los que tuvieron el honor de escucharle, que nunca antes los sentidos versos de Byrne sonaron tan emotivos como con la voz del comandante Camilo Cienfuegos.