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Con ocasión de la celebración del Día Mundial de los Refugiados, treat la Red Jesuita con Migrantes de América Latina y el Caribe (RJM-LAC) lleva adelante la Campaña por la Hospitalidad, ask iniciativa que se realiza de manera conjunta con la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), la Comunidad de Vida Cristiana (CVX), la Federación Internacional de Fe y Alegría (FIFyA), la Federación Latinoamericana y del Caribe de Colegios Jesuitas e Ignacianos (FLACSI) y el Servicio Jesuita a Refugiados Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC), y con el apoyo de la Conferencia de Provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina (CPAL).
El 20 de junio se celebra el Día Mundial de los Refugiados. La fecha fue instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 4 de diciembre de 2000, en consideración a que el 20 de junio se celebraba el Día de los Refugiados en África, por lo que se decidió que la celebración de un día internacional de los refugiados podría coincidir con esa fecha convenida por la Organización de la Unidad Africana (OUA).
Con el lema «Toma partido por las y los migrantes», la Campaña por la Hospitalidad está movilizando a miles de personas comprometidas con ayudar a las y los refugiados en varios países de América Latina y El Caribe.
En los últimos 10 años se estima que más de 600.000 han estado forzadas a salir de sus países para preservar su vida y se encuentran con necesidad de protección. Desde hace décadas el conflicto colombiano genera el más amplio flujo de personas refugiadas (y también desplazadas internas) en el continente, que afecta no sólo los países fronterizos de Colombia, sino que llega hasta los países del Cono Sur y de Norte América. Además, las dinámicas de creciente violencia e inseguridad social en Centroamérica, México y en otros países de la región están provocando que más y nuevas personas deban dejar sus países en búsqueda de seguridad y protección.
La Red Jesuita con Migrantes llama la atención sobre el impacto negativo de la interpretación restrictiva de la definición de refugiado que se está adoptando en muchos países de la región y cuyo efecto es la exclusión de muchas personas de la posibilidad de ver reconocida su situación y de acceder al disfrute de sus derechos. Como consecuencia, esas personas quedan en una situación de indocumentación que constituye una nueva vulnerabilidad y las expone a la posibilidad de detención por falta de documentación y a la deportación por presencia irregular, precisamente al país del cual quisieron alejarse.
Según los promotores de la campaña, se ha detectado además una visión regresiva basada en un enfoque de seguridad nacional que presenta obstáculos para el acceso efectivo a la protección o lo impide, mediante plazos y requisitos no apropiados para el tratamiento de personas que solicitan el estatuto de refugio.
Así también se ha constatado que persisten vacíos de protección. En particular los países de la Región Andina y Panamá no han logrado armonizar las normas, los procedimientos y las políticas de atención a las personas solicitantes y refugiadas conforme a las aspiraciones señaladas en el Plan de Acción de México del año 2004. Algunos procedimientos presentan aspectos problemáticos y/o ambiguos que atentan o dificultan el acceso efectivo, el «debido proceso» y el ejercicio del derecho a la defensa, conforme a los estándares internacionales aceptados de Derecho Internacional de Refugio y de Derechos Humanos.
La Red Jesuita advierte la necesidad de que las nuevas condiciones de violencia y de crisis social que producen expulsión sean reconocidas entre las causales del refugio y generen la obligación de protección internacional.
En su mensaje con ocasión de la celebración del Día Mundial del Migrante y del 30 aniversario de la Declaración de Cartagena insta a los Estados de América Latina y el Caribe a recuperar el espíritu de esa Declaración y a poner todos los medios para garantizar la protección internacional a las personas refugiadas, utilizando un enfoque integral de derechos para alcanzar soluciones duraderas.
Hoy, más que nunca, hay que tomar partido por las y los refugiados.