Miguel Ángel Dueñas Góchez*
Escuchando algunos spots de candidatos a presidentes, todo gravita en que ellos ponen su confianza en Dios, son creyentes (hablo en masculino, pues todos son hombres, solamente llevan de vicepresidenta a una mujer los partidos históricamente polarizados).
El candidato que más sobresale en su discurso fundado en sus creencias religiosas es el de Vamos, al decir en su campaña: cuando he dudado de todo esto me he preguntado ¿por qué Dios me puso aquí? y hasta ahora lo entendí porque El Salvador necesita empezar de cero. Dios me quiere a mí y a ti para hacer un “milagro”. En una entrevista le dijeron que representaba a la iglesia cristiana y su respuesta fue que esa era la lucha entre el bien y el mal, además dijo que apoya iglesias y construcción de templos.
En el caso de ambos candidatos FMLN y ARENA, el primero dijo que fue criado con principios cristianos por su papá y el otro dice que con la ayuda de Dios sacarán adelante al país; lo mismo dijo el expresidente Antonio Saca y ahora está privado de libertad.
Por lo tanto de acuerdo a nuestra Constitución el art. 25 dice: Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite que el trazado por la moral y el orden público. Ningún acto religioso servirá para establecer el estado civil de las personas.
Lo cual se entiende; las personas se adhieren a la religión que más le parezca, incluso hay muchas mezquitas en este país y hay gente que no requiere adherirse y si de religiones hablamos, todas éstas son cambiantes, en cada país son distintas. El catolicismo o cristianismo no se vive de igual manera aquí en El Salvador, que como se vive en Rusia, ni en China. Tienen la misma dimensión estas creencias, pero se ajustan a sus culturas y su lugar. El Islam está en El Salvador, pero se adapta a la sociedad en la que está ubicado o donde se establece. No van a vivir igual que como lo viven en el oriente medio o países árabes.
*Lcdo. en Relaciones Internacionales