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Campesinos hondureños desafían la sequía que golpea a Centroamérica

San Francisco de Coray / AFP

Noe Leiva

Sin camisa bajo un fuerte sol, don José abre agujeros con una barra, saca granos de maíz de un ‘cumbo’ (recipiente) amarrado en la faja y los siembra en una parcela en el sur de Honduras, una zona declarada en emergencia a causa de la sequía.

«Hay que tener fe en Dios» que va a llover, dice el campesino José Santos Vásquez, de 67 años, que siembra el maíz en la zona de San Francisco de Coray, 100 km al sur de Tegucigalpa.

La única esperanza de garantizar el sustento que tiene este campesino de baja estatura, una recortada y escasa cabellera cana, vestido con un deteriorado pantalón de mezclilla y con sandalias de hule, es que llueva, de lo contrario se secarán los granos que sembró.

Sin embargo, los pronósticos meteorológicos son negativos, y el gobierno decretó emergencia por el riesgo que tienen de quedar sin alimentos en los próximos meses 170.300 familias de 290 municipios en el llamado Corredor Seco centroamericano.

El pasado 15 de agosto, en Consejo de Ministros, el presidente hondureño Juan Orlando Hernández decretó «emergencia por sequía» hasta el 31 de diciembre en la parte hondureña del Corredor Seco, que se extiende desde el sur de México pasando por el litoral Pacífico de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

En El Salvador, la sequía abarca 143 municipios de 12 departamentos, afectando a 77.322 productores.

El ministerio salvadoreño de Agricultura entregó en agosto paquetes agrícolas, con semilla de maíz, frijol y fertilizante a 50.000 pequeños productores para retomar la siembra aprovechando unas pocas lluvias.

En Guatemala, las autoridades del Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación estimaron en 208.712 familias afectadas por la prolongada sequía.

– Panorama desolador –

El gobierno hondureño llamó a la comunidad internacional a contribuir para entregar a los afectados «raciones alimenticias que incluyen 17 productos de la canasta básica».

El presidente Hernández dijo que la emergencia era para «activar todas las medidas disponibles de la institucionalidad (…) y los recursos financieros para poder atender la situación» de las familias.

«A mí nunca me han dado nada», se lamenta José mientras quita las piedras y el monte reseco de una de las plantas de unos tres centímetros sembradas cinco días antes.

Muchos granos de los que sembró el campesino no germinaron, por ello estaba resembrando en la parcela de una hectárea que le presta una vecina, que en condiciones normales le produce diez quintales de alimentos.

En la parte hondureña del Corredor Seco, los departamentos, Choluteca, Valle, Francisco Morazán, El Paraíso, Intibucá y La Paz, se vive un panorama desolador, los ríos y quebradas son lechos de piedras y arena.

En la quebrada ‘El Salto’, que se cruza en la ruta hacia San Francisco de Coray, María Gutiérrez, de 45 años, y Vilma Colindres, de 27, abrieron un hueco en la arena. Tuvieron suerte porque brotó agua, muy cerca de una poza sucia, la única encontrada a la largo del cauce.

El agua «nos sirve para lavar ropa», afirma María mientras se agacha a llenar un balde. «Para beber vamos al río Guacirope, que queda un poco largo», complementa Vilma, mientras carga su hija de cuatro meses, aguardando su turno para llenar el balde.

Después de la declaración de emergencia, «hemos pedido apoyo del gobierno pero no hemos recibido nada», lamenta Jorge Escobar, alcalde de San Francisco de Coray.

Estima que 80% de los 14.000 habitantes del municipio requieren asistencia alimentaria porque se perdió la primera cosecha, de mayo a julio.

Indicó que unos pocos agricultores que sembraron de postrera (de agosto a noviembre) se han arriesgado a perder la semilla porque solo llovió el 31 de agosto, y desde entonces no ha caído una gota.

La ministra salvadoreña de Medio Ambiente, Lina Pohl, lamentó que la sequía es «una muestra de lo que está causando el cambio climático».

«No es de extrañar que veamos cada vez más (…) la falta de lluvias. Todos los países debemos tomar conciencia de que si no adoptamos medidas, como la protección de nuestros recursos (…) estaremos cada vez más expuestos a sufrir este tipo de situaciones», advirtió.

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