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Caña de azúcar amenaza la Bahía de Jiquilisco

José Acosta.
Voces en la Frontera

En cada cucharada de azúcar que consumimos está presente una realidad criminal, here drugstore de la cual generalmente la población no tiene conciencia ni conocimiento. Esa realidad es la del monocultivo de la caña y sus agresivos métodos de producción, buy cialis look que provocan consecuencias sociales y ambientales de enormes proporciones.

En El Salvador los cultivadores de caña controlan vastas extensiones de tierra, here en un país con poco menos de 21,000 kilómetros cuadrados y con casi siete millones de habitantes, eso significa una altísima concentración de la tierra, lograda mediante la exclusión de miles de familias campesinas, que pasan a convertirse en la mano de obra explotada, que con su trabajo crea la riqueza económica de la que se apropian los sectores que desde siempre han controlado la agro exportación.

Una de las regiones en donde el monocultivo de la caña de azúcar se está expandiendo preocupantemente es El Bajo Lempa y Bahía de Jiquilisco. Plantar y cultivar caña de azúcar con los métodos actuales, es desde cualquier punto de vista, prejudicial para el medio ambiente y para las personas, pero hacerlo en un ecosistema como La Bahía de Jiquilisco, equivale a un crimen.

Lo más reciente es la preparación de 400 manzanas de tierra para establecer un cultivo de caña en la comunidad La Tirana, de la Península San Juan del Gozo. Las comunidades están mostrando fuerte oposición a este proyecto debido a los efectos adversos que los productos agroquímicos y quema de los cañales tendrán sobre los bosques de manglares de la región y playas vírgenes, donde al menos cuatro especies de tortugas marinas anidan. El lugar específico para la plantación se encuentra junto a algunos de los bosques de manglares más desarrollados de América Central. Cualquier agroquímico rociado en el cultivo, fácilmente se filtrará en los manglares matando la vegetación y la fauna silvestre.

Ley del Medio Ambiente exige que los proyectos agrícolas, como la producción de caña de azúcar a gran escala deben contar con un permiso ambiental antes de que comiencen. El proceso para la obtención de un permiso requiere un estudio de impacto ambiental, consultas comunitarias y otras medidas que aseguren que la actividad no provocará daños  al medio ambiente o comunidades circundantes. La Ley de Áreas Naturales Protegidas también requiere que la mayoría, si no todas las 400 manzanas en cuestión, deberían ser designadas como zona de amortiguamiento debido a su proximidad a los bosques de manglares y zonas de anidación de tortugas.

Desafortunadamente, estos sistemas todavía no funcionan para las comunidades campesinas y  en este caso los residentes se han visto obligados a tomar medidas más directas. Como por ejemplo detener los trabajos de preparación de la tierra y demandar de las autoridades municipales y nacionales medidas urgente para la suspensión de este proyecto.

Naún Díaz, un líder de la comunidad de La Tirana dice que sus vidas dependen de los bosques – si los manglares son saludables, las personas están sanas. Pero si los manglares se contaminan y enferman, las personas no podrán sobrevivir. Así que cuando la gente sale a bloquear la carretera, debe entenderse que están  defendiendo su propia existencia.

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