Por David Santa Cruz
México/AFP
La cancelación de la planta que Ford construía en México es el primer golpe proteccionista de Donald Trump contra su vecino antes mismo de entrar a la Casa Blanca con la promesa de cambiar la relación comercial bilateral.
Si bien el director ejecutivo de Ford, Mark Fields, dijo a la cadena CNN que la empresa “no hizo un trato con Trump” y “lo hicimos por nuestro negocio”, la impresión generalizada es que fue lo contrario.
“Obviamente no es una buena noticia para nosotros”, dijo el ministro de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo.
Afirmó que la decisión de Ford se debe a un disminución de la demanda de vehículos ligeros que iba a producir en la planta pero también por “su situación particular frente al dialogo con la nueva administración”.
Desde su campaña presidencial, Trump había criticado el proyecto de Ford. Y el republicano amagó con imponer 35% de aranceles a los autos producidos en México y renegociar o retirarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Canadá y México.
Trump agradeció a Ford en Twitter y advirtió que “esto solo es el comienzo – aún falta más”.
Según Juan Francisco Torres Landa, analista de la firma Hogan Lovells, parecería que la única prioridad de Trump es “cumplir con la premisa electoral de no permitir que salgan empleos de Estados Unidos”.
Para Raymundo Tenorio, director del programa de economía y finanzas del Tecnológico de Monterrey (privado) la decisión de Ford puede ser una muestra de la era proteccionista que se vislumbra cuando asuma Trump el 20 de enero.
“El gobierno republicano y Donald Trump están dispuestos a negociar cualquier tipo de incentivos (fiscales) para que las empresas se queden en Estados Unidos” y no con “castigos”, asegura a la AFP.
Empleos perdidos
La nueva planta de Ford estaba aprobada desde 2015 y le tomó un año de negociaciones al director de la firma en México, Gabriel López, para obtener la sede, en el norteño San Luis Potosí, por encima de Estados Unidos, Brasil y Argentina, según contó el directivo a una revista mexicana en agosto pasado.
Ford, la primera automotriz que llegó a México en 1925, había planeado una inversión de 1.600 millones de dólares y generar unos 2.800 empleos directos. La planta debía iniciar sus operaciones en 2018.
En su lugar, Ford invertirá 700 millones en los próximos cuatro años para crear 700 empleos en Estados Unidos mientras que el modelo Focus que debía ser producido en San Luis Potosí será hecho en una planta ya existente en Hermosillo (noroeste de México).
Además de nuevos empleos, México perderá ingresos fiscales y entre 12 y 14 fabricantes de autopartes han visto esfumarse su negocio, dice Raymundo Tenorio.
Apuntó que “75% de esas empresas proveedoras no son mexicanas, son también asiáticas, europeas y americanas”, con lo que se pierden más empleos en México y ganancias para los países de origen.
El expresidente Felipe Calderón (2006-2012) dijo en Twitter que “la decisión de Ford daña a México, pero también a consumidores americanos y a sus accionistas porque la empresa perderá competitividad”.
En la crisis de 2009, dijo Calderón, Ford, General Motors y Chrysler “estaban prácticamente quebradas. Sus inversiones en México las salvaron”.
‘Modernizar’ el TLCAN
Previo al anuncio de Ford, la competidora GM fue objeto de críticas de Trump.
“General Motors está enviando su modelo Chevy Cruze, hecho en México, a Estados Unidos sin pagar impuestos al cruzar la frontera. ¡Háganlo en Estados Unidos o paguen una alta tasa de frontera!”, expresó el presidente electo.
GM respondió a Trump que la gran mayoría de sus vehículos de ese modelo vendidos en Estados Unidos se fabrican en el estado de Ohio, y sólo unos pocos se importan desde México.
Guajardo descartó que otras empresas automotrices puedan tomar el mismo camino porque el caso de Ford es “particular” y se declaró listo a sentarse inmediatamente con el gobierno Trump para buscar una “modernización” del TLCAN.
“Es un momento de definiciones para las automotrices pero estamos ya listos para iniciar un diálogo de inmediato”, dijo Guajardo.
Este miércoles el gobierno mexicano realizó un cambio en el ministerio de Relaciones Exteriores al nombrar a Luis Videgaray, quien el año pasado tuvo que renunciar al cargo de ministro de Hacienda (Finanzas) tras organizar la controvertida visita de Donald Trump a México.
La finalidad de este cambió es a decir del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, “acelerar el diálogo” con la nueva administración. Por su parte Videgaray dijo al asumir el cargo que “el reto es enorme, las amenazas ahí están, pero nuestras fortalezas son enormes”.
La buena noticia, dice Raymundo Tenorio es que si se mantienen los términos preferenciales del TLCAN, “se abre un espacio en México para que empresas asiáticas y europeas vengan a México”, por eso insiste en que el Tratado “no sea renegociado en sus términos preferenciales”.
“No veo un escenario devastador”, aseguró Torres Landa “porque las decisiones fundamentales de eficiencia y competitividad siguen ahí presentes, independientemente de lo que está diciendo el señor Trump”.