“CANTO AL PIE DE TU VENTANA”
Por Marlon Chicas, El Tecleño Memorioso
¿Quién no ha suspirado por un amor platónico en vida, llorado al calor de un par de “tranquilinos” (tragos), entre pecho y espalda, o llevado una romanza a la susodicha? ¿A quién no espantó un padre iracundo o un marido celoso? Lo anterior sirve de marco para evocar una bella tradición muy popular en la Ciudad de Las Colinas, en décadas pasadas, en la que los enamorados al igual que los bardos de la Edad Media, dedicaban dulces melodías al oído de su amada al pie de una ventana. Santa Tecla, tuvo su época de oro de tríos o mariachis que ofrecían sus servicios hasta la puerta o ventanal de la doncella pretendida, allá en mi querido barrio El Calvario.
Como olvidar las famosas serenatas del “Tío Carlos” (llamado así de cariño), en altas horas de la noche o media tarde. Quien aparte de ser un gran personaje era un eterno enamoradizo de cuanta damisela tocaba su acaramelado corazón, para tal efecto y con un par de “traviesos” (copas), contrataba mariachis con el objetivo de conquistar a la joven en turno.
Otros bohemios del barrio fueron más discretos, contratando a tríos que, con sus voces y cuerdas magistralmente armonizadas, enamoraban el oído de la señorita o señora elegida, según fuera el caso. De esta forma, el enamorado solía acercarse a la fémina de sus sueños. Muchas de estas historias se desarrollaron en los apartamentos “Fuentes” propiedad del ex empresario de buses don Valentín Fuentes (QDDG), lugar donde transcurrió parte de mi niñez y adolescencia.
¡Cómo olvidar momentos embarazosos con algún incauto enamorado y la cómplice de su quimera, fallando en sus cálculos de horario, siendo descubiertos por el esposo o compañero de vida de la dulcinea! Terminando en gritos, insultos o un par de disparos al aire, y la infaltable presencia de la “Benemérita” imponiendo el orden público. Por lo que no era extraño, escuchar carreras u observar cuerpos semidesnudos huyendo despavoridos.
Memorable la noche en que el bandido romántico llegó a la puerta de la futura conquista y con melodiosa voz, afinó su guitarra y entonó la siguiente letra: “Despierta dulce amor de mi vida…”, a los pocos segundos, una voz grave y furiosa, se hace sentir: ¡Bueno, hijos de @/%*#! ¿Quién se atreve a traer serenata a mi mujer…? Acto seguido se escuchan tres detonaciones, por consiguiente, él enamorado y su séquito de músicos ponen pies en polvorosa ¡Nunca más se supo de tan distinguido Negrete por aquellos apartamentos de Dios!
Hubo otros no tan románticos, acompañándose de famosos combos de música “guapachosa”, muy populares de la zona, interrumpiendo el santo sueño de propios y extraños, obligando a los vecinos a no pegar un ojo durante la noche, provocando la oportuna presencia de la Guardia o la extinta Policía ¡Que en un santiamén hacían volver la tranquilidad al vecindario!
Sin lugar a dudas esa bella tradición de nuestra Santa Tecla del ayer, quedará eternamente en las páginas del recuerdo. ¡Qué viva el Bandido Romántico que siempre está al acecho!