César Ramírez
@caralvasalvador
La Iglesia Católica tiene en algunos de sus ministros el espíritu de la Historia, puesto que parece designar a hombres que sintetizan la voz del pueblo, ellos caminan al paso de los trabajadores, en lugar de dividir la esperanza la conducen a su máxima expresión, como adalid de la justicia en la tierra.
Es significativo que el Cardenal Rosa Chávez continúe en la tradición de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en sus primeras declaraciones del día 04 de julio del 2017 cuando recordó al Obispo mártir y al Padre Rutilio Grande; además visitó Catedral Metropolitana donde yace el mausoleo de aquel notable sacerdote; con esas muestras significativas nos comunica la trascendencia de la Iglesia de aquellos años en plena oscuridad represiva, pero ahora hemos superado esa etapa de violencia, y la defensa de los pobres puede florecer con nuevas acciones visibles.
El signo de la violencia continúa latente, igual que el signo de la injusticia, el desprecio a los derechos humanos, todas esas actitudes son repetidas por fanáticos que piden “la tumba de los rojos” en El Salvador, aún ahora ese himno sangriento es gritado a voz de cuello con la misma furia que asesinó a decenas de sacerdotes, monjas, cristianos, niños, niñas etc. pero de eso se trata, de superar la violencia, de comprender que vivimos en “otro El Salvador”, que las diferencias son superables con la democracia, la tolerancia, el pluralismo.
Los salvadoreños somos personas privilegiadas, pocas iglesias cristianas en el mundo han contemplado en menos de cuarenta años, el ejemplar comportamiento de hombres y mujeres que asumieron el evangelio del Jesús histórico en su propia vida, muchos de ellos llenos de fe y evangelio asumieron las consecuencias de su opción por los pobres, esa Iglesia se ubicó junto al pueblo, en aquellos años de profunda represión gubernamental.
En un país donde existe un monumento estático a la memoria del principal implicado en el asesinato de Monseñor Romero, un Cardenal tiene el coraje de mencionar la memoria de un hombre que con sus cartas pastorales iluminó a la Iglesia cristiana contra la violencia institucional, la violencia histórica y estructural, argumentos que aún significan ofender a las minorías acaudaladas de la nación.
Nos parece que de eso habla el Cardenal del pueblo Rosa Chávez, se debe superar la violencia para eliminar la extrema pobreza y la extrema riqueza, se trata de romper la cadena de odio al reconocer los derechos de los desprotegidos, de reformar al sistema en sus enormes deficiencias jurídicas, de construir dignidad a los excluidos por medio de acciones sociales.
Estos conceptos no son de orden político, económico o social en esencia son proclamas cristianas milenarias, porque nada de lo humano es ajeno al Nuevo Testamento, como anotó Ignacio Ellacuría.
El estallido de alegría de miles de personas en las ciudades, nos recuerdan otras expresiones de aquellos años de la iglesia perseguida, donde la iglesia era colmada de trabajadores que asistían con su mejor muestra de solidaridad: “su vida”, para escuchar la voz de Oscar Arnulfo Romero y en todo el barrio se escuchaba la Radio YSAX con sus homilías, pero de eso se trata, de superar la violencia, de construir una nación próspera y en paz… para todos.
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