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“No Plan B For Planet Action Because There Is No Planet B”

Carlos Girón S.

Considero que el título de este trabajo no necesita traducción, troche pues fácilmente se entiende su significado. Es una frase externada por el Sr. Ban Ki Moon, sildenafil Secretario General de la ONU, buy durante la Cumbre sobre el Cambio Climático, celebrada en Nueva York, el 23 de septiembre de este año, auspiciada por la misma ONU.

Esta cumbre se realizó teniendo como telón de fondo las multitudinarias marchas y concentraciones de miles y miles de personas en las capitales y ciudades principales de los países de prácticamente todo el mundo, desde Australia hasta Alemania y los Estados Unidos. Fueron más de 600 mil las personas que se manifestaron con carteles y pancartas de todo tamaño y color exigiendo a los gobiernos de las naciones representadas en la ONU, tomar acciones prontas y concretas sobre el grave problema del cambio climático, con un recalentamiento del planeta al grado de estar provocando el deshielo de grandes glaciares en los polos terráqueos.

La expresión del Secretario Ki Moon muestra el grado de consciencia que ha cobrado él, y que seguramente quisiera que muchos otros la tomaran, sobre la gravedad del problema climático, que no aguarda para tomar medidas ni siquiera de mediano plano, sino de una acción inmediata, para rescatar a nuestro planeta, que no tiene duplicado.

Para la primavera del próximo año se está preparando la conferencia sobre el cambio climático en París, donde se tiene la expectativa de que los grandes países logren alcanzar un nuevo acuerdo que venga a sustituir el Pacto de Kioto, suscrito por un gran número de países, no así los Estados Unidos de América, uno de los más grandes contaminadores, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero –que es lo que está envenenando nuestra atmósfera y modificando peligrosamente el clima–.

Pero las esperanzas no su muchas ni halagüeñas: lo que se prevé es que el nuevo compromiso que asuman los grandes países, es para esperar resultados allá por el año 2050… cuando ya la humanidad pudiera estar en un camino sin retorno.

Nuestro querido planeta está enfermo no sólo por la intoxicación de su atmósfera, sino también por la inundación de millones de toneladas de materias no degradables, plásticos, en particular, que inundan ríos, lagos y  océanos de todo el mundo, que provocan grandes matanzas de peces, tortugas y demás seres de la fauna marina y lacustre. A esto, súmese la sobre-explotación pesquera en todas partes, sin que se compense en medida proporcional las siembras y cultivos de nuevas especies para evitar el agotamiento de las reservas de esos valiosos alimentos.

En el mundo verde no es diferente la situación con los gigantescos descuajes de extensas zonas de árboles, que son convertidas en desiertos y yermos estériles, amén de las otras no menos gigantescas áreas contaminadas con herbicidas, insecticidas, sustancias transgénicas, etc. que matan la feracidad de las tierras para los cultivos alimenticios. En general, la Tierra está siendo sobre explotada a la n potencia, particularmente por las empresas transnacionales, las industriales, que actúan ante la mirada pasiva y hasta cómplice de los gobiernos, todo por el afán de lucros desorbitados.

Pero no se crea que la responsabilidad del envenenamiento y decadencia de nuestra hermosa Tierra es sólo de los gobiernos y las grandes y voraces empresas que usufructúan de los recursos naturales; las personas, en lo individual, participamos también en forma directa en ese ritual mortuorio de nuestro planeta, creyendo inocente y tontamente que son “los otros” y no yo, los culpables del problema del calentamiento global y el cambio climático.

Casi sin excepción, cada uno de nosotros da su aporte al problema global. Los dueños de automotores que expelen grandes cantidades de monóxido de carbono, de lo que son culpables también, en parte, las autoridades del Viceministerio de Transporte, que no exige a los dueños de tales máquinas, repararlas antes de renovarles las placas de circulación. Es tan fácil esto, como descomunal la negligencia de tales funcionarios para velar por el cumplimiento de las leyes de tránsito.

Contribuyo al deterioro de mi madre Tierra cuando desperdicio el agua potable, utilizando más de la que estrictamente necesito para el aseo personal, cocinar, regar el jardín, lavar el carro, barrer pisos y calles con chorros de agua, sin pensar que hay miles y miles de personas y familias que carecen de una sola gota de agua para sus usos básicos.

¡Ahh! Y no se olvide decir que atentan también contra nuestra bella y generosa Tierra…los mercaderes metidos a políticos, como esos incrustados en la Asamblea Legislativa, que se niegan, entre otras cosas, a garantizar el bien del agua potable para el consumo de nuestro pueblo, al no aprobar la Ley General de Aguas, que tienen en el horno desde hace dos o tres años, con la perversa intención de enajenar sus yacimientos y fuentes, entregándolos a manos codiciosas para que la comercien a altos precios, poniéndola fuera del alcance de las grandes mayorías. Eso, eso es un crimen contra la Humanidad, contra la Naturaleza y contra Dios.

En cuanto a los plásticos, podríamos contribuir a resolver esa forma de contaminación tomando cuidado de quemar las bolsas y botellas ya usadas, como la mejor manera de acabar con tales materiales que duran cantidad de años para desintegrarse.

No es exagerado decir que contaminan la Tierra también aquellos que se fuman una o dos cajetillas de cigarrillos al día. El humo del tabaco, por leves que parezcan las volutas exhaladas por el fumador, además de envenenar sus pulmones, preparándolos para padecer el cáncer, contribuye a intoxicar la atmósfera más inmediata alrededor de la Tierra. En fin, son tantas las formas en que los humanos atentamos contra nuestra madre nutricia, la Tierra. Es preciso, por lo mismo, que todos tomemos consciencia de la gravedad del deterioro de nuestra Tierra y el cambio climático, y emprendamos acciones personales para parar la destrucción.

“No hay plan B de acción para salvar la Tierra, pues no hay otro planeta B” donde poder ir a cobijarnos si destruimos el que tenemos.

Unámonos a la expresión, al clamor de Ban Ki Moon. Seamos buenos ciudadanos terrícolas, como se es buen hijo con nuestras madres…

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