Carta al Candidato

 

por Salarrué

Nueva York, viagra 10 de Dic. de 1955.

Señor Cnel. Don José María Lemus,

Colonia Escalón, San Salvador, ,

El Salvador, C. A.

Estimado Lemus:

 

L

e ruego no tenerme a mal el no haberme acercado por el comité cuando estuve allá.  Cuando estuve en su casa a saludarle a Ud.  me invitó.  Negarme en el momento (entre algunos de sus correligionarios) implicaba dar explicaciones, talvez y no estaba en SENTIMIENTO de hacerlo.  Lo que los otros puedan pensar me tiene sin cuidado pero debo a Ud. una explicación.

 

La política de propaganda, la política militante, es algo que nunca pudo atraerme.  Se dice que uno es REFRACTARIO a esto o aquello.  Bien: yo soy refractario a la política activa y si en ello anda el ser mal ciudadano, pues eso soy yo, un MAL CIUDADANO.  Las tengo conmigo que se puede simpatizar con un personaje político (v/g. un Candidato) sin que ello implique una RENDICIÓN INCONDICIONAL.   No pueden haber rendiciones incondicionales en un hombre que desea ser UN HOMBRE DE BIEN.  ¿No es verdad?   Yo reservo para Ud. (como Candidato y como Hombre) toda mi simpatía y mi voto de urna no significa sino eso: un voto.  Pero hay el voto particular del escritor y periodista que vale al menos 7 votos aunque no vaya a la urna.  Estoy votando a su favor con estas prerrogativas que yo me tomo al paso cuando creo que hay justicia y merecimiento.  Las razones que me mueven a votar por Ud. en esta forma EXTRAOFICIAL son varias, entre ellas que considero así más valioso mi aporte si es que en verdad mi nombre de escritor y periodista vale algo.  Las otras razones de importancia son: la que Ud. es, para mi modo de ver, una garantía de la continuación de un gobierno que por muchas razones me parece el mejor entre los mejores que hemos tenido.  En gran parte es por la voluntad de Dios (como sabemos) pero no sólo eso.  Ha habido y hay en el llamado Gobierno de la Revolución del 14 Dic. un impulso juvenil y honesto hasta donde alcanza el juicio imparcial a apreciar.  Considero destacados miembros de esta corporación de buena voluntad y acierto a todos los cercanos colaboradores de Osorio y le veo a Ud., como a Galindo Pohl, destacarse en primera fila, al menos desde mi particular ángulo de visión.  No se puede negar la buena mano que empuña el timón y es ya en UNA REALIDAD.  Ud. es sólo una ESPERANZA, en cuanto a la capitanía se refiere desde luego.  Una esperanza bien fundada eso sí; creo que es Ud. un hombre de muy nobles principios y pureza de corazón.   Ello trasciende sin esfuerzo de su persona.  Cualquier DESVÍO en el proceso de la Campaña (así se llama) sólo sería un INCIDENTE.  Todo ser humano puede aquí y allá fallar en lo inesencial, eso es excusable cuando hay amplitud de apreciación.

 

No soy muy amigo de recibir y dar consejos y no obstante me siento obligado (acaso por la resonancia que pueda encontrar en el momento actual) a darme y darle el del CONTROL DE LA PALABRA.  La falta de este control es un gran peligro en una campaña política para un candidato pulcro.  Está Ud. rodeado de una gran y genuina simpatía, amigo mío, pero también de una gran marejada de pasión.  Lo rodean, con los serenos y equilibrados, con los discretos, los fanáticos de la simpatía y de la exclusividad y (los peores) los fanáticos de la ambición y las miras SECUNDARIAS.

 

Copio para mí y para Ud. (si me lo permite) estas palabras de un antiquísimo manuscrito:

 

“No procedas a hablar o a actuar antes de haber pesado tus palabras y examinado la tendencia de cada paso que hayas de dar; así la desgracia volará lejos y en tu casa será un extraño la Vergüenza: el Arrepentimiento no te visitará ni el Dolor marcará tu mejilla en ésta ni en las vidas venideras.  El hombre irreflexivo no frena su lengua, habla sin tino y se ve enredado en la demencia de sus propias palabras.  Así como quien corre apresuradamente y salta sobre una valla puede caer en algún hueco que quiebra al otro lado y que no puede ver, así sucede al hombre que se lanza bruscamente a la ocasión antes de haber considerado sus consecuencias y la compensación que la Ley exige.  Escucha, por lo tanto, la voz de la Consideración; sus palabras están llenas de sabiduría y el sendero que te señale te conducirá al abrigo seguro y a la Verdad”.

 

Pueden sonarle algo tontas estas acotaciones pero yo las apunté PARA MÍ, después de hablar con Ud. aquel día.  Me dejé llevar acaso demasiado lejos por la simpatía intensa que Ud. me inspira en su calidad de candidato y dije palabras que pudieron comprometerme haciéndome aparecer como lo que no soy: UN ELEMENTO INCONDICIONAL.

 

Veo al lado opuesto un grupo de Candidatos, algunos de los cuales son mis amigos muy apreciados y no estaría yo nunca con los de la pedrea de palabras en momentos de encendidas polémicas.  Admiro la vida pulcra y patriótica de Salvador Merlos; la nobleza característica y congénita del Cnel. Menéndez y no tengo especiales razones para despreciar a Canessa.  A los otros no los conozco sino de vista o de nombre pero no es difícil ver en cada uno de ellos cierta distinción propia del hombre de Bien.  Sería de desearse que Ud. que ahora representa una genuina aspiración de la Patria, diera ejemplo encabezando un grupo de mentes serenas, valientes, sencillas, sin rencores, de espaldas a un pasado de vulgares propagandas y estridentes alharaca.  Debe ser difícil pero no lo creo imposible.

 

Le debo a Ud. esta excusa y me da la oportunidad de hacer pública mi aprobación por las obras del gobierno de Óscar Osorio, en el progreso material como en la Cultura y por la eficacia e inteligencia con que ha sido secundado por sus colaboradores respondiendo al mismo impulso de superación.  No estarán con él todos los intelectuales y artistas pero estamos muchos y no voy a decir que desinteresadamente, representamos la primera vanguardia del país y tenemos que hacer por nosotros para hacer por todos.  ¿No es así?  Deseo de todo corazón que el esfuerzo hasta aquí hecho en beneficio de todos los salvadoreños (y todo está claro y a la vista) continúe.  Termino repitiendo: ninguno promete más que Ud. (no en promesa de palabras sino en NUESTROS cálculos, bien o mal fundados) llevar las cosas por el mismo camino, continuar lo comenzado.  Por eso y por las razones al principio apuntadas, estoy con Ud., atisbando, escuchando y ponderando.  Que Dios le ayude; tiene Ud. una estupenda oportunidad de expresar todo lo que se advierte en su impulso idealista, no la pierda si las cosas se ponen a su favor.

 

Un abrazo cariñoso de su amigo,

SALARRUÉ

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