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Carta para Guillermo Peñate Zambrano

Oscar A. Amaya

Estimado y recordado tío:

Como usted bien sabe, click en la vida nadie elige la clase de familia que desea. En ésta como en otras circunstancias de la vida, buy viagra el libre albedrío no existe. Haberme  tocado un tío como usted, con la calidad humana que mostró y demostró  en el correr de su vida, para mí es un privilegio. Es más, si volviera a nacer, quisiera que la vida me volviera a privilegiar con un tío con sus cualidades. El haber sido parte de mi familia es un motivo grande para darle  gracias a la vida. Me atrevo a decir que lo mismo piensan de usted los demás miembros de nuestra familia.

Voy aprovechar este cuarto aniversario  de su partida para hacer algunas reflexiones alrededor de una decisión que usted tomó en un momento de su vida y la influencia que ésta debería de tener en nosotros (su familia). Cualquiera podría decir que no le ve ningún sentido hacer  este tipo de reflexiones si usted ya no está físicamente en este mundo. Lo diría porque no sabe que así como hay muerte en la vida, así también hay vida en la muerte. Su ejemplo debe ser para nosotros un reto para que elijamos la vida.

Recuerdo cuando alguien le sugirió que el terreno donde le construyó sus viviendas a sus tías ( Mariíta, Merceditas y Margoth ) y que además les ayudó a recuperar las extraviadas escrituras del mismo, se los repartiera  con el fin de que cada quien tomara su parte y se posesionaran de el, usted le contestó a aquella persona que esa no era la mejor manera de hacer las cosas, porque podían terminar vendiéndolo y quedarse sin nada, debido a la pobreza en que vivían; que lo más justo sería  que los descendientes de la familia que no tuvieran donde vivir, porque no los favoreció la tómbola de la vida, y que adquirieran el compromiso de conservar esa herencia de nuestros antepasados, pudieran hacer uso del terreno, y así sucesivamente por generaciones y de esa manera, valga la redundancia, conservar el patrimonio de la familia, como también poner la mirada hacia el familiar más  necesitado. Hasta este momento su forma de ver las cosas es lo que prevalece.

Ojalá logremos mantener esa decisión suya por siempre, porque hay amenazas que podrían revertir esa decisión, ya que somos parte de una sociedad en donde reina el egoísmo. La mayoría de los individuos piensan que el interés personal es el que debe prevalecer sobre cualquier otro. Lo que no saben es que el verdadero interés debe ser el que involucra a toda la humanidad, el cual incluye el de todos, por nuestra condición de seres humanos. Pero no es sólo eso, la mayoría de los individuos piensan que la vida está en la acumulación de propiedades, pero no es así. La vida está en el trabajo.

Su ejemplo es antorcha que ha de guiar nuestros pasos en el caminar por este mundo confuso, en donde el tener se confunde con el ser, en donde la mayoría de las personas cree que el tener es la meta, pero no es así. La meta es a ser. Cuanto más le apostemos a ser, más nos convertiremos en  verdaderos ricos. El tener es importante sólo en la medida que nos permita ser.

Como usted de seguro se habrá dado cuenta, estas reflexiones no encajan en nuestro medio, porque la mayoría de las personas no piensan de esa manera, pero la virtud, en ciertas situaciones, no está en actuar como la mayoría; la virtud está en ser distinto.

La ocasión es propia para agradecerle haber tomado esa decisión con respecto a este terreno, porque si no hubiera sido así, quien le escribe probablemente no tuviera en donde vivir con complacencia. Decisión que, a mi juicio, refleja una tendencia hacia la vida.

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