Buenos Aires/AFP
En lo que considera un país desigual, la ONG Techo advierte que hoy en Argentina hay mil 834 asentamientos de extrema pobreza donde viven 532 mil familias de cinco miembros como promedio.
Esas villas miserias con su más de dos millones 700 mil vecinos están repartidas en 70 por ciento del territorio nacional, señala Techo, cuyo informe lo divulga la agencia Noticias Argentinas. En ellas sus habitantes viven en casas muy precarias sin energía eléctrica, ni agua potable ni cloacas, invisibles ante los ojos del Estado, recalca la ONG.
Estos asentamientos con sus viviendas hechas de chapa de cartón, toldos, barro o material sin terminaciones mínimas configuran islas en el corazón o la periferia de las ciudades más populosas.
Allí la posibilidad de mejorar la vivienda -para que no llueva sobre las almohadas- es relegada ante la necesidad de comer y vestir; no existe planificación ni infraestructura urbana: el Estado -casi- no está; y en la mayoría de los casos falta organización de los vecinos para alzar la voz, advierte Techo.
Las tomas de tierras -añade- chocan con el derecho a la propiedad privada en un devenir histórico que no supo o no pudo o no quiso generar oportunidades para todos.
Las familias en ellas rechazan el asistencialismo, buscan oportunidades en una sociedad que muchas veces las discrimina, las empuja al aislamiento y las saquea con inflación y desigualdad.
Viven hacinadas y empobrecidas en un país con dos millones 780 mil 400 kilómetros cuadrados que produce alimentos para 400 millones de personas al año, compara el informe difundido por Noticias Argentinas.
Sólo cuatro por ciento de los créditos del sistema financiero son hipotecarios y la oferta demanda requisitos imposibles, impone tasas impagables (ajustada por inflación) en una economía con 40 por ciento de empleo no registrado y en la que la teoría del derrame se impone cada diez años.
El Estado llegó hace unos años con algunas urbanizaciones como ocurrió con la Villa Palito, en La Matanza, y planes distributivos como la Asignación Universal por Hijo y Progresar, que ayuda un millón de jóvenes de 18 a 24 años que no trabajan o lo hacen informalmente para que puedan sostener sus estudios.
Pero el acceso hoy al mercado laboral con salarios que superen a la canasta básica es dificultoso, mientras la economía se sigue concentrando y no se observan cambios estructurales que permitan superar definitivamente esta terrible situación, concluye el estudio de Techo.