Por Daniel Bosque/Barcelona/AFP
Cataluña vivía este sábado una jornada de reflexión antes de las elecciones regionales del domingo, malady tras una campaña en la que los independentistas parecieron ganar terreno para iniciar su divorcio de España.
«Las elecciones más importantes de la democracia», pharm lanzaba el periódico conservador El Mundo en la portada de este sábado.
«Un voto ineludible», aseguraba el periódico moderado catalán La Vanguardia en un editorial.
Un total de 5,5 millones de catalanes tienen cita con las urnas para decidir quien conformará el nuevo parlamento regional, hasta ahora dirigido por la formación nacionalista conservadora CDC del presidente regional independentista Artur Mas.
Pero desde hace semanas, los comicios trascendieron su objetivo habitual. Para los partidos independentistas será el referéndum oficial que reclaman sin éxito desde 2012 y servirá, en caso de victoria, para emprender un proceso de secesión para constituir una república independiente en 2017.
Bastará, dicen, con una mayoría de escaños en el parlamento regional (68 sobre 135), incluso si no se corresponde con una mayoría de los sufragios debido al sistema electoral catalán que favorece el voto rural respecto al urbano.
«Son unas elecciones que han despertado interés y expectativas muy altas, como nunca», decía Meritxell Borras, encargada del dispositivo electoral por parte del ejecutivo regional. Los catalanes parecen haber asumido también la importancia: aumentaron un 70% las solicitudes de voto por correo respecto a 2012, explicó.
Bajo un cielo entre soleado y nublado, los barceloneses todavía fijaban posiciones. «Voy a votar a los independentistas, son los que van a mirar con más cariño a Cataluña», decía Vanesa Asensio, vendedora de zapatos de 34 años, aunque confesaba tener alguna duda tras dos semanas de frenética campaña con todos los líderes nacionales en la región.
«Los partidos catalanes dicen que todo irá mejor y los españoles que todo va a ir a peor» con la independencia, dice, mientras su compañera, Susana Cid, de 37 años, asegura que no votará.
Las encuestas previas apuntan a una clara victoria de la coalición Junts pel Sí (Juntos por el Sí), formado por el partido de Mas, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC, independentista de izquierdas) y personalidades independentistas de la región como el técnico de fútbol Pep Guardiola.
Alcanzarían la mayoría absoluta con el apoyo de la izquierda radical independentista CUP, que rechazaron unirse a la coalición.
«Las cosas están en un momento muy prometedor», reconocía a la AFP el edil en Barcelona de ERC, Alfred Bosch. «Hemos hecho una campaña muy en positivo, muy ilusionada», añadió.
Los sondeos circulando los últimos días entre las direcciones de la campaña confirman esta victoria, según fuentes de dos institutos demoscópicos consultadas por la AFP.
La participación será clave
En cambio, el voto del «no» quedaría muy disgregado entre Ciudadanos, un partido antinacionalista catalán que quedaría en segunda plaza, la coalición de izquierda liberal con Podemos, los socialistas y el Partido Popular del jefe de gobierno conservador Mariano Rajoy.
En juego está la región más rica de España –un 19% de su PIB, un 16% de su población y un 25% de sus exportaciones– justo cuando el país empieza a dejar la crisis y a solo tres meses de unas elecciones legislativas que podrían remodelar por completo el mapa político español.
Muy presente durante la campaña, Rajoy centró su discurso en advertir de las «terribles» consecuencias de la independencia para Cataluña al mismo tiempo que repetía la imposibilidad de dicha separación.
Aun así, su partido, así como el resto de formaciones españolas, reconocieron la importancia de los comicios y llamaron a la movilización del electorado antiindependentista, mayoritario según los sondeos pero menos propenso a votar.
«Que no decidan por tí», repitió Rajoy durante la campaña.
Según su partido, con un 72% de participación, los independentistas perderían. Hasta ahora el récord de participación en este tipo de comicios es del 68%, registrado en las últimas de 2012, cuando Mas asumió el compromiso de celebrar un referéndum sobre la secesión.
Lo intentó en noviembre de 2014, con una consulta simbólica y sin valor legal donde votaron 2,3 millones de personas. El domingo jugarán el segundo asalto.