Isaac Bigio
La declaración de independencia de Catalunya constituye el primer caso en los 60 años de existencia de la Unión Europea en el cual se proclama la división de uno de sus estados componentes, así como el cambio de régimen político (en este caso de monarquía a república).
Para resolver el problema catalán hay quienes plantean la independencia, volver al status quo español o cambiar el régimen español por uno más federal. Esta nota no aborda ese debate, sino que quiere mostrar las contradicciones de la política de la UE.
La UE y sus socios norteamericanos han rechazado la decisión del parlamento catalán y han secundado a Madrid que inmediatamente disolvió tanto a este como a todo el gobierno catalán. No importa que estos hayan emergido de las urnas, pues el argumento que hay es que se debe defender la unidad y la legalidad españolas.
La OTAN que constantemente ha fomentado la división de Europa oriental y el cambio de régimen dentro de sus contrincantes, se niega a aceptar ello dentro de uno de sus principales integrantes.
La UE se fundó impulsando la fragmentación de las 3 federaciones socialistas de Europa del este hasta lograr que todas las 2 repúblicas federativas de Checoeslovaquia, las 7 de Yugoeslavia y las 15 de la Unión Soviética sean declaradas como Estados capitalistas soberanos. Es más, Alemania y la mayoría de la UE y la OTAN (incluyendo EEUU) han propiciado el reconocimiento internacional de Kosovo, una provincia de Serbia que nunca tuvo el rango de república autónoma.
La UE luchó por desestabilizar a los regímenes en Europa Oriental propiciando substituir a las economías nacionalizadas y planificadas por un partido único comunista por economías privatizadas abiertas al mercado global y las transnacionales y bajos democracias liberales. La República Federal de la Alemania Occidental absorbió a la República Democrática de Alemania Oriental expandiendo en ella todo su sistema.
De los 28 miembros que tiene hoy la UE, 8 son repúblicas que hace un cuarto de siglo se separaron de sus respectivos Estados. Estas son Lituania, Letonia, Estonia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Bosnia.
Hasta hace 25 años atrás la mitad de los 12 países miembros de la UE eran monarquías constitucionales: España, Reino Unido, Luxemburgo, Bélgica, Holanda y Dinamarca. En 1995 la corona sueca fue la séptima en integrarse a la UE. Durante todo el tiempo que estas casas reales han sido parte de dicho ente supranacional nunca nadie al interior de estas ha proclamado una república.
Cuando en el 2014 Escocia consiguió un referendo para ver si se aceptaba o no su independencia, la corona británica se mantuvo abiertamente neutral y se llegó al compromiso de que, en caso la isla se dividiera Escocia pasaría a ser otro país regentado por Elizabeth II.
Sin embargo, España es la única monarquía occidental donde hay significativos movimientos republicanos. Los partidos anti-monárquicos sumaron un cuarto de los votos y un 30% de los diputados en las últimas elecciones generales. En el 2017 las repúblicas norteamericana, francesa, italiana y alemana que se orgullecen de su herencia de haber derrocado a sus respectivas coronas, ahora han salido en defensa de la monarquía española y de su unidad.
La UE luchó contra dictaduras no electas en Portugal, España y Grecia, pero no quiere saber nada de cualquier movimiento que desestabilice a una de las 7 monarquías que la componen, aunque los jefes de Estados de estas nunca hayan sido electos y sean vitalicios.
La UE ha adoptado como política el que ninguna de las naciones que se separe de un estado miembro de esta va a poder mantenerse en esta. La única excepción es la de Irlanda del Norte en caso que esta decida apartarse de un Reino Unido que rompe con la UE y que se unifique con la República de Irlanda. Incluso si el Reino Unido hubiese aceptado los resultados de referendo pro-independencia en Escocia, la UE hubiese vetado el que este país se mantenga en la UE (pues basta el veto de uno de sus 28 miembros para que ello ocurra).
La UE está dispuesta a patrocinar la división de otras naciones fuera de sus fronteras para poder absorber a algunos de sus componentes, pero no va a tolerar la ruptura de ninguno de sus Estados componentes ni el cambio de cualquiera de sus regímenes.
Dejar que Catalunya se torne una república independiente es dar un aliciente a movimientos nacionalistas en los demás países de lengua catalana, en el País Vasco, Galicia, Bretaña, Córcega, Sicilia, Venecia, Lombardía, Baviera, Silesia, Transilvania, etc.
La Europa occidental que se reclama como la cuna de la democracia mundial aún retiene a 11 monarquías (las 7 que conforman la UE y 4 pequeñas que están rodeadas por la UE: Mónaco, Andorra, Vaticano y Liechtenstein).
La norma de la UE es mantener la estabilidad y la unidad de todos los actuales regímenes que le integran, y solo cuestionar la de sus adversarios o la de estados que se busca fragmentar a fin de poder ir incorporando a partes de ellos (tales como antes fueron las federaciones yugoslava o soviética).