Alma Vilches
@AlmaCoLatino
El sexto y último vía crucis de la Cuaresma, es conocido por la feligresía católica como “Viernes de Dolores”, donde se conmemora el dolor y sufrimiento de la Virgen María, ante la pasión y muerte de su hijo Jesucristo, ocho días antes del Viernes Santo.El viernes anterior al Domingo de Ramos es dedicado a la Virgen María, para conmemorar sus sufrimientos durante la Semana Santa, al perder a Jesús en la cruz, esta advocación principalmente es conocida como “Nuestra Señora de los Dolores”.
Para la feligresía, el Viernes de Dolores anuncia la proximidad de la Semana Santa, en muchas parroquias durante esta fecha la procesión de vía crucis es acompañada por la imagen de María Dolorosa, además, se medita y reflexiona los siete dolores o momentos de sufrimiento vividos por la madre de Jesús.
Popularmente, se dice que fueron siete los dolores de María, los cuales son: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida del Niño en el templo, el encuentro con Jesús en la Vía Dolorosa, el dolor de la crucifixión, el descendimiento de la cruz y cuando Jesús es sepultado. Éstos momentos de la madre enlutada expresan también los sufrimientos de toda madre por sus hijos.
Los textos bíblicos muestran a la Virgen presente, con inmenso amor y dolor de madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora del hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de corredentora.
El Viernes de Dolores logró importancia universal gracias al Papa Benedicto XIII, quien institucionalizó esta conmemoración en 1472, siendo el viernes previo al Domingo de Ramos el día ratificado como propio de esta celebración.
Con los años, este día terminó contribuyendo a la consolidación de la devoción a la “Virgen Dolorosa”, cuya imagen acompaña tanto el último vía crucis de Cuaresma, como el Viernes Santo, donde se meditan y contemplan los momentos importantes de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
La costumbre de rezar el viacrucis inició a finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz, donde fue crucificado Jesús, esta es una manera de recordar su pasión, revivir con él esos momentos y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario.