Tomado del Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica Septiembre-Octubre 2018 No. 235 Año 39
Allí coincidió con Carlos Gardel y allí, años más tarde (1936), fue bautizado Jorge Mario Bergoglio, el actual papa Francisco. Estudiaba con pasión y se distinguió por una intensa devoción a la Virgen María. Eligió a Domingo Savio como modelo.
Cambió totalmente, sin dejar de ser un verdadero mapuche. El indiecito incapaz de obedecer el toque de la campana, llegó a ser el segundo de la clase. En ese ambiente le sorprende la llamada del Señor: la mejor manera de servir a su pueblo pasaba por ser salesiano y sacerdote.
Cae enfermo de tuberculosis. Buscando su salud, monseñor Juan Cagliero lo llevará primero al sur (donde tendrá al beato Artémides Zatti como enfermero) y luego a Italia. En Turín pudo hablar varias veces con el beato Miguel Rua. Y en Roma fue recibido por el papa San Pío X. Con tanto roce de buena gente, el “indiecito” tenía que ser santo.
Murió en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios en la isla Tiberina de Roma. Solo tenía 18 años. Sus restos mortales, tras pasar unos años en el cementerio de Verano (Roma), fueron llevados a Fortín Mercedes en su tierra.
El 11 de noviembre de 2007 (fecha que recuerda la primera expedición misionera salesiana, precisamente a Argentina) fue proclamado beato en Chimpay. Desde el cielo sonreía viendo que la celebración se hacía en su pueblo natal, y que él oficialmente era un salesiano. Más de cien mil personas asistieron a la fiesta.
Sentimos con la gente sencilla que Ceferino es uno de los nuestros. También los últimos, también los “indiecitos” pueden tomarse en serio los valores del Reino de los Cielos que él supo encarnar con simplicidad y radicalidad.