Miguel Ángel Chinchilla Amaya
En el contexto de celebrar el próximo domingo 31 de julio (ayer) el día del periodista salvadoreño, agradezco el honor que me ha dispensado el obispo Medardo Gómez de la Iglesia Luterana, por convocarme para formar parte del grupo gestor que apoyará a Diario Co Latino en su lucha por no sucumbir ante las adversidades financieras que actualmente amenazan con estrangular al decano de los periódicos en América Central.
No puede ser que una tradición de 126 años haciendo periodismo termine de una forma tan inicua y aquellos que hemos encontrado en sus páginas la libertad expresiva que otros medios nos niegan, no puede ser -repito- que no apoyemos este esfuerzo de salvataje sobre todo en el marco de celebrar el oficio de ser periodista en El Salvador.
Los grandes periódicos se sostienen con los anunciantes que pagan miles de dólares por promocionar sus productos o servicios, lo cual es precisamente la principal debilidad de Diario Co Latino, ya que por tener el periódico una línea de corte socialista no aplica para que la gran empresa se anuncie en sus páginas por motivos obviamente ideológicos.
Prácticamente los grandes anunciantes del Co Latino en los últimos años han sido los gobiernos del FMLN, pero lo triste de todo esto es que el mismo gobierno le adeuda al periódico dinero que va pagando según las reglas que dictan las agencias de publicidad. Será menester entonces exhortar a los ministerios e instituciones del Estado que todavía no lo han hecho, para que en el menor tiempo posible cancelen su deuda con el periódico sobre todo para cubrir salarios y el costo del papel, dos factores claves dentro del quehacer periodístico de Co Latino.
Se pretende que este grupo de apoyo convocado por el obispo Gómez, realice actividades y eventos que redunden en el salvataje de Diario Co Latino, para lo cual prevenimos a lectores y colaboradores del diario a estar atentos en los próximos días, ya que salvar a Co Latino no solo es un asunto de finanzas sino que además y sobre todo es un asunto cultural e histórico, más allá de coctelitos y trofeítos dorados. ¡ Abur ¡