Carlos Girón S.
Como una extensión de las celebraciones navideñas y de año nuevo recién pasadas, perfectamente se puede enlazar el tema de la llamada Epifanía, que consiste en la festividad que conmemora la adoración de los legendarios Tres Reyes Magos al Niño Dios luego de Su Nacimiento en el Belén de hace más de dos mil años, que se celebra el día 6 de enero de cada año en nuestra era.
Bueno es que hablemos de estas cosas cuando seguimos teniendo la paz en nuestras vidas –relativamente— al ver alejarse el espectro de una guerra mundial –que acaso sería la última por ser nuclear, de extinción masiva y total— al reducirse la tensión que se produjo a inicios de este nuevo año 2020, con el asesinato de un destacado jefe militar iraní, que provocó como reacción el ataque balístico a bases militares estadounidenses asentadas en Irak.
En la época de la Navidad, y por extensión se tiene la costumbre de intercambiar regalos entre familias y amigos, debido a lo cual vemos cómo los almacenes y tiendas se colman de compradores de toda clase de objetos, en muchos casos aprovechando las ofertas y super ofertas de los mismos, así como en los mercados y supermercados.
Con este gesto se recuerda el viaje que emprendieron desde tierras del oriente, aquellos tres reyes magos hacia Belén, donde habían tenido conocimiento de que había nacido un niño enviado de Dios. La tradición señala que los reyes fueron guiados por el resplandor de una estrella que se posaba a la altura del lugar donde se había dado aquel prodigio. Al llegar le rindieron adoración y depositaron ofrendas a los pies del Divino Niño. Y es de allí donde posiblemente arranca la costumbre actual del intercambio de los regalos entre las personas.
Los relatos bíblicos describen este acontecimiento mencionando que los regalos de los reyes magos consistieron en oro, incienso y mirra. Curiosos obsequios pero que tienen un significado que le han dado los investigadores. Se tiene así -por ejemplo- que el oro representaría Sabiduría; el incienso, Compasión, y la mirra, Fuerza de Voluntad. Curiosas interpretaciones -pero a las que a la vez- se les asigna también que el oro simboliza que Jesús era Rey, pues su color es el de la Sabiduría; que el incienso simboliza que él era sacerdote, pues representa el ámbito de la religión, del corazón y del amor, y por último la mirra como símbolo de inmortalidad, pues se usaba para embalsamar (como en el Antiguo Egipto) los cuerpos y preservarlos de la destrucción. De esa manera se explica igualmente que Los Reyes Magos aportaron regalos relacionados con los tres ámbitos del pensamiento, del sentimiento y del cuerpo físico.
Hoy en día, la tradición de aquellos regalos no se preserva mucho, salvo el primero de los que se mencionan, el oro, que rueda en monedas por todas partes y en las manos de los seres humanos, aunque en la gran mayoría de ellos, rueda muy poco, mientras que en una pequeña proporción de la población, se acumula en grandes cantidades, afortunadamente para buen uso en gran parte, y por otro lado para un uso indebido. En este caso se catalogan aquellos que se apropian de grandes cantidades de ese oro ajeno, cayendo entre estos muchos que han tenido el privilegio de ser gobernantes de un país o altos funcionarios. En nuestro país se ven tantos y tantos casos que sería prolijo enumerarlos y dar los nombres de los mal habientes de los tesoros ajenos. Lo peor es que puede ser una mala tendencia, una irrefrenable tentación en muchos otros que alcancen a ascender a esas alturas del poder político.
Por el lado de los que poseen fortunas, puede decirse que en la inmensa mayoría de los casos se trata de fortunas acumuladas a base de mucho trabajo y buen uso de los tesoros, como es el caso de quienes establecen grandes empresas de esto o aquello y aportan bienes de consumo o uso para toda una población, y a la vez generan innumerables puestos de trabajo que benefician a tantas familias.
Hay gobernantes también que ocupan el oro aportado por los contribuyentes para realizar obras materiales y asistenciales, como de salud, educativas, de recreación; además de infraestructura y plantas procesadoras de esto o lo otro. Aquí es donde salta la tentación de tomarse una tajada de esos recursos para sí mismos. Naturalmente, hay las excepciones.
En cuanto al incienso, símbolo de compasión, como se dice, es cierto que hay mucha, mucha gente que sí siente compasión por los pobres y desvalidos y les ayudan de una u otra manera. Se puede ver en los hospitales públicos y Casas de Caridad. Se usa el incienso también en las iglesias cristianas, así como en centros de estudios místicos y esotéricos, donde también los miembros de los mismos, los utilizan.
Por último, el ejercicio de la fuerza de voluntad –que representa la mirra, como se apuntaba-. Eso va con las personas en lo particular. Se sabe que con fuerza de voluntad es posible alcanzar la realización de muchos deseos, anhelos y sanas ambiciones. Quienes emprenden, por ejemplo, carreras universitarias, la necesitan para llegar a la meta y no quedar rezagados en el camino. Igual quienes comienzan un negocio o empresa. Si no lo hacen con tesón y fuerza de voluntad, puede ser que lleguen al fracaso al poco tiempo, lo cual es muy lamentable y doloroso a veces, como cuando se pierde una fuerte inversión y no se tiene más.
De esta manera celebramos esa antigua tradición de los Tres Reyes Magos y sus regalos, que fueron atraídos desde lejanas tierras por la lumbrera que señalaba el lugar sagrado donde había nacido, quien sería y es el salvador de las buenas almas en el mundo…