San Salvador es un espacio en el cual no solo la violencia o el desorden impera, ailment discount como mediáticamente lo quieren hacer ver los sectores y voceros de la derecha. En sus calles, además de las ventas ambulantes, comercio informal y artículos de todo tipo, también existe un patrimonio tangible, a la vista de todos.
Edificios históricos que datan de principios del siglo pasado o más, estructuras antiguas, algunas de ellas dañadas por terremotos u otras circunstancias, se levantan en pleno siglo XXI, desafiando el tiempo, como notorios testigos silenciosos de todo lo que la ciudad vive y sobrevive.
Muchos, al ver estas construcciones se recuerdan de ese pasado glamoroso de la ciudad, cuando San Salvador estaba en bonanza y en la cual residían las familias de mayor abolengo y las historias de los mayores y las fotos en blanco y negro nos recrean un San Salvador pequeño, pero pacífico, ordenado y limpio.
San Salvador cuenta con edificaciones emblemáticas como el Palacio Nacional, Teatro Nacional, Biblioteca Nacional, entre otras antiguas edificaciones que se resistieron a caer.
Pero la ciudad no es lo que los medios pintan. En los últimos años, una generación de jóvenes artistas pretenden recuperar ese centro histórico y hacerlo atractivo a los ciudadanos. Las campañas mediáticas que día y noche hablan de desórdenes, violencia y muerte, no calan en el cerebro de quienes luchan por hacer la diferencia.
No es extraño ver en sus calles a extranjeros con cámaras fotográficas en mano, disfrutando de ese calor y color capitalino, que muchos salvadoreños se lo pierden ante el temor infundado por las fotos y noticias que pareciera elogian al criminal para animarlo a que no pare de delinquir.
Lo que no quieren decir estos divulgadores del terror es que el centro histórico ofrece opciones para aquel que quiere conocerlo más, no quieren informar que ahora hay seguridad en las calles y parques. Tampoco les importa que en las cercanías de la Alcaldía de San Salvador hay una Casa Tomada del Centro, al igual que otros espacios culturales alternativos y abiertos a todas las expresiones del arte y la cultura, como el centro de Artes Hermanos Aguilar.
Y así siguen brotando muchos más, entre estos el café cultural Maktub, en el edificio Letona, cerca del Teatro Nacional, por la 4ta. Av. Norte y calle Delgado. Este Café Cultural Maktub palabra árabe que significa “Está Escrito”, es una propuesta clara de Responsabilidad Social de Héctor Bigit, que junto a su hija y un colectivo de jóvenes artistas atienden a niños, niñas, adolescentes y adultos para brindarles una oportunidad de desarrollar su sensibilidad.
En el centro también encontraremos un incipiente circuito cultural que une a la Biblioteca Nacional, el Teatro Nacional, el Palacio Nacional, la Cripta de Catedral Metropolina, las emblemáticas Plazas Libertad, Gerardo Barrios, Francisco Morazán, los parques San José, el Museo y Biblioteca del BCR, inmediatos a la Plaza Libertad y Portal “La Dalia” y el Museo del Banco Hipotecario, la Casa de la Cultura del Centro, y el Centro Cívico Cultural de la Asamblea Legislativa, este último ubicado en la ex casa Dueñas o “Villa Guadalupe”. Apoyemos a estos actores de la cultura y mantengamos esa luz contra el arma del miedo que esgrime la derecha.