Centroamerica I

Centro América I

Intimissimun

Caralvá

National Intelligencer

Tomado de Gaceta del Salvador T 3, N° 65, 24 de septiembre 1852

Centro América

Las desgracias que han afligido a esta porción interesante de nuestro continente, por más de un cuarto de siglo, se han originado principalmente de la circunstancia de que sus habitantes no poseían ninguna educación política cuando alcanzaron su independencia de la madre patria en 1821. Los criollos que estaban exentos del servicio público por la mal dirigida política de España no estaban acostumbrados al ejercicio del poder y ni aún conocían el sistema monárquico peculiar a sus antepasados; de consiguiente no tenían la menor idea de la práctica de un Gobierno libre y popular, que supone la pre-existencia de cierto grado de conocimientos y de hábitos de largo tiempo adquiridos, de la reflexión y calmada deliberación, en la mayor parte de la comunidad o al menos en las clases dominantes .

Constituido repentinamente árbitros de sus destinos, los Centro-americanos se encontraron sin un faro que guiase seguramente su curso en su nueva condición. Sin tener ninguna experiencia, toda su sabiduría política la sacaban de libros consistiendo su mayor parte de teorías francesas de libertad infundidas en España durante la primera revolución. Sucedió así que un inconsiderado espíritu de innovación se apoderó de todos los ánimos y tomó absoluta posesión del campo; demoliendo las instituciones antiguas, hollando las leyes y costumbres consagradas por el tiempo y atendiendo muy poco a derechos legalmente adquiridos. Aspirando a la perfección quisieron alcanzar de un salto el nivel de las naciones más avanzadas en civilización, y procedieron a copiar y poner en inmediata ejecución las instituciones pertenecientes a tales naciones sin tomar en cuenta el elemento del tiempo, como si la naturaleza de las cosas pudiera cambiarse en un instante con un rasgo de pluma.

Poco cuidadosos de las consecuencias ¿qué otra cosa podía suceder? Las personas sobre cuya suerte recayó la horrorosa responsabilidad de organizar su propio país, rompieron los límites que habían preservado la sociedad en un lugar habitado por una población generalmente ignorante y compuesta de razas diferentes, habiendo tenido por resultado largos años de interminables lucha, confusión y sangre. Como es bien sabido se resolvió establecer en Centro-América una Federación bajo el mismo plan que la de la Unión; pero como los principios sobre los cuales está basada no eran  bien entendidos, este desdichado esfuerzo solo condujo a una perpetua contienda entre los Gobiernos de cada uno de los Estados y el Gobierno Nacional, por no haber podido nunca mantener el  requerido equilibrio. Los Estados no habían tenido una existencia previa sino que eran criaturas de la nación, los que por medio de una Asamblea Constituyente se dieron la existencia y acordaron ya fraguado pacto federal.

El orden que se siguió en Centro-América fue por esta razón enteramente contrario de aquél que había producido la unión de los Estados Anglo-americanos y su presente gloriosa Constitución. En este último caso vemos la combinación fácil y natural entre partes independientes, el resultado puro de las circunstancias efectuado en el objeto de satisfacer una verdadera necesidad. En el primer caso encontramos una creación completamente artificial que se podría haber evitado por el bien general de un pueblo que había siempre vivido bajo un Gobierno consolidado.

Las influencias opuestas de opiniones entre progresistas y conservadores que se encuentran en todo el mundo luchando unos contra otros por adquirir superioridad, se hicieron también sentir necesariamente en Centro-América y, gradualmente tomaron una marcada distinción. Sin embargo como ninguno de ellos tenía por cabeza eminentes estadistas, cada partido adoptaba según las circunstancias, ya la supremacía de los derechos de los Estados, ya el poder supremo de los partidos, ha contribuido no poco a prolongar las convulsiones en que han estado sumergidos los Estados de Centro-América hasta muy recientemente.

La Federación establecida en 1824 no pudo sobrevivir al año 1840 desde cuya fecha el partido conservador ha tomado su asiento sobre la plataforma de los derechos de los Estados como la vía más conducente a asegurar  la paz y el alivio temporal, si acaso no una permanente prosperidad. De otra parte los que   reclamaban la distinción de liberales han ligado su causa desde el año de 40 hasta hoy con la reorganización de la unión para cuyo objeto han hecho repetidos pero infructuosos y mal combinados esfuerzos.

Con esta mira se han nombrado varias dietas o convenciones algunas de las cuales han llegado a reunirse.

Se han firmado tratados entre los Estados del Salvador, Honduras y Nicaragua; se han sostenido guerras y se han hecho otros esfuerzos extraordinarios por el partido liberal. Todos ellos han probado ser abortivos hasta que al fin al presente todos los Estados principian a mostrar una disposición a abandonar aquellos impracticables proyectos, consagrar cada uno su atención a completar su propia organización y a cultivar una buena inteligencia unos con otros sin renunciar, sin embargo si es posible, a la esperanza de formar en lo futuro más estrechos lazos.

A la inexperiencia, al antagonismo de principios opuestos a la ambición personal de algunos caracteres dominantes y a la provocación de intereses divididos se han añadido otras causas externas de discordia que han complicado la política de Centro-América en estos últimos cuatro años. Aludimos a  la empresa del Canal, a la ocupación de Mosquitia y a los bloqueos británicos. Las varias cuestiones nacidas de estas ocurrencias han tenido mucha parte en conservar la agitación y alimentar la animosidad entre los partidos.

Afortunadamente algunas de estas cuestiones han sido terminadas y otras están para terminarse pacíficamente. Observamos con satisfacción que cada una de las cinco repúblicas goza ahora de más tranquilidad que en cualquier otro período anterior. Están en paz entre sí; ningún plan de agresión se trama en parte alguna. Todos aquellos Gobiernos parece intentan promover adelantos interiores; dan la mayor importancia a la pronta terminación de sus responsabilidades pecuniarias tanto extranjeras como domésticas, y están persuadidos de la necesidad de poner bajo un pie sólido y sus relaciones con otras naciones.

Aunque debido a las causas que se han explicado las instituciones republicanas están muy lejos de haber adquirido en Centro-América aquel grado de perfección que sería de desearse, sin embargo es innegable que se han dado grandes pasos hacia este objeto desde la independencia, y entre otras cosas tenemos placer en anunciar como adquiridas la abolición de los esclavos, comercio libre y tolerancia religiosa, las cuales rigen ahora como Ley universal del país.

Después de haber dado una mirada retrospectiva a un lugar que ha tomado tan grande importancia últimamente, en razón de la comunicación que se ha abierto al través de su territorio; entre los dos océanos y creyendo que no puede dejarse de sentir algún interés con respecto a la estabilidad e independencia de los Estados que ocupan esta extensa región, pensamos pasar revista de ellos en este artículo y manifestar su condición actual.

 

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