CEPAL
La Unión Europea y América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de encontrar mayores complementariedades venciendo viejas asimetrías históricas, ed comerciales y sociales y de avanzar hacia una relación más equilibrada y equitativa, patient señaló Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en París.
La alta funcionaria de las Naciones Unidas fue una de las oradoras principales de la reunión “Nuevas estrategias de cooperación para el desarrollo de la Unión Europea en América Latina y el Caribe”, organizada por la Fundación EU-LAC y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con el apoyo del programa EUROsociAL de la Unión Europea.
En el encuentro, que fue inaugurado el lunes por Benita Ferrero-Waldner, Presidenta de la Fundación EU-LAC, y Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, participaron ministros de países latinoamericanos y autoridades de la Unión Europea, así como especialistas de agencias de cooperación internacionales.
Bárcena también intervino en la capital francesa en el Foro Económico Internacional 2014 sobre América Latina y el Caribe, organizado por la OCDE, y en el cual estuvieron presentes Michel Sapin, Ministro de Finanzas y Cuentas Públicas de Francia, Angel Gurría, Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Danilo Astori, Vicepresidente de Uruguay, y Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana (SEGIB), entre otros personeros.
Tras la crisis que comenzó en 2008, los problemas que ha debido enfrentar la zona euro han propiciado un estancamiento en la relación entre ambas regiones, según Bárcena. Sin embargo, la Unión Europea sigue siendo el principal cooperante, el mayor inversionista directo y el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe, indicó.
“Por ello, es preciso fomentar un nuevo acercamiento entre los gobiernos, empresas y actores sociales de ambas regiones”, insistió la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.
De acuerdo con Bárcena, una asociación más profunda entre América Latina y el Caribe y la Unión Europea permitiría acelerar el crecimiento económico de la región, avanzar en el cambio estructural hacia sectores más intensivos en conocimiento, reducir la pobreza, aumentar la inclusión social y proteger el medio ambiente.
En sus intervenciones Alicia Bárcena destacó que pese a recientes progresos, América Latina y el Caribe sigue siendo la región con la peor distribución del ingreso en el mundo, a lo que se suman múltiples brechas que se refuerzan entre sí, entre ellas las brechas en desarrollo de capacidades, en inserción en el mundo del trabajo y en acceso a los sistemas de protección social, así como las brechas por territorio, género, etnia y generaciones y en el acceso al poder.
Asimismo, indicó la existencia de otros tipos de desigualdad, como la funcional, que impide que los trabajadores capturen adecuadamente las ganancias de productividad que se generan en las economías. Recalcó la necesidad de poner el énfasis en la productividad como medio para reducir aún más la desigualdad y la pobreza.
“Es necesario remodelar el modelo exportador de América Latina y el Caribe. La apertura es importante, pero no suficiente. ¿Qué pueden hacer los gobiernos? Fijarse más en la inversión y tener una política industrial deliberada que se preocupe también por la gobernanza de los recursos naturales”, señaló Bárcena.
Enfatizó también la importancia de integración a las cadenas productivas, que en América Latina y el Caribe tiene un nivel muy bajo (19%) comparado con el de la Unión Europea (66%).
“En resumen, cinco son nuestros mensajes principales: productividad, redistribución, urbanización, integración y sostenibilidad. El crecimiento económico y la reducción de la pobreza monetaria no son suficientes, y se requiere un enfoque multidimensional”, precisó la máxima autoridad de la CEPAL.
Alicia Bárcena agregó que América Latina y el Caribe puede crecer con mayores niveles de inclusión, protección, participación e igualdad social, económica y política, promoción y satisfacción de los derechos humanos, menor exposición a los impactos negativos de la volatilidad externa, mayores niveles de inversión productiva, más generación de empleo decente y de calidad, y mayor sostenibilidad ambiental y resiliencia ante los desastres.