Gloria Orellana
@DiarioCoLatino
Walter Gómez, del programa de Soberanía Alimentaria del CESTA, reside en el municipio de Santa Clara, San Vicente, como habitante del “Corredor Seco”. Gómez sabe que cada gota de agua cuenta para las comunidades que cultivan sus alimentos de supervivencia.
Gómez, junto a más de 300 familias de 7 comunidades, han iniciado una nueva experiencia a través del proyecto “Agroecología, Dietas Mejoradas y Mercadotecnia Local en Santa Clara, San Vicente”, junto al Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA), que realizó el Estudio de “Prácticas Agroecológicas con mayor Resiliencia al Cambio Climático Desarrolladas en la zona del Corredor Seco de Santa Clara, San Vicente”.
Walter Gómez señaló que el Corredor Seco tiene características muy propias, como un bosque tropical seco o sub-húmedo seco, con prolongadas épocas secas, con riesgo de sequías recurrentes, entrada tardía de las lluvias o supresión prematura del invierno.
El Corredor Seco se extiende desde la región de la pre-cordillera central de Chiapas en México, pasando por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, y termina en el Arco Seco de Panamá. Y ante al Cambio Climático esta zona ha elevado su vulnerabilidad.
“Este proyecto que llevamos con el CESTA desde hace tres años, y que por las características de suelo solo se cultivaba frijoles, maíz y sorgo, ahora, con la agroecología hemos ido trabajando con pequeñas experiencias de pequeños huertos y les digo, se puede escalar a dimensiones más grandes”, dijo.
“Hay parcelas en donde se maneja el método tradicional del cultivo, pero en la producción de hortalizas en invernadero fue prácticamente orgánica la producción sin productos químicos y eso demuestra que si es posible producir sano”, afirmó Gómez.
El proyecto contempla entre sus aspectos estratégicos la “conservación del agua en las parcelas”, ya que en Santa Clara, el estrés hídrico es evidente. Por lo tanto, han implementado los habitantes es la perforación de pozos, la recolección de las escorrentías (escurrimiento de agua lluvia), que los agricultores le llaman presas o reservorios de agua y captación de agua a través, de terrazas individuales en árboles frutales. “Lo que se necesita es ayuda porque ya están las técnicas agroecológicas para producir, y porque también tenemos mucho conocimiento del desarrollo agroecológico como elaborar insumos, mejorar la semilla criolla, manejar ecológicamente las plagas y enfermedades en los cultivos, pero lo que no tenemos es apoyo, como el aparato del Estado que tiene un centro de tecnología que llaman CENTA, creemos que deberían enfocarse en mejorar las semillas locales”, argumentó Gómez.
Sobre el uso de suelos en Santa Clara, establece el estudio que es de vocación agrícola para pastos y granos básicos, con menor oportunidad a las hortalizas. Suelos que han sufrido muchas modificaciones entre el “uso actual y uso adecuado”, que trae por consecuencia la degradación. “Nosotros con esta experiencia de la agroecología, queremos que las familias puedan acceder a créditos para que puedan montar fábricas de insumos orgánicos para la producción agroecológica de las comunidades. Y también, tengan créditos para seguir fomentando las producciones agroecológicas y las tierras, pero aún no tenemos acceso a esos bienes comunes”, sentenció Gómez.
En cuanto al Cambio Climático y el Corredor Seco, el estudio reitera, el “incremento de riesgos en las zonas y la prolongación de áreas degradadas”, en ese territorio. Descartando que las lluvias intensas de corto tiempo sean de beneficio inmediato, porque estas al final también erosionan los suelos, inundan y provocan deslaves lo que pone en riesgo la seguridad y soberanía alimentaria y nutricional de los asentamientos humanos.
“Hemos probado que estas prácticas de la agroecología son más resilientes, que nos ayudan a fortalecer la economía familiar y la alimentación sana, pero lo que necesitamos es apoyo. Antes de la intervención del proyecto no realizábamos cultivos de hortalizas de hecho decían que era imposible, que no se podía cultivar el tomate o chile verde”, agregó Gómez. “Actualmente, hemos logrado los frutos para que estas familias se involucraran en esta experiencia y ahora esperan expandirse con árboles frutales como mango, guayaba o cítricos y manejar especies menores, es un gran logro en las producciones que son la mayoría para autoconsumo, pero los excedentes van a una tienda comunitaria que nos ayudó la Alcaldía Municipal”, puntualizó Gómez.
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