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Charlie Hebdo, con Mahoma en portada, se muestra al mundo tras la matanza

Por Laurence Benhamou
París/AFP

Más de veinte países, cinco lenguas, 3 millones de ejemplares con Mahoma en la portada: esperado en el mundo entero, el último Charlie Hebdo, firmado por los sobrevivientes al atentado, aparece este miércoles bajo la mirada reprobatoria de algunas autoridades musulmanas que lo ven como una «provocación».

El pequeño semanario satírico francés, cuyo equipo fue diezmado por dos yihadistas en uno de los peores atentados perpetrados en Francia, persiste y publica en su portada una representación del profeta del Islam, con una lágrima saltándole de un ojo, y sosteniendo en sus manos una pancarta que reza «Je suis Charlie» («Soy Charlie»).

Además de la consigna que esgrimieron el domingo millones de manifestantes en Francia y en casi todo el mundo, encima del dibujo se exhibe la leyenda «Todo está perdonado».

Convertido en un símbolo de la libertad de expresión, Charlie Hebdo es reclamado en todas partes, hasta en India y Australia, entre otros países. La publicación, que vendía 30.000 ejemplares en cada edición, de los cuales apenas un puñado en el exterior, hizo imprimir tres millones de este número «de los sobrevivientes», que es difundido en más de 20 países -un récord para la prensa francesa.

Estará traducido a cinco lenguas: al español, árabe e inglés en versión digital, y al italiano y el turco en formato papel.

Desde hace algunos días, los quiosqueros franceses han recibido avalanchas de reservas y esperan no dar abasto. Será distribuido todos los días hasta el 19 de enero y estará a la venta durante varias semanas.

La tapa sobre Mahoma, revelada el martes, ya fue reproducida por muchísimos medios de comunicación y sitios en internet en todo el mundo, pero sobre todo en Europa, tras la marcha dominical que reunió en París a medio centenar de dirigentes políticos extranjeros.

En cambio, fue soslayada por los grandes medios de los países musulmanes y en algunos de África y Asia, puesto que el Islam prohíbe representar al profeta.

En Turquía, no obstante, el diario opositor Cumhuriyet publicará buena parte del número.

El Mahoma de Charlie Hebdo también estuvo ausente en los grandes medios de Estados Unidos, donde la sátira religiosa es tabú, y en la mayoría de los diarios británicos. No obstante, Washington afirmó el martes su «apoyo absoluto al derecho de Charlie Hebdo» a publicar esta portada.

La nueva caricatura de Mahoma, en cambio, ha desencadenado la cólera de ciertas instancias musulmanas. Al Azhar, principal autoridad del Islam sunita, con base en Egipto, considera que los nuevos dibujos «atizarán el odio».

La publicación «no sirve para la coexistencia pacífica entre los pueblos e impide la integración de los musulmanes en las sociedades europeas y occidentales», indicó Al Azhar en un comunicado.

Por su parte, la instancia que representa al Islam ante las autoridades egipcias, Dar al Ifta, los calificó de «provocación». En Irán, el sitio de información Tabnak (conservador) estima que Charlie Hebdo «insulta de nuevo al profeta».

En Francia, los responsables del Islam locales llamaron a la calma, la víspera de la publicación.

En 2006, Charlie Hebdo reprodujo las caricaturas de Mahoma cuya publicación en el diario danés JyllandsPosten habían desencadenado violentas manifestaciones. Desde entonces y antes del atentado de la semana pasada, el semanario satírico francés, que siguió publicando caricaturas del profeta, sufrió también un incendio criminal y numerosas amenazas.

‘Derecho a la blasfemia’

«Nuestro Mahoma es mucho más simpático que el que enarbolan quienes dispararon (en el atentado). Es un hombre bondadoso capaz de llorar», se defendieron los sobrevivientes del semanario.

«El espíritu de ‘Je suis Charlie'» también es el del «derecho a la blasfemia», resumió su abogado,

Richard Malka, rechazando con virulencia cualquier acusación de islamofobia.

«Si podemos hacer vivir nuestras ideas en todo el mundo, realmente se habrá ganado», lanzó Gérard Biard, redactor en jefe del semanario, que publica también un alegato por la laicidad.

En respuesta a los atentados que provocaron 17 muertos, el primer ministro Manuel Valls anunció el martes, en un discurso aplaudido por toda la clase política, «medidas excepcionales» para detectar mejor a los potenciales yihadistas, con los que considera el país «está en guerra».

El delito de «blasfemia no existe en nuestro derecho y no lo hará jamás», también declaró.

La semana está también marcada por los funerales de las 17 víctimas y los homenajes de las autoridades francesas. El martes, tuvieron lugar las exequias del policía Ahmed Merabet, en el cementerio musulmán de

Bobigny (norte de París), y en Jerusalén los de los cuatro judíos muertos el viernes en el supermercado kósher. Todos fueron designados Caballeros de la Legión de Honor a título póstumo.

Casi una semana después de los primeros asesinatos, la búsqueda de eventuales cómplices continúa. Un francés, detenido en Bulgaria el 1 de enero por haber intentado viajar a Siria, es sospechoso de estar vinculado a uno de los asesinos que atentaron contra Charlie Hebdo.

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